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Los sentimientos suelen ser confusos, cuando crees tener todo bajo control, sucede algo mínimo que altera tu tranquilidad; son volátiles, se adaptan a las situaciones que te rodean, si no sabes manejarlos, ellos no tardan demasiado en tomar el mando de tu cabeza.

Kihyun llegó a tener la vaga idea de que se asemejaban a un grupo de niños de dos años: rebeldes, hiperactivos e incontrolables. Parecía constantemente estar al borde, como tratar de tomar el agua con sus dedos, todo en algún punto terminaba escapando por los espacios, justo como sucedía ese último tiempo.

Había decidido no permitir que el beso repentino de Hyunwoo lo descolocara los días siguientes, porque, vaya, tenía otras cosas a las que darle prioridad, sin embargo, sí que se planteaba el por qué de su actuar. ¿Quizás fue un toque por lástima? El mayor se había apartado tan pronto se dio cuenta de que no estaba siendo correspondido por Kihyun, ocasionando que las lágrimas de este dejaran de caer por arte de magia, y, después de ambos observarse durante un par de segundos, se marchó en silencio dejándolo allí. Todo había sido tan extraño, tan vano, que el pelirrosa no tuvo oportunidad de procesarlo. Mucho menos al llegar el inicio de semana, mientras avanzaba por los pasillos del edificio que lo conducirían a la oficina del director.

Pensaba estar listo para enfrentar su propia verdad, aquella a la que él mismo se condujo desde un principio, pero la realidad era que tenía miedo de que otros creyeran que estaba yendo hacia un mal camino. Eso no era cierto. Kihyun se esmeraba, todavía aunque no lo pareciera, ante cada cosa que componía sus responsabilidades, pasara lo que pasara, jamás dejaría de hacerlo. Incluso si sus acciones generales estaban diciendo lo contrario.

Una vez que encontró la tan conocida puerta de entrada que clamaba el nombre del hombre que levantó a toda una escuela tantos años atrás, Kihyun tomó un respiro y giró el picaporte. Ninguno de los presentes se molestó al verlo ingresar sin haber pedido permiso de poner un pie en la sala, más bien parecía que aún seguían decepcionados de él, lo cual no era ninguna sorpresa considerando cómo se había comportado, jurándoles atesorar una oportunidad y al final del día desechándola como si fuese nada.

Caminó con cautela y se detuvo frente a ellos, realizando una reverencia que duró varios segundos, si no es que minutos, para que supieran cuán arrepentido estaba de sus decisiones. Creyó que tal vez lo dejarían pasar como un problema mínimo, pero, otra vez, se equivocó al erguirse y verlos observarle con dureza.

"Joven Yoo", comenzó el hombre mayor. "Ha actuado de forma reprobable con sus compañeros, sus actitudes demuestran una irresponsabilidad mayor a la que estábamos enterados. Esta vez ni siquiera queremos escuchar sus excusas, el sábado fue un día importante no sólo para ustedes como equipo, sino que para toda esta Institución".

"Lo sé, señor".

"Creo que esta pérdida es incluso mayor para ti mismo, Kihyun". Puntualizó el profesor Cho. Había un deje esperanzador en su sermón, pero su rostro no decía más que la cagaste en grande. "Te defraudaste, defraudaste a los alumnos que confiaban en tu liderazgo, y llevaste entre tus pies el prestigio de esta universidad".

"No existen más mañanas para ti". Dijo la señorita Jung al cabo de algunos segundos de que la habitación se quedase en un completo silencio. "Estás expulsado del club, debes poner más empeño en tus notas".

"Me temo que parte de nuestro trato con usted quedará suspendido, la mitad de su beca escolar dependía de su compromiso con el club, joven Yoo. Usted es un alumno excepcional, pero como persona ha demostrado fallas. Espero que entienda que las responsabilidades no se aceptan a la ligera".

"¿Van a... cortar mi beca?".

"La mitad de ella". Siguió el director. Se quitó un momento las gafas para dejarlas sobre su escritorio. "La nueva colegiatura llegará de igual manera a manos de sus padres".

Beginning of the paradise [showki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora