Amigos Con Derechos

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Los discípulos menores junto a Wei Wuxian mejoraron sus calificaciones, también las preocupaciones de Xichen disminuyeron cuando supo Wangji y él se reconciliaron. Mu Qing y Mingyang eran los únicos enterados de los besos compartidos a solas, y una que otra caricia por la noche. El primero parecía no importarle, e incluso se hizo más cercano al Wei y la segunda siempre preguntaba interesada.

En Gusu nunca hacía calor, era una helada montaña, no al punto de congelación o que fuera insoportable, pero aún así lograba se sumara a las cosas que a Nie Huaisang más le desagradaba de dicho “paraíso”, incluyendo la maldita educación estricta. Abrazándose a sí mismo, recorrió varios lugares donde Wangji suele pasarse mientras apretaba muy a su pesar una carta de su querido primo dirigida al segundo jade. Todavía se cuestionaba seriamente  cómo se hizo “cercano” a la estatua de hielo viviente.

No tardó mucho en encontrarlo dentro la biblioteca junto a, por supuesto, su inseparable amigo Wei Wuxian y dos alumnos de la secta Lan.

—¡Hola, hermano Nie! ¡¿Lograste pasar el año?!– Exclamó sacudiendo una mano el oji gris sonriente, descansando su cabeza sobre las piernas arrodilladas de Wangji.

Los ojos del menor igual a dos luceros, tomando la mano libre del “mejor amigo”. Lan Zhan asintió a modo de saludo al Nie, dibujando unos talismanes ligeramente chuecos con su única mano disponible ¿Sonrojado en las orejas? ¿Acaso tenía frío? Qué raro, alguien criado en Gusu ya estaría acostumbrado... Y la caligrafía del jade siempre era perfecta, más que un anciano erudito intelectual...

Oh, ya entiende.

Me juego diez años de clase en este lugar a que no son sólo amigos”, pensó saludando con una reverencia Huaisang.

—No, debo volver a cursar el año...– Suspiró pesadamente, casi entre lágrimas.

—Ánimo, hermano Nie. Estoy segura sólo le falta estar en el área indicada– Dijo Mingyang, en un tono extraño e intercambió una cómplice sonrisa con el oji gris.

El oji dorado miró al Wei notando ese gesto raro, quien se carcajeó comprendiendo. Huaisang no sólo compartía porno con él, también Mingyang pedía de vez en cuando un ejemplar, aunque por alguna razón siempre era sobre mangas cortadas.

Todavía muy feliz, besó la nariz del jade ignorando a Mu Qing resoplando. Sólo Wei Wuxian, quien conocía mejor a Lan Zhan que el resto en la biblioteca y amaba ese detalle, podía notar una casi imperceptible sonrisa.

—¿Me creerías si dijera A-Yang también disfruta de cierta “lectura obscena”?– Preguntó abrazando el cuello del Lan, dejando un pequeño espacio entre sus labios.

—Si Wei Ying lo dice, le creo– Contestó Wangji tomando las mejillas ajenas y pegó sus frentes.

Mu Qing rodó los ojos, cerrando de golpe su libro.

—¡¿Cuántas veces debo decirles no hagan eso en público?!– Regañó frunciendo el ceño.

—¿A qué te refieres? Sólo estamos hablando. Nada más– Wei Wuxian dijo, sacando la lengua al compañero– ¿Qué piensas hacemos?

Por enésima vez en un cuarto de hora, rodó los ojos Mu Qing. Ya sea porque no consideraba serio el asunto, comentó suavemente:

—Pronto seguro se entera hasta Yummeng.

—Sí, sí, tengo que irme. Ahora que reprobé, no sé si mi hermano todavía quiera celebrar mi cumpleaños y debo llevarle las notas– Huaisang casi tembló sólo al mencionar su familiar, y estiró la carta hacía el Lan– Le enviaron otra, Joven Maestro.

Wei Wuxian descendió las manos hasta el pecho del oji dorado y estiró su cuello hacía el nada interesante sobre sin sello, efusivo. Antes que pudiera preguntar quién la envió, un objeto sólido chocó contra su mejilla y llevó una mano hasta ese lugar sorprendido.

Escarcha y Loto (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora