—¡Escúchenme! ¡Nosotros queremos un cambio en el mundo, no solo a nivel físico, sino espiritual! ¡Queremos a más personas en nuestro grupo! ¿Qué dicen? ¡Sabemos que ustedes tienen potencial! ¡Confiamos! ¡Únanse a nosotros!
Dailén, por órdenes de Arthen, había ido hasta la ciudad vecina para hablar con los otros ángeles protectores, quienes, curiosos, dejaron de lado sus ocupaciones como protectores para asistir a esa extraña y atípica asamblea convocada recién. Estaban por empezar el gran cambio que tanto buscaban, pero necesitaban más integrantes para aventajar.
—¡No! ¿Quién nos garantiza, y cómo, que nos están diciendo la verdad? Nosotros ahora estamos muy bien así, no necesitamos formar parte de un grupo. Seguramente no han superado el duelo que es el dejar el Cielo. No, corrijo: el ser echado del Cielo.
Dailén se enfureció más de lo normal. No sabía cómo Arthen había insistido en que fuera hacia ese lugar, si ella ya sabía cuál sería la reacción de los ángeles protectores. Obviamente, no dejarían su puesto por nada. Si ella estuviera en su lugar, haría lo mismo.
—Entiendo. Gracias, de todos modos.
Los seres de luz se fueron de regreso a sus respectivos hogares. Era de día aún, casi atardecer. Dailén debía volver.
*
**
—Estoy harto. Estoy cansado de que nada de lo que hago funcione.
—Calma, tío. Todos nos esforzamos en cada cosa que hacemos…
—No, no hablo de eso. Yo quiero cambiar el mundo. No soy lo que todos ustedes —Señaló a Sabath, Fred y Frida— creen. —Entonces, Arthen cambió su forma a demonio y dejó de ser visto por los presentes.
—¿Q… qué ha sido e… eso? —Frida no podía creer lo que sus ojos veían.
—¡Tío Arthen! ¡Tío! ¿Dónde demonios te has metido? —preguntaba Fred alarmado.
Sabath empezó a rascarse la cabeza, confundido. Llegó a pensar incluso que todo aquello era un sueño. ¿Quién desaparecía del aire sin razón aparente?
Y tan rápido como había desaparecido, Arthen volvió.
—No soy lo que todos ustedes creen —repitió—. Soy un ángel caído. Soy un demonio. —Frida no daba crédito a lo que oía—. Dailén también lo es. —Sabath abrió los ojos lo más que pudo y su corazón empezó a latir de forma anormal, la situación lo estaba asustando. Todos estaban en la incertidumbre; nadie sospechaba lo que pasaría.
**
***
Dailén salió de aquella ciudad y volvió «a casa».
—¡Acabaremos con ustedes!
Dailén, en su forma demoniaca, observó lo que estaba pasando: Arthen estaba ordenando que la guerra comenzara. Eran los diez ángeles caídos y Arthen iniciando la lucha contra los seres de luz del vecindario.
«¡Se ha vuelto loco!»
Ella corrió hasta él, pero fue inútil porque Arthen ya estaba invocando a las fuerzas oscuras para derribar a uno de los ángeles protectores.
—¡Arthen!, ¡¿qué te ocurre?! ¡No puedes iniciar la pelea aún, no tenemos a nadie!, ¡a nadie! —Dailén llegó hasta él—. ¡Alto! —Nadie le hizo caso.
A poca distancia, vio a Frida y Fred de pie, uno al lado del otro, observando hacia la nada.
«Pero ellos no pueden ver nada…»
Y entonces, uno de los ángeles caídos tomó su forma humana y se dirigió hacia los dos chicos a toda velocidad. Segundos más tarde, otro ángel caído se le unió. Estaban dispuestos a atacar sin piedad.
Frida y Fred no pudieron esquivar los cuerpos fornidos de ambos demonios y cayeron al suelo, bajo sus agresores. Frida estaba en shock y Fred no sabía qué hacer, y si lo sabía, no podía safarse tan fácilmente.
Arthen seguía luchando con los seres de luz, quienes poco a poco se debilitaban pero no daban señales de querer rendirse. Su fuerza se iba en los ataques de luz, como en los demonios de oscuridad, pero para ganar fuerza, los de luz tenían que motivarse, en cambio, los demonios, solo con estar enfadados era suficiente.
Más ángeles protectores empezaron a llegar y ahora doblaban la cantidad de los demonios, quienes estaban perdiendo su toque oscuro.
—¡Frida, Fred! ¡¿Qué les pasa, chicos?! ¡Chicos! ¡Dios santo! —La madre de Frida corría hacia allá seguida por su esposo. Para ambos, lo que era visible para sus ojos eran los dos muchachos siendo golpeados por dos personas mayores que ellos, en un parque enorme y solitario. Nada más.
El padre de Frida, como pudo, les quitó a los hombres de encima y estos se abalanzaron contra ellos. Frida, con pánico y adrenalina en todo su ser, ayudada por Fred, golpeó a los hombres. Ellos se quejaron, pero no querían parar.
—¡No! ¡Basta! ¡Matarán a mis papás! ¡Basta! ¡Alto! ¡Paren! —Sus sollozos eran agudos y dolorosos.
Dailén cambió su forma a física y se fue hacia ellos para separarlos. No sabía qué era lo que nacía de ella para que no los quisiera ver siendo golpeados. Compasión, tal vez.
Hizo un movimiento de manos muy particular y los hombres cayeron rendidos, como desmayados.
La lucha entre seres seguía; Arthen volvió a su forma física y enfrentó a Dailén.
—¡¿Qué crees que estás haciendo?! ¡¿Eres idiota?! ¡Nunca haces lo que debes! ¡Tú debiste ser desterrada, no nosotros! —La señalaba con el dedo.
Frida lloraba, abrazando a sus padres, quienes ya estaban recuperando el aliento. Fred seguía aturdido. No podía creer que estaban en presencia de seres oscuros, ángeles caídos, demonios… Eran muchas cosas por asimilar.
—¡Deja de darme órdenes! ¡Estoy harta de ti! ¡Estoy harta de todos tus planes! ¡Nunca lograrás hacer tu propia población, porque eres débil! Si pudieras hacer algo, no necesitarías mi ayuda. Eres detestable. ¿Quién hizo todo el trabajo? ¿Tú? ¡No! ¡Lo hice yo!, y porque tú me lo ordenaste, pero no eres capaz de hacer las cosas por ti mismo. —Arthen guardó silencio. No esperaba esa reacción por parte de ella, la que alguna vez consideró su compañera de vida terrestre—. Me niego a seguir siendo parte de esto. Por mí, haz lo que quieras, pero no vuelvas a ordenarme algo, ni se te ocurra pedirme ayuda, porque no estaré para ti. Nunca más. ¿Entiendes? —Irónicamente, Dailén estaba volviéndose más oscura a cada segundo que pasaba. No podía controlar su enojo, era todo lo que decía producto de su frustración. Tenía que decirlo a como diera lugar, y ese había sido el momento justo.
—Está bien. —Arthen bajó la mirada.
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Conexión espiritual
Fantasy[Concurso literario: ángeles y demonios] Los seres oscuros y seres de luz han estado en constante lucha. Siempre han existido, pero notarlos es el problema de los humanos; sin embargo, buscan los medios para lograrlo. Influyen en nuestras acciones c...