Epílogo

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—He presenciado todo desde aquí. No necesito explicaciones ni justificaciones… Todo está bastante claro. Mi decisión es objetiva y justa, y será respetada por todos ustedes, de lo contrario, la pena se multiplicará por nueve, y la siguiente vez por dieciocho, y así hasta que aprendan la lección.

Habían pasado dos semanas de la lucha, la cual nadie ganó ni perdió. No hubo bajas en ambos lados, pero había sido una lucha muy exhaustiva. Frida había entrado en crisis y se estaba recuperando poco a poco con ayuda de Fred y de los ángeles protectores, quienes intentaban alentarla. Cuando John había preguntado qué fue lo que había ocurrido, solo recibió un «Mi padre chocó en la carretera» como respuesta por parte de Frida; evidentemente, a él lo habían excluido del tema.

Los padres de Frida habían sanado sus heridas casi por completo y también apoyaban a su hija.

Fred ahora tenía un ángel protector; el creador lo había creído conveniente por su cambio y sus buenas acciones que había realizado en ese último tiempo. Su padre, Sabath, ahora estaba solo. Estaba apenas asimilando el hecho de que mantuvo tantos años una relación sentimental con un ángel caído, ¡había tenido un hijo con un ángel caído, con un demonio!, pero sabía que su hijo, ahora, iba por el buen camino, y su ángel protector se encargaría precisamente de eso.

El creador se llevó a los ángeles caídos de nuevo al Cielo; estarían allá por trescientos años para volver a entrenarse hasta purificarse por completo.

Y fue hasta aquella tarde que Frida creyó en la existencia de los ángeles. Ría se sintió satisfecha, lo que había planeado y hecho, resultó como esperaba: Frida creía en los ángeles y había cambiado completamente su forma de ser y pensar. Ella no imaginaba a su protegida como líder de un movimiento caótico, bélico… Agradecía que su subconsciente accediera al buen camino.

—Es bueno saber que pasarán trescientos años antes de que vuelvan —comentó Frida.

—Sí, tal vez puedan reconocer su error…, reconocer el daño que hacen emocional, espiritual y físicamente —dijo Fred. Sabath y los padres de Frida estuvieron de acuerdo con eso.

«Pero si no cambian de parecer, habrá que esperar trescientos años para que la lucha vuelva a comenzar», pensó Ría.

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