10

2.7K 202 38
                                    

𝐆𝐢𝐚𝐧𝐧𝐚



Rocío la fragancia de mi perfume por mi cuerpo y me observo una última vez por el espejo retrovisor de mi carro asegurándome no tener ningún error en mi maquillaje casi al natural, por reglamento de las clínicas no está permitido este tipo de prácticas pero ser la jefa tiene sus privilegios por lo que retocando mi labial bajo de mi coche colgándome mi bata al hombro.

Bebiendo mi botella de agua matutina paso mi tarjeta de ingreso después de haberme tomado un día completo de descanso, los últimos días han sido lo suficientemente estresantes como para obligarme a pasar un día completo en mi propio spa -el cual inició Lenna y fui yo quien le continuó al negocio y cumplió su sueño, extender su firma personal en diferentes sucursales alrededor de México y Estados Unidos-, fue la mejor decisión para respetar y consentir mi salud mental y belleza física.

Mi teléfono se encuentra apagado desde hace más de veinte horas cuando el numero de Alfredo y algunos más, desconocidos, han estado insistiendo en saturar el aparato con llamadas por lo que no me sorprende ver a Ovidio y Alfredo Guzmán preguntando por mí en el otro extremo del escritorio en forma de medialuna que es el recibidor de recepción.

—Que le digo que la doctora Lisboa se presentará en los próximos minutos, ya deje de insistir señor.—Les doy los buenos días a las recepcionistas llamando la atención de los hermanos, Alfredo es el primero en caminar con prisa hasta llegar a mí y Ovidio le sigue por detrás haciéndome un leve asentimiento de cabeza en forma de saludo.

—Ya no soporto a Iván, Gianna, está como loco preguntando por ti, amenazando a los otros médicos para que dejen de reemplazarte...

—Y ha intentado escaparse tres veces ya.

—No hay fiera a la que una madre no pueda domar—Alejandrina se hace presente sacudiendo sus manos y arreglando las casi inexistentes arrugas en su fino blazer de lanilla.—Vete a cumplir lo que pidió tu hermano antes de que comience con sus quejas otra vez.

Alfredo, de mala gana, asiente y se marcha refunfuñando. Internamente la situación amerita que me cause gracia, a pesar de que sean hombres adultos, con sus portes intimidantes y semblantes que te ponen a temblar con solo una mirada siguen manteniendo el respeto debido a su madre, tanto que hasta parecen temerle y me parece perfecto.

—Regresaré para traerle a Iván lo que pidió y luego regreso, a ver si no se inventa una fiebre más para que lo atiendan.—Ovidio rueda sus ojos y entiendo aquella referencia.

¿Acaso Iván hizo algo tan tonto para tenerme trabajando para el?  

—Me alegra que hayan vuelto a recuperar lo que hace años se rompió, ver hoy a mi hijo aferrado a algo que no sea solamente su ambición hizo que mi corazón se sintiera cálido y latente una vez más, se volvió a llenar de vida al ver el brillo en sus ojos.—Esta vez la emoción habla y desborda hasta por los poros de la mujer de cabellos oscuros, deja una pequeña caricia en uno de mis brazos dándome una de sus miradas maternales y no puedo envolverla en un engaño, es mejor hablar con la cruda realidad que dejar que monten sus ilusiones, se suban a ellas y desde la altura luego caigan golpeándose con la mera realidad.

—Alejandrina, no quiero ser borde y mucho menos grosera pero lo que se rompió hace años no va a restaurarse mágicamente por el tiempo y la distancia, tampoco si yo no lo quiero—Soy capaz de observar como el brillo en sus ojos poco a poco se apaga pero aun así no borra su pequeña sonrisa ladina, aferrándose a un sueño que ella sola se idealizó.—Iván es buen tipo—Me quiero convencer a mí misma de que sigue siendo la misma persona que un día me permitió conocer, si hubiese cambiado algo en él, sus personas más allegadas no hablarían las maravillas que dicen.—Y necesita una buena mujer a su lado, no yo-Me encojo de hombros intentando pasar por su lado pero me lo impide tapando mi camino con su propio cuerpo.

Lonely | Iván Archivaldo Guzmán |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora