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Y como propuso Horacio.
Ambos volvieron a la casa, platicando, preparando las cosas para la comida y Volkov fue a su auto a recoger una maleta donde llevaba su pijama y un cambio de ropa para el día siguiente.

Con la tele de fondo, ambos chicos comían y de igual manera cenaban aquellos waffles con nieve que le prometió el mas joven.
Realmente, la compañía del contrario era reconfortante, era agradable y les hacia sentir cierta paz.  
Ambos eran unas personas solitarias, que la mayor parte del tiempo vivían su día a día acompañado de la soledad. Donde su rutina les agobiaba.

Necesitaban un cambio... una compañía, alguien en quien confiar, alguien con quien hablar.

Un amigo.

Es por ello, que pensar en una despedida; aunque fuera pronto y llevaban relativamente nada en conocerse, les dolía de alguna manera en el adiós al día siguiente. 

Así pasaron el resto de la noche, entre risas, comiendo helado y viendo la programación nocturna de la televisión.
Sin darse cuenta, ambos se quedaron dormidos en la sala, uno en cada sillón.

Volkov fue el primero en despertar, al incorporarse en aquel sillón, se estiró y procuro hacer el mínimo ruido posible, pues Horacio seguía durmiendo.
Volvió a sentarse, pero esta vez mas cerca de Horacio.
Empezó a observarlo mas detalladamente.

"Que... lindo"

Sus ojos cerrados dejaban a la vista sus hermosas y largas pestañas, labios carnosos y apetecibles, aquella cresta despeinada que le causaba gracia... y su cuerpo.

Se miraba tan relajado.

-Pareces muy cómodo- susurro, tomando un mechón de aquella cresta entre sus dedos, apartandola del rostro de Horacio para sujetarlo detrás de su oreja.  
Se levanto y camino hacia la habitación que le había prestado y tomo una pequeña cobija de allí, regreso a con este y lo acobijo.

Volkov decidió darse una pequeña ducha, pues pensaba marcharse una vez que Horacio despertarse; y fue lo que hizo.
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-Mmm...-

La luz empezaba a molestarle, por ello, decidió cubrirse más con la cobija.
Al momento de girar, dio un brinco pues había llegado a lo que creía era la orilla de su cama y cayó al piso.

-J-Jooder... pero que??- aquel golpe le despertó por completo, haciéndole entender que no era su cama, si no el sillón. 
Al instante comprendió que la noche anterior no regreso a su recámara a dormir, estaba tan relajado con la compañía de Volkov, que no supo en que momento cayó dormido.
Extrañado miro la cobija que le tapaba, pues el no recordaba haberla tomado.

-Que mierda?... V-Volkov?- la idea de pensar que el ruso le acobijo, hizo que sus mejillas se pusieran rojas.
Nervioso, se levantó lentamente del piso y se estiró.
La pequeña mesita del centro estaba limpia, los vasos, platos y el envase de helado de la noche anterior no estaban. Volkov le había ayudado a limpiar, incluso el sillón donde recordaba que estaba el estaba en orden, con los cojines bien acomodados.

Esperando que este estuviera en la recamara, camino al baño.

-Necesito lavarme la cara y dientes-

Al abrir la puerta y levantar la mirada, juró que había olvidado como respirar.
Pues Volkov se encontraba desnudo, con su cuerpo mojado y con tan solo una toalla en su cintura, se encontraba lavando sus dientes.

-Buenos di-

-Ah! Volkov!- de una, volvió a salir del baño.

-Lo siento! No tenía idea de que-...

-N-No te preocupes!, es mi culpa por no avisar que tomaría un baño-

-Esta b-bien! No te preocupes por eso... emm, iré a preparar el desayuno-

Sin esperar respuesta, dio media vuelta y se fue.
Su corazón latía como loco después de ver a Volkov de esa manera y en esa situación.
Al llegar a la cocina, abrió el grifo del lavaplatos y se mojo la cara. No podía más con el calor de sus mejillas.

-Qué me pasa?- susurro arrastrando la  ultima palabra.
La imagen del ruso no se iba de su mente en todo el rato en que estuvo en la cocina preparando el desayuno.
Era raro...

Cuando termino de preparar el desayuno y dejar ambos platos y vasos sobre la mesa, se disponía a ir a buscar a Volkov para llamarlo y que era momento de desayunar, pero este acababa de entrar a la cocina.

-Se ve delicioso Horacio-

-Gracias...- estaba realmente nervioso por la situación anterior, pero le tranquilizaba un poco que Volkov no sacara el tema.

Por un lado, Volkov también estaba nervioso.
Después de todo no esperaba que Horacio le viera semidesnudo...
Aunque no le incomodó.
Estaba bastante seguro que Horacio estaba nervioso, se le miraba en sus movimientos mecánicos y en como trataba de sacar un tema que no tuviera que ver con lo poco antes ocurrido.

-Ah! Gracias por preocuparte en la mañana...-

-Sobre la manta? No tienes que agradecer, te veías realmente cómodo, no quería despertarte y tampoco seria bueno que enfermaras-

Ambos se vieron a los ojos y dejaron salir una pequeña y nerviosa sonrisa.



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-Bueno... fue un gusto conocerte Volkov-

Volkov estaba de pie frente a Horacio, bajo el árbol, donde estaba estacionado su auto.

-Si...-  ambos estaban algo decaído, aunque no lo admitieran.
Un silencio los invadió  mientras ambos solo se veían a los ojos.
No sabían que decir, realmente no querían decir adiós.
No querían que fuera la primera y ultima vez que se fueran.

Se dieron un apretón de manos, y Volkov abrió la puerta del copiloto para montarse de una vez.
Horacio lo siguió con la mirada, y antes de que fuera tarde, se acerco a la ventana donde estaba el ruso y espero a que bajara el vidrio, una vez lo hizo, se recargo en la ventana.

-Mmm... por si sirve de algo... investigue y la ciudad esta a una o dos horas de aquí... llegarás antes del atardecer...-

-A-Ah... muchas gracias-

-Y... Podríamos... intercambiar números?- pregunto nervioso.

Volkov sonrió ante aquella propuesta, le hacia feliz saber que seguiría teniendo contacto con ese chico.  

-Por favor...y... cuando encuentre un departamento allá... podría volver a visitarte. No me quedara tan lejos... una o dos horas no es tanto-

Horacio sintió su corazón latir por alguna extraña razón... pero le agradaba esa sensación.

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-Claro-

•My Beautiful Treasure• [AU Volkacio] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora