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Capítulo 5. Antes De La Caída

—¡Pieck, hija! —saludó la señora Galliard en cuanto los jóvenes llegaron a la casa.

—Rose, ¿cómo has estado? —preguntó mientras recibía el abrazo de la mujer.

—Cada vez que te veo mi día mejora —sonrió—. Ven, vamos a la cocina —guiñó uno de sus ojos, a lo que Pieck devolvió la sonrisa con aires de complicidad.

Porco observó cómo las dos mujeres se sentaban, seguramente, a charlar de cosas que él jamás comprendería.

«Cosas de mujeres», pensó.

Optó por darse un baño mientras tanto. El señor Galliard se encontraba trabajando y volvería a la hora del almuerzo.

—Ayer Porco volvió bastante feliz a la casa. ¿Pasó algo importante? —insinuó con una sonrisa.

—Sí, pasaron varias cosas, entre ellas, una pequeña discusión y un abrazo de reconciliación.

—Ah, conociendo a mi hijo, debe haberte dado algo más que un abrazo —volvió a insinuar, provocando que el rostro de Pieck se tornara de diferentes colores en tan sólo unos segundos—. Ay, discúlpame, cariño, solo bromeaba —rio.

—Lo sé —compartió su risa con la mujer —. Pero quería hablarte sobre otra cosa... más bien, preguntarte algo.

—Claro, puedes preguntarme lo que tú quieras.

—Ayer, mientras pensaba y recordaba, comenzó a darme vueltas en la cabeza un tema en especial —comenzó, como si no se atreviera a decirlo, dudando—. ¿Tú conociste a mi madre? —preguntó finalmente.

"Mientras me mantengo alejada, escribo esta carta que jamás te llegará. Quizás porque no me atrevo a decirte quien soy, quizás porque las cosas no serían de la forma que deben ser.

Solo sé que donde quiera que estés, me mantengo unida a ti. El lazo que compartimos es eterno, nuestra sangre está mezclada con orgullo y agonía.

Es mi débil determinación la que no me permite acercarme, ¿pero cómo podría hacerlo? Han pasado años y no conozco tu rostro, no sabes quien soy pero nos mantenemos unidas por un lazo que es eterno.

Cuando miro a mi alrededor, las veo a ellas y pienso en ti.

¿Cómo serías? ¿Qué rostro tendrías? ¿Nos pareceríamos en algo? Esas preguntas me atraviesan la mente cada noche en la que te recuerdo, cada noche en la que escribo una carta con la palabra "perdón" incrustada en el medio de mi alma.

¿Una palabra de seis letras puede justificar la ausencia de tantos años?
¿Podrías perdonar mis errores?

Los lazos son eternos.

Somos etéreos a nuestro modo, la sangre llama y es difícil reconocer los rostros que nunca hemos visto...pero el sentimiento nunca desaparece.

Tú huirías de mí, yo correría detrás de ti, para entonces decirte que nuestro lazo es eterno, hija.

No lo destruyas".

Mutter [Pieck Finger] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora