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Capítulo 6. Después Del Llanto

Ese mismo día, en la tarde, cuando ya nadie se encontraba fuera de casa, la señora Gross llegó a la habitación de su hija.

—Traje tu medicamento y un té —avisó, dejando la bandeja en la mesa de noche que se encontraba al lado de la cama.

—¿Hablaste con la mujer? —fue lo primero que preguntó, levantándose ligeramente para acomodar la bandeja sobre su regazo. Tomó la pequeña píldora, dejándola sobre su lengua para luego tomar un sorbo de agua.

—Ya está hecho, deja de insistir tanto. Me tienes harta —confesó con un profundo suspiro, sintiéndose molesta.

—Disculpa por molestarte con mi vida —respondió sarcástica, tomando la taza de té entre sus manos.

—Deberías estar avergonzada, Lina. Casi arruinas a la familia con tus estupideces, y ahora te quejas. Agradece que tu padre no se enteró de esto.

—No me importa.

—¡Ja! ¿Alguna vez te ha importado algo? —preguntó en el aire, saliendo de la habitación.

Lina dejó la bandeja sobre la mesa, tocándose el vientre con una leve expresión de dolor.

—Nada será como antes —sentenció, cerrando los ojos.

—Buenas tardes, señora Gross —saludó Porco, subiendo los últimos escalones de la pequeña escalera de la entrada.

—Buenas tardes, Galliard. Hace tiempo no te veía, ¿cómo has estado?

—No muy bien. Me gustaría hablar con la señorita Gross, si es posible —pidió educadamente.

—Bueno —suspiró —. Ella tampoco ha estado bien, pero creo que a ti sí querrá recibirte. Ven, pasa —ofreció, haciéndose a un lado.

Ambos se dirigieron hacia la escalera. La mujer caminaba con calma, siendo seguida por el joven, quien se sentía ligeramente nervioso.

“La vi salir. Era ella”.

¿Qué estaría tramando la señora Gross al adentrarse en aquel lugar totalmente ajeno a ella?

El solo pensar en eso lo inquietaba. Estaba frente a esa mujer, conocedora del secreto que por tanto tiempo se esforzó en guardar.

¿Estaría en peligro?

—Es aquí. Por lo general no dejamos que nadie entre, pero ella solo puede recibirte en su cuarto ya que está en reposo absoluto —indicó señalando la puerta, abriéndola al instante.

La cama estaba desarreglada, y Lina no se encontraba en ella.

—De seguro está-

Lina salía del baño, encontrándose a ambos frente a ella.

—Galliard vino a verte. Los dejo —dijo antes de salir de la habitación.

Cualquiera diría que la mujer estaba cansada, pero la verdad es que estaba harta… e inquieta por la presencia del joven.

—Porco —le sonrió con alegría, acercándose a paso lento hacia él.

Mutter [Pieck Finger] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora