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Capítulo 1. Ausencia

—¡Por fin es el día de descanso! —exclamó Pieck, tirándose a la cama luego de haberse quitado las botas. Porco se sentó frente al escritorio, mientras comía un sándwich.

—¿Qué tienes pensado hacer hoy, Pokko? —preguntó la joven mientras se deslizaba en el colchón hasta acercarse a él.

—No lo sé, tal vez vaya al bar con el señor Zeke —rio mientras daba una mordida donde la salsa se deslizaba entre los panes.

—De seguro te irás a buscar mujeres con él —dijo molesta, levantándose de la cama para quitarse la chaqueta del uniforme, quedando con la camisa blanca. No pasó mucho tiempo hasta que escuchó unos pasos detrás de ella.

Sintió las manos de Porco rodeando su cintura, abrazándola.

—Claro que no —susurró en su oído.

—No te creo —aseguró con el mismo tono de voz, pero sin alejarse del joven.

—¿Y qué podría hacer para que me creas?

—Nada, porque de todos modos no te voy a creer —levantó una ceja con diversión.

—Oh, vamos, ¿alguna vez te he mentido? —se alejó cuando Pieck volteó para verlo.

La chica le sonrió, colgándose de su cuello.

—No que yo recuerde —pronunció rozando sus labios.

—¿Y entonces? ¿Puedo ir? —siguió, devolviendo el mismo gesto que ella.

—Bobo —Pieck rio—. Está bien, puedes ir —besó su mejilla—. Pero si me entero de algo, te las verás conmigo y mis dos puños —le advirtió apuntándolo con un dedo, echando una mirada amenazante que le causó gracia al joven.

—Ya deja de preocuparte tanto, sabes que solo te quiero a ti —confesó abrazándola a su cuerpo.

—Lo sé, yo también te quiero —dejó un suave beso sobre sus labios.

«Fui sincero aquel día, pero me sentí mal cuando lo recordé. Perdóname Pieck, pero sí te mentí una vez...

Más bien, oculté algo importante para no dañarte.

Ojalá nunca lo sepas».

Ambos salieron del cuartel, encontrándose con Zeke en el camino.

—Ahí están —dijo el Jefe de Guerra en cuanto los vio caminar hacia él.

—Porco dice que irán a un bar, imagino que será algo normal —insinuó recelosa.

—Así será, pequeña Pieck, no te preocupes —le sonrió Zeke, causándole más desconfianza a la joven.

—Ese no te preocupes me preocupa más que cualquier otra cosa que salga de tu boca —se cruzó de brazos. Porco rio por lo bajo.

—Vamos, Pieck, no seas tan celosa, Porco se portará bien.

—Quien me preocupa eres tú y tus locuras, pero bien. Si me llego a enterar de algo, les prometo que las cabezas de ambos adornarán la entrada de Liberio. Lo juro —repitió, apuntándolos nuevamente con su dedo a la vez que comenzaba a caminar hacia su casa.

Mutter [Pieck Finger] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora