4.

20 2 0
                                    

– Te quedarás aquí esta noche, no te presionaré para hablar de todo esto, pero necesito saber que estás bien, al menos por hoy. - el rubio a pesar de querer reclamar solo asintió levemente.

Tras unos minutos y aunque ya no había lágrimas que limpiar, Bakugo seguía arrodillado ante su compañero cogiendo con delicadeza su rostro y mirando fijamente a esos conocidos ojos rojos. En ese momento lo invadieron los recuerdos y junto con una gran sensación de paz, aquel primer curso en la UA le había regalado a una gran persona.

Por su parte Kirishima se encontraba un tanto avergonzado por la postura y su comportamiento, se suponía que era él quien debía de brindar ayuda, estaba siendo muy poco masculino. Pero no engañaba a nadie, adoraba la calidez de las manos de Katsuki, lo íntimo de la situación y que por unos instantes los problemas pasados se disolvieron.

– Ojalá todo se quedara así para siempre, todo sería mucho más fácil. - soltó un pequeño suspiró mientras rompía el contacto visual.

Bakugo lo miraba atento, si entiendo que ese era el momento de quitar las manos del rostro ajeno y tratar de dormir, aunque sinceramente se le haría una noche muy larga.

– Supongo que hay personas que no están destinadas a tenerlo sencillo -  ambos corazones se encogieron ante tales palabras, sabiendo que no era eso lo que querían – y juro que no te haces una idea de lo que duele, Kiri.

Ese apodo... cuando conoció al rubio jamás pensó que pudiera tener un lado sereno, gracioso e incluso cariñoso, ese sobrenombre surgió totalmente de improvisto en el día en el que ambos se dieron cuenta de que serían grandes amigos, sobra mencionar que Bakugo lo negaría todo si alguien le preguntase no se mostraría tan endeble ante unos simples "extras". Para Kirishima volver a escucharlo después de tanto fue sobrecogedor y no pudo esconder  su tristeza ante la actualidad, todo era tan diferente ahora.

Sin querer pensar más de la cuenta, se levantó del colchón y entre los dos comenzaron a preparar un pequeño futón japonés para el rubio, sin cruzar miradas ambos se metieron en sus respectivas camas y quedando de cara al techo, con el deseo de que el silencio de la madrugada les aportase algún tipo de respuesta o guía.

– Gracias, por todo. - susurró con voz áspera Katsuki.

Eijiro no se acostumbró en su momento a escuchar al rubio decir esas palabras, o en general alguna palabra buena, se encontró tratando de contener el llanto nuevamente. Con el pensamiento de crear cambios se metió en su cama prefiriendo no responder.

Gélido [Reescrita]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora