Lonely | Iván Archivaldo Guzmán |

Capítulo especial- 1/2

| Recuerdos | 

Años atrás
La Sierra, 9:30 pm

Gianna

La suavidad del lápiz labial roza mis labios tiñéndolos de un rojo fuego que los resalta aun más de lo que llaman la atención al natural, sobre mi cama a mi espaldas, un descontento Alfredo Guzmán no deja de de bufar y expresar lo poco conforme que está con mi vestimenta y la de mi hermana, siento sus ojos recorrerme una y otra vez pero lo ignoro, su enojo es injustificado siendo que luce igual de arreglado que nosotras, está muy apuesto y claramente las miradas de las hijas de los socios de nuestros padres se posarán sobre él y Archivaldo, sin embargo, como mejor amiga no me es indicado reclamarle absolutamente nada.

—¿Crees que Lenna si se haya cambiado?—Su ceño se frunce y un pequeño puchero se forma en sus labios, sé que no es consciente en que lo hace y más aun cuando está enfadado y frustrado como lo está ahora.

Me encojo de hombros, si yo soy muy difícil de persuadir, mi hermana lo es cien veces más. Su carácter siempre se ha destacado por ser una mujer serio, firme y segura de sí, impactando y llamando la atención de los demás a su paso, es una persona que no se inmuta por nada ni nadie que no sea su familia y amigos más cercanos -como los Guzmán-, pero también es tan dulce y dócil con ellos y con cualquier niño que parece tener dos personalidades distintas que saca a relucir cuando son necesarias.

Y luego estoy yo, la pequeña copia de Lenna que se abre paso en el mundo de adultos con la ayuda de Alfredo e Iván, el primero, mi mejor amigo desde que tengo memoria, el niño que me cuidó de cualquiera que me molestara en el colegio y que me acompañó en cada travesura, el adolescente que espantó a los niños cuando comenzaba a ser una señorita y querían cortejarme y el muchacho rondando los veinte años que no deja de coquetearle a mi hermana mayor peor que tampoco me deja coquetearle a su hermano mayor y este mismo, el segundo, un extraño muchacho con unos escasos años más que deja muchas expectativas al la deriva. Aun siendo cercana a Alfredo, muy querida por sus padres y llevándome con Ovidio, son muy pocas las veces que logro entablar una conversación con él que no sea por pura cordialidad o necesidad estando delante de demás personas, sin embargo, cuando estamos simplemente él, su hermano, Lenna y yo, se convierte en alguien muy diferente, la sonrisa que nunca luce se hacer presente enchinando sus ojos y el brillo en ellos hace que la oscuridad y frialdad los abandone. Su expresión corporal es muy distinta, luce relajado, a gusto con el ambiente y las compañías, aporta a las conversaciones, inventa y cuenta chistes así como también se ríe cuando le apetece pero cuando debe verse involucrado en el negocio de su padre, al recién ir comenzando, vuelve a su postura ruda, seria y tensa intimidándome e incomodándome de sobremanera porque no es el Iván que conozco.

El sonido de la puerta de mi habitación hace que deje de jugar con la bola de pelos sedosos y brillantes que dice ser mi gato y me concentre en la esbelta figura de Lenna enfundada por un ajustado vestido color marfil que resalta sus curvas pero que muestra menos piel que el anterior que traía puesto. Mi boca se abre por la sorpresa y no puedo creérmelo.

—¡Te cambiaste porque te lo ordenó Alf!—Chillo sin poder contenerme, mi dedo la señala y ella se ríe acomodando su alaciado cabello detrás de su oreja, la cual está decorada por un pendiente pequeño pero que brilla con todo su esplendor, los aretes de diamante que le regaló Iván por su cumpleaños.—¿Qué hiciste con mi hermana y dónde la dejaste?—Me aseguro de examinarla a detalle merodeándola, sigue igual de hermosa y despampanante, tanto, que ni Alfredo se pierde detalle alguno.

—Te ves preciosa, Lenna.—Mi pecho se comprime de la emoción. El halago de Alfredo me sorprende pero no soy capaz de expresarlo cuando Iván irrumpe también en mi cuarto desbaratando su corbata y pasándosela simplemente por el hombro.