CROSSFIRE / CHILUMI.

17.

Los pasillos del complejo se encontraban, en su mayoría, silenciosos en medio de la noche. Si Lumine se aventurara por su cuenta tendría una idea básica hacia adónde dirigirse, pero podrían atraparla en el intento por sus queridos guardias. Afortunadamente, tenía a las hermanas para guiarla. Ellas sabían cómo evitar las patrullas nocturnas.

La parte complicada del plan había sido explicarle a Tartaglia por qué pasaría unas horas en la habitación de su amiga en lugar de irse directamente con él. Fue especialmente difícil después de su tediosa cena con Kaeya, pues Ajax no había dicho nada sobre las insinuaciones que el invitado había hecho acerca de su mujer, siquiera las miradas durante la comida o el recorrido. Su sed de sangre se había mezclado con su charla de negocios y posibles asociaciones en empresas de beneficio mutuo. Kaeya tenía a funcionarios gubernamentales de todo el mundo en su bolsillo y pensó que hacer alarde de tal influencia tentaría a los fatui. Después de todo, la organización era conocida por manipular eventos mundiales.

Intuir que había usado sus conexiones sucias para asesinar a la madre de Lyudmila y Dios sabe cuántas otras familias llenó a Lumine con un nivel más profundo de repulsión a medida que avanzaba la noche. La única forma en que logró superarlo fue sonriendo y respondiendo cortésmente cuando era apropiado.

Después de informar a Ekaterina sobre lo que querían hacer, tuvieron que ponerse de acuerdo con los preparativos. La forma de eliminar a Kaeya no sería a través de la fuerza física, sino mediante la desfiguración digital. Tenía que ser despojado de sus recursos y hacerlo vulnerable. La rubia era consciente de algunos hilos de los cual podía tirar, ya que había pasado años vigilando a su padre y sus compañeros de negocios. No obstante, necesitaba el acceso directo a la información privada y segura del Alberich para triunfar: su teléfono, aquél que habían dejado en una habitación segura.

Ahí entraba Lyudmila, dispuesta a usurpar cualquier lugar. Si tenía que entregar su teléfono, Lumine anticipó que lo revisaría en busca de errores, pistas, cualquier cosa que pudiera alterar su posición. La ejecución debía ser interna e indetectable. Una vez que el dispositivo estuviese en manos equivocadas, Lyudmila podría acceder a él de forma remota y segura para seguir indagando en el mar de datos. Lo extraería todo en un pequeño USB.

Una vez conectado al teléfono del enemigo, cargaría el malware programado para luego poder eliminar y devolverlo al almacenamiento sin que nadie se enterase. Lumine le había dado a su amiga instrucciones específicas sobre qué hacer mientras ella y su hermana recibían a su invitado. Como era de esperar, Kaeya inspeccionó su teléfono cuando se lo devolvieron. Lumine resistió la sonrisa satisfecha al conocer cómo estaban surgiendo los planes.

Se hizo tarde. El aliento de alivio que había exhalado regresó a su habitación fue breve. Tartaglia le había preguntado si estaba bien antes de empezar su sesión de besos y mimos, la forma en que la atrajo hacia sí y la abrazó con tanta fuerza fue toda la confirmación que necesitaba para convencerse de que el comportamiento del enemigo y la amenaza invisible le había afectado más de lo imaginable. La actitud de piedra que exudaba durante las negociaciones se resquebrajó por completo en su presencia. Mantener sus palabras y su mirada firme mientras daba una excusa para pasar tiempo con Lyudmila y posiblemente tener una noche de chicas para animarla requirió un poco de esfuerzo. Ajax pareció sorprendido por eso, pero no se opuso directamente. Ella le dio un beso conciliador y le dijo que no le esperase despierto. Lumine no sabía cuánto tiempo tomaría seguir con el plan y no podía arriesgarse a que su esposo se preocupara o sospechara de su larga ausencia en medio de la noche.