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El mundo de Lumine cambió a partir de ese momento. El instante en el que percibió el océano desamparado en los ojos azules sin brillo.

La oscuridad la rodeaba, una sensación cegadora e intensa mientras trataba de orientarse

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La oscuridad la rodeaba, una sensación cegadora e intensa mientras trataba de orientarse. Aunque su visión se vio afectada, también sirvió para agudizar sus otros sentidos y experimentar el olor cobrizo y amargo de la sangre en su boca, además de oler el sudor y las lágrimas que se habían incrustado en la tela que cubría su angelical rostro.

Su sentido del tacto era el más agudo, podía sentir los fuertes latidos de su corazón en su pecho, el dolor en sus músculos por la lucha por defenderse, la presión en sus muñecas y tobillos de las cuerdas que la mantenían atada. Cada pocos minutos, el suelo vibraba y temblaba, empujándola. Estaban en movimiento, pero la joven no tenía ni idea de dónde estaba o hacia dónde se dirigía.

Su concepto del tiempo se perdió. Podrían haber pasado horas o días desde que la capturaron. Lo que sea que le habían inyectado impidió que pudiera centrarse, entraba y salía de su conciencia sin nada más que el dolor constante y la sensación retumbante debajo de ella para recordarle que estaba viva. Había estado soñando con el sol y las olas de un azul cristalino rompiendo contra una playa de arena blanca cuando un fuerte sonido metálico la interrumpió. El ruido era como el metal al romperse. Momentos después, tenían las manos sobre la joven. Ella luchó por evitarlos, pero resultó inútil con sus propias extremidades atadas.

La arrastraron por el suelo. Hubo unos cortes y la presión disminuyó. Sus manos y piernas se separaron. Con cautela, las movió y exhaló un suspiro de alivio cuando descubrió que sus extremidades estaban completamente libres. Manos ásperas y desconocidas la movieron de nuevo y su cuerpo pareció inclinarse. La pusieron de pie, pero su equilibrio daba pena. El agarre sobre ella se apretó bruscamente para mantenerla erguida.

—Camina. Si intentas algo estás muerta —Murmuró alguien con dureza.

Sntiéndose más consciente que aturdida en la actualidad, gimió en respuesta ante el objeto afilado que sintió presionado contra su columna. Era demasiado afilado para ser una pistola. Tenía que ser un cuchillo. También estaba segura de que había al menos dos hombres más escoltándola. Sin embargo, era el tercero, su padre, quién más le importaba. Se preguntaba dónde estaba, ¿tendría las agallas para mostrar su rostro? ¿Fue éste un castigo por desafiarlo?

No le importaba lo que hiciera esta vez. Ella nunca se disculparía por buscar su libertad.

Otra voz habló en una lengua que Lumine no reconoció del todo. Si tuviera que aventurarse a adivinar, diría que se trataba de un ruso con un acento muy marcado. Trató de contar sus pasos en un último esfuerzo por memorizar la salida, pese a que era imposible hacer un seguimiento de todos los giros que había hecho con su mente sin funcionar a su máxima capacidad.

CROSSFIRE / CHILUMI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora