Capitulo 5

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Descubriendo muchas dolorosas verdades.


El día comenzaba a clarear, un sol brillante y cálido amenazaba con salir en cualquier momento.

Ya es Lunes. Pensé mientras me daba una rápida ducha para ir a clases.

Tenía el sueño intacto y me encontraba muy cansada, sin embargo no podía eludir el deber. No había dormido bien esa noche, ni tampoco la del día siguiente.

La mañana del Domingo luego de disculparme por llegar tarde de esa fiesta y tomar un desayuno ligero, entregué las llaves a Berta la señora de la limpieza para que se las llevara a Esteban, yo realmente no quería verlo.

Subí a mi habitación para no salir de ella en lo que restó del día, solo permanecí allí tumbada en mi cama con la mirada fija en el techo concibiendo pensamientos e ilusiones que estaban lejos pero muy lejos de mi alcance.

Estaba triste, era evidente y tenía todos los síntomas de ese sentimiento, ausencia de sueño y falta de apetito además no tenía ganas de hacer nada, ningún tipo de actividad que pudiera animarme.

Tan solo me levantaba de cuándo en cuándo para asomarme a mi ventana y ver si veía su cara en la suya, su silueta paseándose a través de su habitación, debajo en el jardín o dispuesto a salir. No lo ví en ningún momento, su cortina se hallaba corrida como casi nunca lo estaba, al igual que la mía, porque después de todo no quería que me viera, mucho menos cuándo trataba de espiarlo, así que después colocarme en una esquina y asomar un ojo por la tela levemente levantada, volvía a mi cama.

Luego de la ducha, seque rápidamente mi cabello para alisarlo. Me vestí con el aburrido uniforme en beige y azul que me harían lucir peor de lo que me veía y bajé rápidamente a tomar el desayuno.

_Buenos días mamá... Buenos días papá_ les dije desde el umbral de la cocina.

_ Buenos días cielo, espero que hayas dormido bien_ respondió mi madre, quien se veía mucho peor que yo.

Había algo distinto en su semblante, no era la misma expresión insufrible de todos los días, parecía asustada y hasta algo contrariada. No pregunté porque tal pensamiento se disipó con el rugido de mi estómago al llegar a mi naríz el aroma de los huevos revueltos, el pan tostado y el café.

Me apresuré a desayunar, no quería llegar tarde. Ese día había pedido a mi padre que me llevara, estaba acostumbrada a irme con Esteban pero quería evitar el mayor tiempo posible encontrarme con él.

Sin embargo cuándo salí al frente de la casa mientras mi padre sacaba el coche del garage, lo ví, estaba a punto de subir a su auto, me dirigió un rápido saludo con la mano y una sonrisa estuvo a punto de aparecer en su cara, cuándo voltee y subí cerrando la puerta y poniéndo mi vista en el reproductor, traté de disfrazar mi enojo afirmando que no había nada bueno en las emisoras. Mi padre me dirigió una rápida mirada de soslayo que me hizo comprender que no había creído nada de lo que acababa de decir.

_ El hecho de que me hayas pedido que te lleve me deja muy claro que no estás de buen humor, y diría yo que no por que no haya música de tu agrado en las estaciones, más bien podría ser que estás enojada con Esteban_ dijo ésto mi padre con tanta ambigüedad que no sabía si me hacía una pregunta o era una afirmación.

Asentí_ Espero que no te moleste llevarme y recogerme, tal vez debas hacerlo más seguido.

_¿Podría preguntar... Tal vez...?

Piel contra piel©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora