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- Tú...tú vas a ser buen chico ¿verdad? Sí, sí, sí, vas a ser muy buen chico y vas a contárnoslo todo. - la chica rubia atusaba uno de sus moños mientras hablaba distraídamente - Aunque... si no lo fueses también podemos pasarlo muy bien juntos - lo único que llenaba la habitación era aquella risa boba y aguda.

Bakugo la miraba enfurecido, su visión comenzaba a fallarle, tal vez por la angustia o quizás por algún tipo de droga.

- No voy a decirte nada, loca de mierda, si no me sacas de aquí pronto juro que volaré todo esto. - casi escupía sus palabras, el odio lo rebosaba y la menor era consciente.

La cara de la rubia desconocida se torció, de repente se levantó del suelo desde el que lo miraba y sacando algo de una de sus medias se acercó rápidamente.

- Repite eso, vamos repítelo, mírame a los ojos y di "Toga, voy a volar todo esto y no voy a contarte nada, loca de mierda" - apoyó su frente sobre la de Katsuki y acarició cariñosamente su cabello, él le regaló una mueca de desagrado.

Toga parecía fuera de sí tan solo cerraba los ojos pareciendo disfrutar de los mimos hacia su rehén. Comenzaba a impacientarle el silencio del rubio, le molestaba su falta de actitud repentina, no le daba información ni diversión y era algo que no podía tolerar.

- Re-pi-te-lo, ¡vamos es una orden! - su mano libre trazó un camino gentil a lo largo del rostro ajeno, que terminó en un agarre firme.

La respiración de Bakugo se aceleraba por momentos a pesar de la creciente sensación de angustia y una clara desventaja por sus ataduras, era un chico impulsivo y Himiko dinamitó a la perfección su paciencia. Sin importarle lo peligrosa que aquella adolescente podría llegar a ser clavó la mirada en esos escalofriantes ojos dorados y con altanería comenzó a hablar.

- Eres patética, mírate llevas horas frente a mi esperando que te diga algo, totalmente desesperada. Lo único que conseguirás será una explosión en ese deformado rost...- el aire se esfumó de su cuerpo al sentir como la filosa daga de la rubia se clavaba sin parar y violentamente en uno de sus costados.

Himiko rio y continuó las caricias sobre su cabello, mientras se ensañaba con su otra mano con la profunda herida del joven. - Ya lo advertí, aún si no eras buen chico nos lo pasaríamos genial.

{...}

Entre alaridos de terror Bakugo se despertó pudiendo sentir todavía el ardor de las puñaladas. - ¡NO, NO, NO, NO! ¡PARA, JODER, PARA! - las lágrimas cayeron acompañadas de gotas de sudor frio, su voz se fue apagando hasta ser simples susurros- para, no más por favor. - imploraba sin recordar donde se encontraba.

- ¿Pero qué, Bakugo, qué sucede? - asustado prácticamente se lanzó a la cama de Bakugo. - Eh, vamos tan solo ha sido un mal sueño todo está bien ahora, solo somos tú y yo.

- ¿Ki-Kirishima, dónde está, se ha ido?- temblando bajo el toque del pelirrojo, quien trataba de mantener la calma sin saber de quién o qué hablaba intuyendo que se relacionaba con su conversación en el último piso.

- Tranquilo, ya te dije que solo estamos nosotros, te invité a dormir en mi habitación ¿recuerdas? Es solo una pesadilla. - intentó sonar delicado e incluso le regaló una sonrisa reconfortante, con dulzura le secó las lágrimas

Tras unos minutos Katsuki lo miró con una expresión infantil, su labio inferior temblaba tratando de contener el llanto.

- No dejaré que nadie te haga daño.

- ¿Lo prometes? - sabía que pensar en algo así en esa situación estaba mal, pero a Eijiro le pareció adorable.

Con cuidado lo recostó sobre el colchón y le tendió un vaso de agua, decidió no alejarse hasta que el rubio se quedara dormido otra vez, sin embargo, a él también le venció el sueño.

Gélido [Reescrita]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora