trente-huit.

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trente-huit.

el oji-verde había salido de su habitación en el momento que su amigo había salido del baño, para darle un poco de privacidad y sólo volvió a entrar cuando el mismo luke abrió la puerta del cuarto.

lo vio recostarse en la cama, con su mirada fija en el techo, llena de dolor y sumamente cansada.

se sentó al pie de la cama y le miró, jugando con la sábana antes de hablar.

"¿quieres que prepare otra habitación? puedes dormir aquí y yo en la otra." el chico sólo negó. "¿quieres ir a urgencias?" volvió a negar. "¿a la policía?"

"no, michael." por fin, esos ojos azules le miraron, inundados de lágrimas. "por favor, no le digas nada a karen." y volvió a mirar al techo, pronto cerrando sus ojos y dejando que las lágrimas silenciosas se deslizaran por los costados de su cara. "sólo quiero dormir y no despertarme más nunca."

sólo eso bastó para que michael también comenzara a llorar. le dolía, le dolía ver a luke en ese estado. le dolía no haber estado ahí para él, para evitar que pasara por lo que pasó ese día. le dolía que sólo le siguieran pasando cosas malas a alguien que merecía sólo lo mejor del mundo.

"¿qué puedo hacer para ayudarte, luke?" susurró entre su llanto, realmente sin intenciones que el rubio le escuchara.

"no hay nada que hacer, mike. ya pasó y no hay nada que sea capaz de borrarlo de mi mente." luke dijo de forma calmada, para luego comenzar a sollozar.

nada iba a borrar que el hombre que le había enseñado a andar en bicicleta, el mismo que le limpiaba las heridas cuando se lastimaba y que le acostaba a dormir por las noches de manera cariñosa ahora era el mismo que abría sus heridas y el que lo habría marcado de por vida esa tarde.

bruised. mgc+lrhWhere stories live. Discover now