bertholdt hoover

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ベルトルト・フーバー

"Mariposas"

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"Mariposas"

El chico de gran altura contemplaba con ojos de amor la escena que estaba pasando justo frente a sus narices.

El viento hacía que los cabellos de la chica bailaran mientras ella cerraba los ojos y dejaba que el sol adornara su rostro. Llevaba un vestido blanco y estaba descalza, había flores por doquier. Margaritas, un campo lleno de ellas.

Ahí se dió cuenta de estaba verdadera, loca y profundamente enamorado de esa eldiana y no había nada que no pudiera hacer por ella. Debía confesar sus sentimientos antes de que fuera demasiado tarde.

La chica abrió sus ojos  y volteó a verlo con una sonrisa que hizo que el corazón de Bertholdt latiera 100 veces más rápido de lo normal.

—Podría quedarme aquí para siempre. —dijo bajando de la colina en la que se encontraba.

—Es muy bonito. —tragó saliva nervioso mientras se pasaba una mano por la cabeza.

—Lo es. —esbozó una dulce sonrisa mirándolo directamente —Me gustan tus ojos. —le pasó una mano por la mejilla y la acarició, a lo cuál el chico se sorprendió.

—Gra-gracias.

La chica lo tomó de la mano para regresar a la cabaña, debían llegar pronto si no querían que Levi los castigara por arribar pasado el toque de queda que había impuesto la Legión por seguridad.

Corrieron alocadamente mientras reían. Bertholdt llevaba un sombrero que a los ojos de la chica lo hacía ver tierno.

—Una carrera de este árbol hasta la cabaña. —lo retó.

—Acepto.

Los adolescentes contaron hasta tres y movieron sus pies lo más rápido que pudieron. Segundos después una cosa estaba clara, el chico había sido el vencedor.

—Trampa, trampa. —gritó exigiéndole una revancha.

—Lo siento, niña. Tendrás que ser más rápida la próxima vez. —dijo Bertholdt.

—Lo mismo va para los dos. —Levi los sorprendió, estaba sentado en un sillón con un té en sus manos. —El toque de queda ya pasó, mocosos. Como castigo tendrán que patrullar a medianoche.

Ambos se quejaron silenciosamente pero respondieron con un "Sí, señor".

Al llegar la noche Bertholdt y su amor platónico se encontraban en el cuartel de vigilancia.

—Bueno por lo menos no nos puso a limpiar. —animó el chico alto mientras le revolvía el cabello a la fémina con cara de somnolencia.

—Está bien, fue mi culpa. Yo te dije que quería ver el campo contigo, perdón. —se disculpó en un susurro.

—Yo quería ir, no me obligaste. Me la pasé bien. —sonrió levemente mirando al cielo, muchas estrellas adornaban la atmósfera.

La chica en vez de mirar las estrellas contempló al chico y al analizar cada parte de su rostro sintió como un revoloteó se accionaba en su estomago. No podía creerlo, estaba enamorada de Bertholdt Hoover y había sido tan tonta como para dejarlo pasar después de haberlo conocido por poco más de tres años.

—Berth, ¿Cómo se siente el amor?

El chico abrió los ojos sorprendido y no supo que responder.

—Y-yo, yo no lo sé. —dijo decepcionando por un momento a la joven de orbes brillantes. —Supongo que es un sentimiento que no comprendes hasta que está frente a ti. —la miró. —¿Te acuerdas de esa mariposa azul que vimos volar? —ella asintió —Es como tener miles de esas en el cuerpo, revoloteando. Haciéndote sentir feliz por cada cosa que esa persona hace.

—Eso es muy bonito. —dijo acercándose más al azabache —Es muy curioso, así me siento cada vez que te veo. —sorprendió al chico pero segundos después este la tomó de la cintura y ella colgó sus manos en su cuello.

—Es una gran casualidad entonces, porque yo siento lo mismo contigo. —cortó la poca distancia que tenían con un beso, ese beso que había ansiado por tanto tiempo y era el único sueño que tenía todos los días desde su enamoramiento. Sus labios se movían al compás mientras la chica acariciaba su cabello pero se separaron abruptamente debido a unos gritos.

—¡Yujuuuu! ¡Te dije que se besarían!. Págame, págame. —le exigió Sasha a Connie detrás de unos arbustos. El rapado solo rodó los ojos y extendió el dinero con una mirada desalentadora.

—Oi, Sasha. Para que te pague doble. —gritó para después tomar por las mejillas al chico y volviendo a unir sus labios.

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