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Sin querer fijarse en el rostro de Katsuki avanzó a paso rápido, evitando un encuentro incómodo.– Ya me iba, puedes quedarte.- dijo sin mucho rodeo, no mentía, aquella altura verdaderamente le había causado una mala sensación.

– Quédate, por favor. - susurró casi inaudiblemente, mientras sujetaba su muñeca impidiendo su salida - solo unos minutos.

Sin alejarse dudó, mirando de reojo la cara del rubio, el agarre sobre su muñeca se afianzó. Rendido ante el raro comportamiento se dejó guiar hasta la pared sobre la que ambos se apoyaron para deslizarse hasta el suelo.

Aunque los encuentros y la convivencia eran usuales desde aquel incidente no volvieron a cruzar palabra fuera de entrenamientos en los que se dedicaban sencillas indicaciones, "¿Qué está sucediendo?" se preguntaba Eijiro. El frío calaba en los huesos de ambos jóvenes y al parecer causó reacción en el mayor que bajo un ligero temblor comenzó a hablar.

– ¿Sabes? a veces sentir es demasiado para mí, puedo notar como mi cabeza poco a poco comienza a nublarse, la sensación de ahogo que esas garras negras causan sobre mi garganta, los recuerdos...- riendo ligeramente pasó su mano libre por su nuez acariciándola con suavidad.- Esto me supera, cada día que pasa soy más débil.

Kirishima ladeó la cabeza en su dirección esta vez conectando miradas, pudo notar su corazón encogerse al ver los ojos aguados de Bakugo, aún así estaba desconcertado sin saber que rumbo tomaría la conversación.

– Odio a la gente débil, pero mírame, estoy patéticamente vivo gracias a vosotros. Solo se causar problemas,  únicamente soy un patético monstruo.- Perplejo el compañero a su lado seguía digiriendo todas las corrosivas reflexiones, soltó la muñeca ajena y caminó al frente dirección al antepecho. 

En un acto de impulsividad se subió a él extendiendo las manos, con la mirada perdida entre el cielo y el suelo, lágrimas sólidas cayendo sobre sus pómulos, a pleno pulmón y con la voz rota vociferó: – ¡SOY JODIDAMENTE DÉBIL, TAL Y COMO ELLA DECÍA!.- Kirishima palideció, levantándose con sigilo tratando de no asustarlo. – Me escogieron porque creían que podrían convertirme fácilmente en villano, hasta ellos piensan que soy un  monstruo ¿no es así?  Durante días estuve atado, tan atrapado como cuando me atacó capturado un villano la primera vez, al igual que cuando gané el festival de primavera, soy un monstruo, Kirishima ¡UN MALDITO MONSTRUO QUE DESTRUYÓ AL SIMBOLO DE LA PAZ, JODER!

Aún no había reparado en la presencia del menor detrás de él, su cuerpo se balanceaba sin miedo alguno sobre el muro, nervioso tiró de él hacia sí mismo por la cintura cayendo ambos al suelo. – Ssh tranquilo, todo está bien ahora.- aún en el suelo y agarrado a su cintura le susurraba con la voz más suave que el miedo le permitía. Estático Bakugo dejó de desvariar, parecía estar en su propio mundo, con las manos sobre su garganta de nuevo.

Con dificultad el pelirrojo consiguió llevarlo hasta su propio dormitorio, lo guiaba como si de un niño se tratase mientras este con la mirada perdida se sujetaba de su brazo. Cuando llegaron Eijiro le tendió algo de ropa cómoda ya que el rubio aún seguía con su uniforme, comenzó a desnudarse frente su compañero quien lo observaba con disimulo desde la cama, la expresión de Kirishima se contrajo en angustia.

No era un secreto que Bakugo mantenía las distancias con sus compañeros y ahora que reparaba en su físico se daba cuenta de la mala condición en la que se encontraba, la pérdida de masa muscular era lo más evidente, se veía mucho más delgado e incluso se notaba en su postura que ahora era ligeramente encorvada. En la parte izquierda de su torso pudo ver una gran cicatriz en la que nunca había reparado, pero lo más impactante era su rostro, con la luz de su habitación apreciaba con facilidad los surcos grisáceos debajo de los ojos del chico,  sus labios gruesos y rosados estaban completamente secos y algo partidos y la expresión de cansancio era algo notable desde la lejanía. 

"¿Cómo nadie lo ha notado? Todo este tiempo lo ha pasado en completa soledad, deberíamos haber hecho algo". Se repetía una y otra vez con la culpabilidad creciendo dentro de él, en ese momento no le importaba nada, solo el bienestar del rubio.

Sin darse cuenta estaba llorando, con el peso de la impotencia cayendo sobre él.

Katsuki pareció volver de sus pensamientos cuando escuchó los sollozos y aún posponiendo la tarea de ponerse una camiseta fue hacia Eijiro, arrodillándose ante él quitando las manos que le tapaban el rostro para acunarlo él mismo con sus ásperas manos, limpiando sus lágrimas. El pelirrojo resopló, avergonzado. 

– Lo siento no debería de estar haciéndote pasar por esto realmente no merezco tu tiempo, Kirishima. - Bakugo volvía a hablar entre susurros después de su periodo de silencio, sintiéndose arrepentido por haberse derrumbado con tanta facilidad frente a alguien.

– Katsuki, no volveré a abandonarte jamás.

Gélido [Reescrita]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora