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La cena continuó. Lumine le echó un rápido vistazo a Tartaglia. Cada vez que lo hacía se encontraba con su mirada atenta, digna de estudio. Se estaba volviendo costumbre. Frunció el ceño y se centró en otra cosa. Sin divertirse a costa de los hombres, debatió si su padre o Dottore serían lo suficientemente rápidos como para esquivar un tenedor volador. Sus sospechas eran inútiles, ya que Tartaglia habría atrapado ese intento de lanzamiento en un segundo.

—Tengo entendido que usted tiene tres hijas —Habló el padre de Lumine.

—Sí. Se criaron con los fatui. Se han ganado sus lugares.

Ekaterina no reaccionó al comentario de su padre. 

La melancólica hizo de las suyas. Su relación con su padre era bastante tensa, y haber tenido otro hijo con quien compararla o enfrentarla había sido duro durante unos años. Aún recordaba la desaparición de su hermano mellizo tal y como si hubiese sucedido días atrás.

Dejándolo de lado, asumió que el líder prefería a Ekaterina, ya que era mayor y parecía tener más compostura, pero la escena anterior de Nadia la llevó a creer que la hermana menor tenía la ventaja. Lyudmila, por otra parte, parecía estar en medio, sin un rumbo fijo.

—Señor, perdón por la intrusión —Un fatui de menor rango apareció junto a Tartaglia—. Nuestro invitado se despertó. Parece más agradable hoy.

Tartaglia miró a Dottore, quien asintió a cambio. 

—Hablaré con él —Se volvió hacia su esposa—. Regresaré en breves.

Optó por mantener la boca cerrada, siguiendo el viejo adagio de que si no tenía nada bueno que decir, no debería decir nada en absoluto. Lo que la irritaba aún más era el hecho de quedarse sola con su padre y el líder de los fatui. La única razón por la que se había salido con la suya fue por Tartaglia. Odiaba que tuviese miedo por lo que podría suceder si no estaba con ella. No es que confiara en él, pero nadie más podía garantizarle esa seguridad.

Le llevaron un plato diferente, uno que apenas tocó. Su falta de hambre no se debió a su terquedad, eran las emociones vividas las que hicieron mella en su estómago. Se sintió aliviada de que el banquete terminase poco después.

Cuando llegó el momento de que su padre se fuera, hizo un alarde de despedirse. Dijo que vendría a visitarla en unos meses, pero Lumine no esperaba que él cumpliera su promesa. Sin embargo, a pesar de lo furiosa que estaba con él, el pánico la abrumó tan pronto como salió por la puerta. La soledad se apoderó de ella y se sintió como un cordero en terreno de lobos.

—Te llevaré a tu habitación —Le informó Lyudmila, apareciendo en la escena.

Aparentemente, la mujer era su guía no oficial. A Lumine no le molestó. A pesar de las circunstancias, Lyudmila era la única persona con la que se sentía cómoda, más o menos. Lo único que pudo ver en ella le bastó para tener una buena primera impresión.

Aliviada se sintió cuando solo estuvieron ellas dos y no más guardias siguiéndolas. Viajaron por otro conjunto de pasillos, donde el sonido metálico y las armas resonaban en las esquinas. Cuanto más caminaban, más silencioso y siniestro se volvía la estancia.

—Esta sección es para mi padre y sus parientes.

Pasaron junto a una joven y hermosa morena parada en una puerta. Su vestido era simple, pero elegante, y su cuello estaba empapado de joyas. La mujer las escudriñó mientras pasaban.

CROSSFIRE / CHILUMI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora