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Era... un tanto extraña la situación a la que ambos hombres terminaron esa tarde.

Después de terminar el desayuno y dejar limpia la cocina, ambos chicos siguieron conversando en la sala del de cresta.
Sorpresivamente ambos podían llevar un conversación sin problemas a pesar del diferente carácter de cada uno.

Para Volkov, era raro aquello, pues el no era un hombre de muchas palabras. No le gustaba mantener una conversación  con un desconocido que pasase los 5 minutos, le resultaba aburrido y agobiante, por ello solía evitarlo en su mayoría de ocasiones.
Pero con Horacio era diferente, aquel chico hablaba y hablaba y juraba que podría pasar una vida escuchandolo y no se aburriria, a diferencia de sus anécdotas aburridas sobre su antiguo trabajo, Horacio le contaba varias experiencias gracias en ese su hogar.

El día a día del chico era una rutina, le explicó.
Horacio era un chico trabajador, después de todo, las manzanas, fresas y huevos que cultivaba  las vendía a pequeños establecimientos. De ahí es donde podía mantenerse, no ganaba una fortuna, pero si lo suficiente para el solo y vivir una vida tranquila.

-Eres admirable...- soltó sin pensarlo antes, al pasar los segundos empezó a sentirse nervioso por la mirada del contrario sobre el.
Pero se tranquilizó al escuchar la pequeña carcajada que dio Horacio ante aquello.

-Admirable? Por qué dices eso Volkov?- le dijo divertido. -Soy yo el que debería decirte aquello, por dios... eras el comisario de Los Santos!, seguro eras alguien respetado-

Al finalizar, Horacio tomo su vaso con zumo de naranja y hielos de la pequeña mesita que había en el centro de la sala y todo de el, era un día caluroso, y estar dentro de aquella casa empezaba a calentar a ambos hombres.

-Ya... bueno, Si? Pero aquello ya no era de importancia para mi, después de todo el servir y proteger era mi trabajo, era mi deber- y, al igual que Horacio, este tomo su vaso con agua fría.

Horacio empezó a echarse un poco de aire con su mano, a pesar de tener las ventanas abiertas, era raro el que hiciera tanto calor.
Volkov le miro de reojo, y sin saber porque... no pudo evitar apreciar de mejor manera al chico.

Miro como una gota de sudor resbaló de su cuello hasta su pecho, ocultandose bajo la playera de Horacio. 

-Esta haciendo una calor que no es ni normal-

-Si...-

A partir de aquel momento, las cosas dieron un giro repentino.
En donde no sabía si fue bueno o malo el haber aceptado aquella propuesta.

Pues de un momento a otro ambos se encontraban demasiado cerca, observando aquello.
Donde Volkov sentía su corazón ir con  prisa, estaba nervioso, pero quería hacerlo. Era una nueva experiencia, y no la dejaría pasar.

-Con... con cuidado Volkov- le dijo en un tono bajo, casi susurrandolo.

-No quiero lastimarlo-

-No lo harás... anda, tócalo...-

Sin más, dejando su pequeño temor y nervios, Volkov se atrevió a acariciar a una de las tantas pequeñas gallinas que rondaban en el gran patio y campo de Horacio.

-Vaya...-

Horacio empezó a reír por lo extremadamente lindo que se miraba Volkov en aquella situación, además de que le causaba cierta ternura ver a un ruso de dos metros incado junto a el para acariciar una gallina.

-Definitivamente aquí afuera esta mucho más fresco- dijo Volkov a la vez que dejaba libre a la gallina para el terminar de sentarse sobre el cesped acompañado de Horacio a los pocos segundos.

-Sip, te dije que era mejor salir de casa-

Volkov se sentía tan relajado en aquel lugar, su mente olvidaba todos los amargos recuerdos que quería olvidar... pero solo era momentaneo.
Miro la hora en su celular "5pm" pensó, empezaba a hacerse tarde y el tenía que marcharse si es que quería llegar lo más pronto posible a la ciudad... o algún lugar cercano.
Con pesar y destruyendo la paz y el silencio del momento, empezó a hablar. 

-Es hora de irme, Horacio- dijo mirándole a los ojos, para empezar a levantarse del suelo, sacudiendose los pantalones y manos.

-Nmm... Ya?... ya es tarde... Por que no vuelves a quedarte?- Sin saber porque, a Horacio le sabia mal aquello, su pequeña compañía era lo que mas necesitaba en aquel solitario lugar, después de todo... llevaba meses desde que alguien le acompañaba, le sabía mal la despedida de aquel agradable ruso, realmente había amado su presencia en su hogar.    
Ya le consideraba su amigo...

-No... no no no, No puedo hacer eso, Horacio- Volkov miraba a Horacio mientras este se levantaba del suelo también.

-De verdad! No pasa nada... tengo helado, podríamos hacer waffles como postre...-

Volkov paso su mano por su rostro, deteniendolo en su boca, ocultando la pequeña sonrisa que aquello le había ocasionado.

"Lindo"

-Mmm... supongo que esta... bien-

Ambos se vieron una vez más y empezaron a dirigirse a la casa del de cresta nuevamente.

-...Lamento las molestias...-

-Qu~e dices, no es ninguna molestia-























-Tengo que ir a por mis maletas...-  

•My Beautiful Treasure• [AU Volkacio] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora