🥀2.

411 38 255
                                    

Capítulo 2. Fragmentado

El día transcurrió con tranquilidad en la casa de los Galliard. Porco se había encargado de molestar a Pieck en todo momento mientras su madre lo regañaba en varias ocasiones, causándole gracia al señor Galliard, quien reía mientras observaba la escena sin entrometerse.

—Parece que son el uno para el otro —opinó finalmente el hombre.

—Claro, pero ella solo tiene suerte —soltó Porco con cierto tono engreído.

—El que tiene suerte eres tú. No creas que eres el único que me pretende —replicó la joven Finger apartando la mirada, reprimiendo una risa ante el semblante serio que había tomado el chico.

—Eso sí tuvo que doler —susurró el padre, acompañado por la risa de Rose, en son de burla.

—¿Y quiénes son esas personas que te pretenden tanto, eh? —preguntó con molestia.

—Ese no sería tu asunto, después de todo solo tengo suerte —volvió a burlarse, sonriéndole.

Por debajo de la mesa, la mano de Porco se acercó hasta la pierna de la chica, tapada por la oscura falda que traía puesta. Sus dedos dejaron una distraída caricia por encima de la tela, causándole cierta revolución en su vientre.

—Bueno, ustedes dos, ya habrá tiempo para las caricias ahora vayan a donde tenían pensado ir o se les hará tarde —les recordó, comenzando a ordenar la mesa.

—¡Cierto! Habíamos quedado en visitar a Zeke, dijo que se encontraría en el hospital ayudando a su abuelo.

—Lo olvidé por completo —resopló Pieck, levantándose de su silla.

—¿Podrías adelantarte? —le sonrió con cierto nerviosismo.

—Tu cabello está bien, Porco, no seas tan vanidoso —se adelantó a hablar, sabiendo lo que tenía pensado el joven.

—Oh, vamos, no me tardaré nada, lo juro —levantó una mano en forma de promesa.

—Deberías dejar de prometer cosas. Nunca las cumples —se quejó, aproximándose hasta Rose para despedirse.

—Porco, ¿no eres un hombre de palabra? —preguntó su padre con sorpresa.

Las mejillas de Porco se encendieron en un sutil sonrojo que provocó risa en Pieck.

—¡Claro que lo soy!

—No que yo recuerde...

—Ya verás —susurró por lo bajo. La sonrisa de Pieck se hizo todavía más grande.

—Mi niña —la abrazó—. Vuelve cuando tú quieras, eres bienvenida siempre.

—Gracias Rose, gracias a ambos.

El señor Galliard sonrió al igual que su esposa, mientras Pieck salía de la casa, encaminándose hacia el hospital.

Las calles siempre estaban tranquilas, con pocas personas a su alrededor al mediodía.

La joven Finger caminaba con tranquilidad hacia el hospital donde se encontraba el Jefe de Guerra, aprovechando el día de descanso para pasar tiempo con su abuelo.

—Hola, Pieck —escuchó una voz detrás de ella. Cuando volteó, vio a la castaña que tanto aborrecía.

—Tú —mencionó con un tono frío en su voz.

—Yo —respondió con coquetería—. ¿Cómo estás?

—Bien —respondió secamente—. Sí tú estás bien o no la verdad no me interesa.

Mutter [Pieck Finger] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora