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—¿Me... vuelves a explicar cómo terminamos así?
—¿Es necesario...?
Dazai y Chuuya, usuarios de habilidad. Conocidos como Doble Negro al haber destruido a una organización completa en una sola noche.
Ese día justamente, volvieron a unir fuerzas para cumplir una misión de suma importancia en una ciudad cercana. Sin embargo, ninguno consideró que las condiciones climáticas cambiarían drásticamente, al punto de que la nieve misma, no dejaría que hubiera metro ni mucho menos transportes que los pudiera llevar de vuelta a Yokohama.
Lo que conllevó claramente, a que tuvieran que buscar un lugar donde dormir, en otras palabras, un hotel.
Y todo iba bien hasta ese punto, lograron colarse en uno, mas sus problemas solo estaban empezando a subir de tono.
—¿Una cama?
—Así es, todas nuestras demás habitaciones ya han sido ocupadas, la única que nos queda cuenta con solo una cama —explicaba la chica de recepción con una sonrisa en cara. Cualquiera en su situación estaría alegre de atender a dos jóvenes tan apuestos (yo lo estaría).
Dazai y Chuuya compartieron una mirada de desagrado, pero sabían que, si rechazaban ahorita esa habitación, probablemente no encontrarían luego otro lugar en donde dormir.
—La tomaremos.
Lo que llevó a la situación que están viviendo en estos momentos. Ambos jóvenes, castaño y pelirrojo, observaban la única cama de la habitación con anhelo de dormir en ella.
—¿Piedra, papel o tijera? —propuso Dazai.
—Ni de loco acepto a jugar eso contigo, siempre pierdo —respondió Chuuya de vuelta —. Me meteré a bañar, no me sigas.
Con eso dicho, el pelirrojo se dirigió al baño, dejando a Dazai completamente solo con sus pensamientos.
Podría acostarse en esos momentos, acaparar toda la cama para él, abrir sus brazos y piernas para no dejarle espacio al enano... Pero él también quería bañarse y, acostarse apestando a sangre y sudor, no era su escenario favorito. Así que optó por sentarse en uno de los muebles de la habitación, sacando su preciosa guía de suicidios.
Estuvo unos quince minutos releyendo a gusto, sus ojos iluminándose con cada imagen que traía el libro. De tan solo pensar que él podría ser el que se esté muriendo... Se le erizaba la piel. Mas, cuando escuchó la puerta del baño abrirse y vio al pelirrojo salir, sintió aún más escalofríos.
Y no de los malos.
Chuuya había salido con solo una bata de baño que proporcionaba el hotel, dejando a la vista sus brazos delicados y delgados, unos que él sabía, podían darte unos codazos que te reiniciaban la vida; sus piernas marcadas, blancas como las puntas del cabello de Akutagawa y con algunos rasguños por la reciente misión, estaban expuestas hasta un poco más arriba de la rodilla y parecían brillar por lo húmedo del agua, casi como si le estuvieran invitado a ser agarradas. Su cabello, aún más rebelde, mojado y brillante, caía perfectamente por algunas partes de su rostro y hombros. Y por si eso fuera poco, la cereza del pastel era el pecho expuesto por culpa de la bata de baño que no estaba completamente cerrada, donde caían algunas gotas lentamente, delineando las partes por donde caían, perdiéndose en la oscuridad de donde llegaba la bata, como si más a fondo, hubiera un paraíso desconocido que el castaño aún no visitaba. Dazai tragó saliva, desviando la mirada cuando el pelirrojo se acercó lo suficiente.
—¿Qué? —preguntó Chuuya secamente, observando con el ceño fruncido al castaño que en seguida se levantó y se metió al baño sin responderle.
Chuuya alzó una ceja confundido, pero él solo quería acostarse ahora y, aprovechando que Dazai no estaba, se metió en la cama.
Por supuesto, cuando el castaño salió, fue el turno del pelirrojo para sentirse... ¿Intimidado era la palabra? No, más bien... ¿Cómo decirlo? ¿Intrigado? ¿Exaltado? ¿Atraído?
Probablemente una combinación de todo porque, bien, sabía que Dazai era un cabrón, pero no se mentiría, el idiota era apuesto, lo que le sigue. Más cuando salía así del baño, con solo sus vendas y ropa interior cubriéndole; el cabello mojado echado para atrás, los pectorales siendo visibles puesto que no había en si una prenda que los cubriera, dejando a la vista lo delgado, pero marcado que estaba, era una vista que a cualquier chica, y hasta chico se atrevería a decir, excitaría.
Y por supuesto, Chuuya mejor se dio media vuelta, y se ocultó entre las sábanas.
Apretó los puños cuando sintió la cama hundirse a un segundo peso, el de Dazai.
Y lo que ninguno de los pensaba, ocurrió: completo silencio. No reclamos, no exclamaciones, no gritos ni peleas por quién se quedaría con la cama. No, parecía que habían llegado a un acuerdo silencioso de que, al menos esa noche, compartirían la cama.
Pero claro, es muy diferente estar solo en una cama, a tener compañía en ella. Pues sientes los movimientos de la otra persona, cómo sus brazos o piernas parecen cambiar de posición, el calor que emiten, la respiración calmada de cada uno, todo. Era como estar desnudo en alma junto con otra persona.
Y al principio, ambos estaban dando la espalda a cada uno, no atreviéndose a voltearse o moverse mucho... Sin embargo, una vez se empezaron a acostumbrar a la situación y, como si el destino hubiera querido esto desde el principio, se dieron la vuelta al misma tiempo, lo que tuvo como consecuencia, que quedaran cara a cara.
Y en situaciones normales, donde haya calor, sea de día o estén baboseando, se hubieran volteado en seguida, haciendo como si no hubiera ocurrido nada en un principio. Pero, con ayuda de la poca luz que salía del baño, ambos podían observar las caras de sorpresa y sonrojo que tenía el otro.
Culpen al cansancio, al frío, o la tensión que sintieron antes, pero en vez de alejarse como normalmente harían, se fueron acercando poco a poco, sus ojos bajando a los labios del otro en señal de qué era lo que querían y...
Ninguno de los dos sabría decir quién fue el que inició el beso, tal vez fue Dazai, pudo haber sido Chuuya o, incluso ambos, pero lo que sí podrían decir (con mucho trabajo porque, sí, el orgullo iba primero), es que se sintió bien. Cálido, suave, moviéndose con tanta sincronización, como si hubieran hecho esto antes muchísimas veces.
Dazai no dudó en tomar de la mejilla de Chuuya, pasando su pulgar por esta en suaves caricias que hacían al pelirrojo apretar los dedos de sus pies.
Chuuya no tardó en rodear el cuello de Dazai con ambos brazos, atrayéndolo más hacía él, sintiendo el calor que emanaba el castaño.Y para cuando se separaron, se vieron a los ojos y entendieron qué era lo que podría pasar a continuación, como antes, parecieron llegar a un acuerdo silencioso sin decirse nada, uno que iba como: "Podemos seguir haciendo esto, pero ni una palabra acerca de lo que pasó aquí, puede ser pronunciada".
Lo que ni uno entendió en ese momento, es que esta sería la primera de muchas otras veces. Porque una vez empezaron a conocer el cuerpo del otro, el cómo se movían, cómo funcionaban, cómo se sentían, no hubo vuelta atrás.
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Soukoku Fluff Week 2021
Fanfiction7 días de Dazai y Chuuya simplemente siendo ellos, la pareja más explosiva y divertida de BSD. Ninguno de los personajes me pertenece, créditos a Asagiri Kafka y equipo❣️ Créditos a la hermosa imagen de la portada a @HiChuya (Ecru) en Twitter, vayan...