Por fin, había llegado a casa. Sus padres la recibieron como todos los días: sonrisa falsa y saludo de bienvenida fingido.
A Frida le causaba tristeza esa actitud. Nunca tenían una charla normal. Le hubiera gustado ser como sus amigos, sentirse querida e importante para sus padres, pero, en realidad, ellos estaban muy ocupados con su fanatismo religioso.
Ella no creía en la existencia de los ángeles; nunca lo había reconocido abiertamente porque sabía que podía causar un enorme revuelo, además, traería problemas a sus papás, quienes serían mal señalados. Le parecía ridículo, pero tenía que soportar todo lo relacionado al tema solo para no quedar mal.
—Hay comida en…
—Está bien.
La chica fue a su habitación sin probar bocado. Estaba muy agotada como para aguantar la cena con sus padres, quienes, ceñudos por su actitud, retomaron su anterior conversación.
Observó su móvil: ninguna llamada ni mensaje perdidos. Probablemente porque a nadie le importaba. Tal vez todos estaban rezándole a sus ángeles, al menos eso pasaba por su mente.
Al día siguiente tenía que ir a casa de su vecino para hacer una maqueta de Arquitectura, sería temprano, así que no pensó mucho en dormir.
*
**
—Mamá, papá, voy a salir. Iré a hacer una maqueta con John y…
—Está bien.
Ría observaba la escena, como siempre; no le extrañaba que Frida fuera tan distante con sus padres cuando ellos eran de la misma manera. Tenía que hacer algo para que las cosas dejaran de ser así, pero ya lo había intentado por mucho tiempo y nada funcionaba a lo largo de diecisiete años. Sabía que algo estaba mal, pero no el qué; le parecía incluso irónico que sus padres la trataran de esa manera siendo tan apegados a la espiritualidad. O sus ángeles protectores no estaban haciendo bien su trabajo, o había algo más. Ella podía charlar con los otros ángeles, pero no lo hacía porque era trabajo de ellos solucionar sus propios problemas.
Como su protegida tenía que salir, ella iría con ella. Le parecía extraño, pues Frida nunca hacía trabajos en equipo con sus compañeros aunque fuera obligatorio. «Seguramente es por ser el trabajo más importante del periodo», pensó.
Era sábado y la mañana estaba muy fría. Podía verse el vaho salir de la boca de las personas. Ría no se preocupaba por sí misma porque no podía sentir físicamente, pero sí por Frida.
La chica tocó la puerta del vecino y este la recibió con una sonrisa cerrada, invitándola a pasar. Frida no sonrió ni hizo algún gesto; era tan fría como la misma mañana.
Ría, al entrar, notó el ambiente muy pesado, incluso apostaba por que estaba más frío ahí adentro que afuera.
—¿Y John? —preguntó Frida.
—No ha llegado. ¿Quieres algo de tomar? —Frederick ni siquiera esperó una respuesta y empezó a servirle agua en un vaso—. ¿Trajiste el dinero?
—Sí —dijo mientras mostraba un billete.
Entonces, el timbre de la puerta sonó. Frederick la abrió y se encontró con un John sonriente, como si estuviera asistiendo a la fiesta de graduación, la cual no estaba muy lejos.
—¡Ey, Frederick! ¿Qué tal, hermano? ¿Ya está Frida aquí? —Su entusiasmo aturdía.
—Aquí estoy, John —dijo Frida, sonriendo lo menos notorio posible. John se abalanzó a abrazarla, incluso la elevó un poco.
—Bueno, ¿qué dicen si empezamos de una vez? —preguntó John más tranquilo.
Todos asintieron; Frida terminó de beber agua y empezaron a organizar los materiales y el dinero para lo que faltara.
**
***
Ría estuvo preocupada todo el tiempo. No le molestaba tanto el hecho de que los padres de Frederick no estuvieran, aunque eso era alarmante en cierta forma, sino que… no veía por ningún lado al ángel protector de Frederick.
Pasado un rato, se escucharon hasta la biblioteca voces provinientes de la entrada.
—Llegaron mis papás. Ya vuelvo —dijo Frederick. Se dirigió a la entrada y el resto permaneció en la biblioteca, añadiendo detalles a la base de su proyecto.
Y Ría se puso tensa al escuchar a Sabath, el padre del chico, pronunciar el nombre de su esposa.
«Dailén», pensó Ría, tratando de atar cabos.
Ría podía verla, pero Dailén a ella, con su forma física, no.
El ángel protector de Frida empezaba a preguntarse cómo es que no se había dado cuenta de eso dicisiete años atrás, y estando siempre al lado. Claro, es que ella siempre había estado solo al pendiente de Frida, su casa y nada más.
—Hola, chicos, sigan sintiéndose como en casa —pidió Dailén. John y Frida saludaron a ambos padres y siguieron trabajando.
Ría pudo notar el ángel protector de Sabath: se veía desesperanzdo; físicamente, el hombre era como un títere que sonreía.
—¿Qué ha pasado aquí? —preguntó Ría al otro ángel femenino.
—Ese demonio tiene un plan malévono. Y no está sola.
Aquello había sorprendido todavía más a Ría. Si era de por sí bastante malo que Dailén estuviera ahí, que tuviera un ayudante era doblemente peor.
No preguntó más. Decidió seguir observando. Como siempre.
***
****
—Oigan, habrá una exposición de ángeles este fin de semana, ¿quieren acompañarme?
—Los ángeles no existen —respondió Frida a John.
El chico, e incluso Frederick, la miraron fijamente, como no pudiendo procesar bien aquellas palabras. Lo cierto es que Frida lo había dicho sin pensar; claramente, no pasaba por un filtro sus palabras.
—Solo bromeaba chicos. —Rio despistadamente y añadió, poniéndose de pie—: Voy a usar el baño.
—Claro, fondo a la izquierda —dijo Frederick.
La chica fue hacia allá y, sin levantar la tapa, se sentó. Solo necesitaba despejar un poco su mente; no toleraba que las personas hablaran de los ángeles como si fueran la gran cosa. Además, Frederick la ponía un poco nerviosa.
Ría la observó detenidamente; ese chico era un peligro para ella, sin embargo, por otra parte, Frida podía hacer algo para cambiarlo. Después de un rato de observación, había concluido en que los dos podrían complementarse muy bien si se relacionaban de cierta manera, y por lo visto, no era algo absurdo tomando en cuenta el efecto que el chico ocasionaba en ella.
Los humanos se relacionaban entre sí mediante lazos, entre ellos el amor. Conociendo aquello, Ría haría lo posible para unirlos mediante ese lazo. Sospechaba que Frederick no le era completamente indiferente a Frida.
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Conexión espiritual
Fantasy[Concurso literario: ángeles y demonios] Los seres oscuros y seres de luz han estado en constante lucha. Siempre han existido, pero notarlos es el problema de los humanos; sin embargo, buscan los medios para lograrlo. Influyen en nuestras acciones c...