𝐓𝐄𝐍

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Aria Rowen.

Me encontré caminando por la sala común de Slytherin, aunque esta vez no era para encontrarme con mis amigos en la habitación de Dylan.

Draco me había pedido que viniera y trabajara en el proyecto asociado que Slughorn nos había asignado.

No voy a mentir, ya estaba exhausta por todo el ridículo trabajo escolar que nuestros profesores repartían tan generosamente como si fuera un caramelo para los niños pequeños. Es como si pensaran que disfrutamos pasar horas y horas estudiando material que olvidaríamos minutos después del examen.

Octavo dormitorio a la izquierda...

Repetí las instrucciones que me había dado para encontrar su dormitorio mientras caminaba por el largo pasillo, deteniéndome finalmente en la octava puerta.

Toqué un par de veces y di un paso atrás para esperar, pero solo pasaron unos diez segundos antes de que se abriera, revelando a un Draco Malfoy igualmente cansado.

—Hola.—Se pasó las manos por el cabello mientras se hacía a un lado, permitiéndome entrar a su habitación.

No había visto el interior por completo desde, bueno, la última vez que estaba borracha y estaba oscuro. Había guardado esos recuerdos en el fondo de mi mente sin querer pensar demasiado en lo que había sucedido esa noche.

Su dormitorio estaba decorado como el mío, con colores oscuros como negros y grises pero su habitación tenía tonos de verde para sin duda ir con la psique de Slytherin de la que estaba tan orgulloso.

Me paré torpemente en su dormitorio mientras él cerraba la puerta.

—No tienes que quedarte ahí.—Draco se acercó a mí y tomó el libro de pociones de mi mano, tirándolo suavemente sobre su cama.

Me acerqué y me senté de mala gana en el borde de la cama, tomando el libro en mis manos una vez más mientras lo abría por la página que había estado leyendo en exceso para ayudar con el ensayo.

Por el rabillo del ojo, vi a Draco moviéndose hacia su escritorio, donde sacó un pequeño vil de forma triangular. Caminó hacia mí y lo dejó caer en mi regazo.

—¿Ya terminaste?.—Mis ojos estaban muy abiertos mientras examinaba la etiqueta.

—No actúes tan sorprendida.—Dio una pequeña risa antes de sentarse en el lado opuesto de la cama.

—Espera... si has terminado con tu parte del proyecto, ¿por qué estoy aquí?.—Lo miré con curiosidad mientras giraba en la cama para enfrentarlo.

—¿De verdad estás tan ansiosa por salir de mi presencia, Rowen?.

Rodé mis ojos ante su comentario y volví mi atención al libro.

—Ahora, puedes volver a tu habitación y completar la parte del ensayo por tu cuenta... ¿o puedo ayudarte?

Pensé en el escenario un par de veces antes de responder.

—Claro. Escribiré estos tres párrafos y tú puedes escribir el último.—Señalé una página del libro y él se inclinó hacia adelante para mirarla.

Él ya había hecho su mitad, así que sería injusto para mí asignarle más de lo que hice.

Draco asintió antes de levantarse a buscar un pergamino de su escritorio. Regresó y volvió a sentarse en la cama, solo que esta vez se sentó mucho más cerca que antes. Estaba a menos de un metro de distancia, lo que hizo que me pusiera nerviosa sin ninguna razón.

¿Por qué diablos estaba así?

—Entonces...—Solo habíamos estado trabajando por unos minutos y Draco ya decidió romper el silencio.—Hay una fiesta en la sala común mañana por la noche.

—Merlín, todos ustedes tienen muchos—

 —¿Qué? ¿Ustedes los Hufflepuff no hacen fiestas interesantes?.—Soltó una pequeña carcajada mientras se recostaba contra la cabecera y cerraba su libro de Pociones.

—Nuestras fiestas apestan. Son aburridas y nada divertidas.—Sonreí en respuesta a su pregunta. Las fiestas de Hufflepuff eran realmente terribles, llenas de prefectos exagerados que se encogían de miedo al ver el alcohol.

Nuestras llamadas "fiestas" generalmente terminaban a las 10:30 cuando algún estudiante más joven siempre le delataba a la profesora Sprout que estábamos "siendo ruidosos".

Las fiestas de Slytherin eran realmente interesantes ya que siempre había baile, alcohol y drogas, que era la única razón de Jenna para aparecer en primer lugar.

—¿Vas a ir?.—Parecía reacio a hacer la pregunta.

—¿Por qué es eso tu preocupación, hm?.—Escaneé la página abierta de mi libro, ni siquiera leí el material como

Pensé las cosas en mi cabeza. Draco ni siquiera respondió, haciéndome darme cuenta del afecto que sentía por él.

¿Quería que fuera? 

Como ... ¿de verdad quieres verme allí?

Saqué las ideas de mi cabeza y volví a centrar mi atención en la tarea en la que había estado trabajando profusamente durante la semana pasada.

Se sintió como si hubiéramos estado allí, sentados en silencio antes de que finalmente hubiéramos terminado.

Sabía que Draco había completado su único párrafo mucho antes de que yo escribiera el mío, pero por alguna razón esperó hasta que terminé mi parte antes incluso de moverse de su lugar en la cama.

—Debería irme.—Puse mi parte del ensayo en la portada de mi libro y lo metí debajo de mi brazo.

—Uh, sí.—Draco salió de cualquier trance en el que estaba y se puso de pie.

Se paró frente a mí y abrió la puerta, permitiéndome salir.

—Mírate... siendo un caballero.—solté una risa tranquila, con cuidado de no molestar a nadie que pudiera estar durmiendo en los dormitorios contiguos al suyo.

Sonrió y miró al suelo.

—No te acostumbres.

Le di una sonrisa sarcástica antes de decir buenas noches y marcharme.

Algo en él me intrigó. No sabía qué era, pero lo descubriría más temprano que tarde.

INNOCENT | DRACO MALFOY ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora