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Estaba emocionado.

Estaba demasiado emocionado.
Después de aquel mensaje que le despertó por la mañana y que hizo su corazón latir, los mensajes entre ambos aumentaron.

Se mandaban algún que otro mensaje por la mañana y medio día, y durante la noche, realizaban una pequeña llamada de un poco mas de 2 horas.
Así era desde ese día y aquello perduró por aproximadamente 2 semanas.

2 semanas en donde Horacio confirmaba aquel sentimiento que le confundía en un principio.

Le gustaba.

Horacio estaba seguro de sus sentimientos. No eran pasajeros, tampoco quería un polvo con Volkov por calentura, No... el realmente sentía cosas por ese ruso.

Y lo sabía, pues cada que despertaba un mensaje de "Buenos Días" ya le esperaba.
A medio día otra mensaje de "Que comerás hoy?" era el que recibía y durante la noche... durante la noche su voz le comentaba su día y le preguntaba por el suyo.

Hablaban tan sumidos en lo suyo, como aquella ultima noche donde se desvelaron viendo la tele y comiendo en su sala.
Le podía escuchar decir "Buenas noches, hablamos mañana", y estaba seguro de que así sería cada día. Pues Volkov era un hombre de palabra, y desde ese mensaje por la mañana no había roto esa pequeña rutina y promesa.

Ambos amaban aquello, lo atesoraban.
Les encantaba saber del otro y ser escuchados, les gustaba la compañía del otro, podian ser ellos mismos y se juzgaban.

Sin duda, todo aquello hacía acelerar el pobre corazón de Horacio, ¿Cómo no lo haría? si con un simple mensaje le hacía sentir tan especial.

Y para Volkov no era tan distinta la situación, pero para el todo era más confuso y complicado.

Volkov, el ruso solitario.
Nunca había amado o nunca se había sentido amado de esa manera, o al menos quería pensar aquello.

Desde hace unos días, la actitud de Horacio, sus mensajes y voz en las llamadas eran un poco diferentes.
Eran mas enérgicas, tan lleno de vida, e incluso juraba que en algunas ocasiones era meloso.

Y esto no le disgustaba, ni si quiere incómodo. Era todo lo contrario.

Los nervios le invadian cada noche.
Cada noche en donde escuchaba su voz, hacía que su aliento se agotara, incluso en una que otra ocasión dejo caer su celular al escucharle reír o decir su nombre o aquel "Vik" que usaba debes en cuando para dirigirse a el.

Pero tenia miedo...

Volkov ya había pasado por algo así. Lo recordaba muy bien.

Una hermosa chica, pelirroja.
Recuerda lo melosa que llego a ser con el y, a pesar de no llegar a quererle, recuerda haberle dado una oportunidad a aquella chica tan animada.
En donde, obtuvo todo de el y lo dejo tirado.
En donde despertó de aquella noche alocada y ella se había llevado consigo algunas cosas de su departamento y le dejo solo... después de confiar en ella y abrir un poco de su corazón... ella solo jugó con el.

Así que Volkov tenía miedo.

Una relación amorosa nunca salía bien para el. Y prefería alejarse de todo eso antes de que no pudiera dar un paso atrás ... pero...

-Realmente quiero... Realmente le quiero?...- susurro para si.

Tumbado en su cama, tomo su celular y repaso los mensajes que tenia con Horacio.
Miro algunas de las fotos que llegaron a intercambiar... y se detuvo en una en específico.

Una donde Horacio sonreía tan dulcemente y le enseñaba un pay de manzana que había hecho, donde dicha imagen venía adjuntado con un mensaje.

"Esta delicioso! Me encantaría que en uno de estos días lo probaras!"

Volkov apago su celular y lo dejó a un lado de el. Para posteriormente mirar al techo de su recámara.









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-Joder... que lindo-

•My Beautiful Treasure• [AU Volkacio] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora