Capítulo 1

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-¿Puedes terminar con eso de una vez?, ya es casi la hora de abrir y tu aún continúas con lo mismo- gruñó mirando a su amigo.

-Ya, ya, Yoongi déjame en paz, lo hago lo más rápido que puedo- contestó aún concentrado en su tarea.

-Voy a abrir, trata de terminar antes del mediodía- exclamó con burla.

-Y tu trata de no molestar al menos hasta el mediodía- bufó frustrado pero mirando orgulloso su trabajo recién terminado.

Las puertas de "Sweet complot" acababan de abrir, varios vecinos ya estaban en la entrada esperando para hacer sus compras del día.
-Bienvenidos, ¿en qué puedo ayudarlos?- la voz grave de Yoongi recibía a sus clientes, una gran sonrisa y unos cabellos rebeldes cayendo sobre sus ojos.

El día recién comenzaba y esperaban que sea tan productivo como cada día.
Min Yoongi, era el panadero estrella del barrio. A fuerza de sacrificio e invirtiendo todos sus ahorros, había logrado hace dos años atrás, abrir su tan ansiada panadería, se sentía feliz ya que había dedicado días y noches enteras para poder lograrlo, y hoy con veintisiete años al fin podía decir que su negocio y todo su esfuerzo habían dado frutos.
El barrio en el que vivía y trabajaba era un lindo lugar. Los vecinos, ahora sus clientes, llegaban cada día en busca de los manjares que Yoongi junto a su amigo Jungkook elaboraban.
Ambos jóvenes habían llegado juntos desde Daegu, ciudad que los vio nacer y crecer, y también irse a probar nuevas experiencias. Tanto Yoongi como Jeon Jungkook son amigos desde que lo recuerdan, sus madres eran mejores amigas y se habían casado ambas el mismo día con sus respectivas parejas, y aunque hubiesen querido que sus hijos nacieran el mismo día, lo cierto es que Kookie se hizo esperar por tres años. Aún así ellos vivían uno junto al otro y sus madres se encargaron de criarlos como hermanos, tal así que Yoongi se tomaba muy en serio ese rol, cuidando y ayudando a su pequeño amigo, quien ahora lo había aventajado en altura y músculos, cosa que hacía a Jungkook molestar a Yoongi todo el tiempo.

Habían llegado a Busan con la idea de empezar una nueva vida, estudiaron gastronomía, Yoongi se dedicó a la pastelería y la panadería mientras que Jungkook se había perfeccionado como chef.  Ambos trabajaron en diversos restaurantes y negocios del ramo, hasta que al fin lograron juntar el dinero suficiente para emprender su propio negocio. Ahora por fin, podían decir que habían logrado uno de sus sueños.
Y digo uno, porque no solo soñaban con el exito laboral, claro que no, también tenían algunos otros que de a poco iban logrando.
Yoongi al fin se había comprado una camioneta que tanto deseaba y Kookie una gran motocicleta que obviamente Yoongi odiaba ya que le aterraba pensar que algo le pudiese pasar. Aún así Kook era feliz con su vehículo.
Entre muchos sueños que se creaban cada día, estaba el de enamorarse, claro como no soñar con la pareja perfecta, pero hasta ahora ambos seguían solteros y con alguna que otra conquista pero nadie que realmente llegara a invadir sus corazones, aún así no perdían las esperanzas.

-Realmente este día está siendo agotador- comentó Jungkook mientras entraba al salón con una gran fuente llena de muffins que recién salían del horno.

-Lo sé, pero no podemos quejarnos, no si queremos esa linda cabaña frente al mar- dijo Yoongi soñando con aquel lugar que tanto le había gustado la última vez que salieron de vacaciones.

-Es verdad, compraremos esa cabaña amigo, ya lo verás- y ambos siguieron concentrados en su trabajo.

Al cabo de algunas horas Jungkook le avisó  a su amigo que saldría a comprar algunas cosas que faltaban.
Yoongi solo asintió con la cabeza y al fin tomó asiento por un rato para descansar.

-¿Has visto el camión que está estacionado frente a nuestra puerta?- preguntó Kookie mientras dejaba la mercadería sobre el mostrador.

-No he salido afuera, pero ¿qué tiene?- indagó ahora si intentando ver a través de los ventanales.

-Bueno que está justo al frente y no deja pasar a nuestros clientes, además que están bajando un montón de muebles y objetos que ocupan la vereda- Informó mirando a su amigo quien ya había cambiado su cara formando un frunce en su ceño.

-Mierda, odio que hagan eso y ni siquiera avisen- gruñó exasperado y salió del negocio dejando su delantal sobre el mostrador.

Afuera la escena era sencilla, un gran camión repleto de todo tipo de muebles y objetos de mudanza estaba estacionado en la entrada, haciendo difícil el paso para cualquier persona.
Yoongi tomó una lámpara que estaba literalmente sobre el escalón de su negocio y se acercó al tipo que fumaba mientras miraba a otros dos muchachos trabajar.
-Disculpe, ¿usted es el encargado de este desastre?- cuestionó con una ceja alzada.

-Yo soy solo el conductor, el responsable está por allá- respondió dándole una calada a su cigarrillo y mirando de reojo a quien le hablaba.

Yoongi recorrió con su vista el lugar para encontrar al supuesto responsable de tal lío.
Cuando logró fijar la vista, la imagen lo dejó sin aire, frente a él un joven casi de su altura, con cabellos rubios, un cuerpo sumamente trabajado que dejaba notar su pequeña cintura, su ancha espalda y sus bien torneadas piernas, y su rostro, waww Yoongi jamás había visto semejante perfil, ojos celestes pequeños y expresivos, mejillas abultadas y unos labios esponjosos que invitaban al descontrol, indudablemente el hombre más hermoso que había visto en sus veintisiete años de vida.
Se acercó lentamente, sin dejar de verlo  embobado, el muchacho lo miró y le lanzó una sonrisa que Yoongi creyó que su corazón saldría despedido de su pecho. Sus ojitos se habían cerrado formando unas finas líneas, sus mejillas se abultaron aún más y sus labios enmarcaron todo su rostro.
Si indudablemente era más que hermoso a sus ojos.

El chico estiró su mano y entonces habló.
-Hola, soy Jimin, Park Jimin, acabo de llegar aquí, es decir soy de Busan  pero vengo a vivir aquí ahora- su sonrisa seguía pintada en su rostro.

El otro estaba en shock y por un momento no pudo emitir algún sonido.

Jimin frunció su ceño al no obtener respuesta, y entonces decidió seguir con su trabajo.

-Yoongi- dijo casi en un susurro y su sonrisa pintó su propia cara.

Jungkook se acercó al ver a su amigo en tal escena, lo miró sin entender demasiado, ¿Yoongi sonriendo? Eso era raro por demás.
-Hola soy Jeon Jungkook, y la estatua sonriente a mi lado es Min Yoongi, somos los dueños de la panadería, ¿tu quién eres?-

-Oh, mucho gusto Jeon Jungkook, soy Park Jimin, y soy su nuevo vecino, acabo de comprar el departamento que está sobre su negocio. Quiero disculparme por el desorden, pero les aseguro que terminaré lo antes posible- explicó mientras tomaba la lámpara que Yoongi tenía en sus manos.

-Al parecer mi amigo  no está molesto- dijo Kookie mirando a Yoongi quien no reaccionaba.

-Bueno parece que no habla mucho ¿verdad?- Indagó confundido mirando al otro que seguía sus movimientos sin salir del shock.

-Yoongi, amigo, ¿estás bien?- llamó mientras movía su mano frente a los ojos del otro para intentar despertarlo de su ensueño.

Jimin siguió con su tarea y dejó a los amigos quienes ya se dirigían hasta su negocio que había empezado a llenarse de clientes.

Yoongi giró a mirar a su nuevo vecino, sin dudas sería interesante tenerlo cerca.

Dime quién eresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora