[CAPÍTULO 17]

118 10 45
                                    


12/07/2009 | Valle del noroeste, afueras de Inazuma, Japón.

12/07/2009  |  Valle del noroeste, afueras de Inazuma, Japón

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—No te muevas.

La mano de la chica apretaba la boca del niño más pequeño de los dos.

Apenas se atrevían a respirar por el miedo, estaban paralizados y aún querían estarlo más, era un terrible silencio el que inundaba la zona.

Una vez los hombres abrieron la caseta y no encontraron rastro de los niños volvieron a cerrar de un golpe la puerta devolviendo los latidos al corazón de los pequeños.

El menor al poco tiempo de haber sido encerrados en la casa repleta de simple paja apilada y esparcida por el piso en general, se dejó car sobre su hermana sin fuerza alguna. Ella le acarició los cabellos impotente estrechándolo en sus brazos.

—Tranquilo, ya estás fuera, estás fuera, todo va a estar bien —le susurró teniéndolo acostado sobre sus piernas mientras por el otro lado abrazaba a su otro hermano quien tomó la mano del pequeño con una mirada deprimida.

Las esqueléticas facciones del menor estaban peor que la última vez que lo habían visto, sus ojos estaban rojos y sin fortaleza, solo se dejaron cerrados provocando un susto efímero a la muchacha quien juntó su oreja con el pecho del niño.

—Isaac... —murmuró el menor aún consciente aunque sus ojos estuvieran cerrados y el cuerpo sin fuerza.

—Dime —se acercó de manera casi imperceptible debido al temor de causar ruido.

—¿Tengo sangre?

La muchacha acarició el rostro de su pequeño hermano mientras el nombrado empezó a mirarle el cuerpo. Observando las piernas sin carne del niño que se flexionaban juntando las rodillas por la escasa energía, dio con la respuesta al verle los muslos y espalda baja.

—Sí, ¿qué pasó? ¿qué te hicieron? —le apretó la mano poniendo la suya en el coxis del pequeño.

—Estaban quitándome sangre con una manguera —entonces movió su brazo hasta tocar su hombro—, de aquí.

—No te va a pasar nada, te vamos a cuidar, tú lo que tienes que hacer es aguantar, te prometo que te cuidaremos —la mayor le acariciaba los cabellos suplicando que se mantuviera vivo aún por más imposible que parecía ser.

Una pila de heno sorteada con otras más altas fue la cama en que dejaron al menor de los hermanos, un escondite suficientemente bueno para lo que intentarían pasar allí.

Cuando habían quedado un poco más descansados Isaac se acercó al menor para decirle las palabras que lo mantendrían con vida meses después.

—Tienes hambre, te sientes mal, tendrás frío y miedo; pero debes ser fuerte y poder pensar, eres muy listo, piensa rápido y ten planes, no te rindas y piensa en lo que te parezca que te va a mantener vivo, ¿me lo prometes?

HELL: Survivors   |   Inazuma Eleven Go AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora