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──────── ;;✦ ↴ 「Ｃａｐíｔｕｌｏ 4」๑ೃ୭̥
En mi nariz se sentían algunas suaves cosquillas, sin abrir mis ojos ya sabia quien era, me di vuelta e intenté seguir durmiendo, de poco sirvió ya que una frágil voz femenina me obligó a levantarme.
Elizabeth golpeaba la puerta mientras con dulces palabras me invitaba a bajar a desayunar, de mala gana me dispuse a cambiarme.
Mientras me colocaba mi capa observaba a Elliott, aún seguía recostado y por un momento deseé ser él...
Sin preocupaciones, ojalá poder ser otro ser vivo y no tener que vivir así.
Un golpe de la realidad llegó a su mente, el aire se escapó de sus pulmones y su boca se resecó, tragó su angustia y tomó su mochila en donde descansaba su compañero.
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A punto de bajar las escaleras, paró y por instinto se agarró de la pared, su cabeza daba vueltas haciendo que pierda su equilibrio.
Por buena suerte no se lastimó, el intenso mareo no duró más que unos segundos pero se sintió horrible.
A paso cauteloso llegó a la cocina en donde todo el equipo se encontraba charlando alegre y alborotosamente, la fémina sonrió inconscientemente y les regaló un tímido saludo, avisó que saldría a conocer el pueblo SOLA.
Antes de que pudieran protestar salió corriendo de la taberna, mientras escalaba y saltaba árboles su capa flameaba por el viento y las carcajadas de su parte se desaparecían rápidamente, luego de un tiempo por fin se sentía realmente libre.
Los cascabeles de su mochila tintineaban y generaban pequeños soniditos por cada paso/salto que daba, de su cara no se borraba la suave sonrisa que le generaba el sentirse tan suelta...
¿Qué estaría haciendo su madre?, sabe que se encuentra decepcionada pero, ¿Le hará feliz ver a su hija casi en paz?.
Un nudo que llevaba lentamente a las lágrimas se alojó en su garganta, el mismo que intentó ignorar sin mucha suerte, ya era tarde y aquellas gotas saladas se encontraban recorriendo sus suaves mejillas mientras eran secadas por el gélido viento. La espera era tan eterna y su alma tan efímera, solamente quería ver su sonrisa aunque esta esté llena de rencor y odio.
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El pueblo estaba sumido en el bullicio, sus pasos apresurados cesaron para poder observar con detenimiento el lugar, le era agradable la gentileza de los habitantes, ojalá su hogar fuera así de amoroso.
Sacó esos agridulces pensamientos de su cabeza y se centró en su bolso, miró dentro de él, aquella mochila tenía a Elliott y unos pocos pares de monedas. Las mismas que le habían quedado de su paga, su "trabajo" aquel que consistía en tomar prestadas las cosas de los demás.
Eso la mantuvo viva durante mucho tiempo, además ella a cambio de dinero les daba al pueblo otra cosa, paz.
Tranquilidad y poder, son cosas que no se pueden tener al mismo tiempo pero que todos deseamos, salvar a las personas de los que son corrompidos por el poder es su trabajo más digno.
"Maldita sea, no soy una mala persona por quitarles una pequeña parte de algo material."
Palabras que se repetía varías veces la peliblanca, esto para no sentirse una horrible persona, tiene un problema con robar y debe arreglarlo algún día pero...
Hoy no sería ese día.
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Paseaba a paso ligero buscando personas con un estatus alto, se acercaba a ellas y les preguntaba cosas poco interesantes, siempre alardeaban de su dinero y para cuando se acordaban la menor había desaparecido de sus vistas y con algunas joyas valiosas entre sus ropajes.
Su afilada mirada se clavó en el grasoso cuello de un mujer regordeta, sus aires de superioridad se sentían a kilometros y aquel collar lujoso la llamaba en susurros imaginarios, estaba decidido.
