Desastre

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Si estuviera en ese momento Wei Wuxian cerca, podría haber notado los ojos ligeramente entrecerrados de Wangji y la espalda rozando la pared. Y eso porque Wen Xu llevaba cinco minutos hablando de comida, tema que parecía ser su favorito.

—... Antes de llegar, preparé una bolsa para guardar todos los dulces que pueda. Mi hermano se la pasa diciendo que me pondré gordo como un toro, pero me da igual ¡La vida hay que vivirla!...

El oji dorado asintió, recordando al Wei, quien decía cosas similares a la última frase.

—¿Quiere? Tengo unos aquí todavía, aunque me comí la mayoría compitiendo con Huaisang. Quería ver si podíamos llegar a cien, pero nos pusimos a vomitar cuando apenas llegamos a sesenta y el Líder de Secta Nie casi me mata...– Wen Xu usó sus manos temblorosas para sacar de entre sus solapas un pañuelo envolviendo probablemente los dulces.

Era regla básica no aceptar nada de gente sospechosa, pero el propio chico semi ebrio sacó un dulce y lo probó muy deleitado.

La historia debía ser cierta, pues ya había pasado un rato desde que los compañeros de Wangji habían entrado buscando al cumpleañero, y el Líder de Secta Nie bastante enojado con él sin duda justificaba estuviera Wen Xu seguro afuera. Finalmente, el Lan aceptó comer uno al alzar. No conocía ningún dulce fuera de los servidos en su propia secta, gracias al ojo gris, y daba igual cual comiera.

Sin embargo, ¿Nie Mingjue no tenía un rencor personal hacía Wen Rouhan por haber provocado el anterior líder Nie muriera?

—... Supongo estás pensando, "¿El líder de secta Nie no odia a los Wen?", aunque tengo claro casi todo el mundo nos odia– Siguió hablando sin ninguna aspereza Wen Xu, adivinando por pura casualidad qué pensaba Wangji, mirando la brillante luna asomándose en el atardecer– Pues... Sí, odia a mi padre, y a mi hermano también por su actitud, no lo culpo. Pero mi mamá y la de Huaisang eran hermanas...

—Hnm– Contestó sin mucho interés el Lan.

—... ¿Sabes? Mi madre, ella...– El hijo de Rouhan bajó la voz, e inclinó la cabeza. Wangji pudo notar le tembló el labio– Murió hace seis años. La asesinaron a pedradas visitando este lugar... Era muy pequeño, y no entendí bien, pero... Creo fue porque antes de ser concubina ya estaba embarazada y mucha gente la desprecio por eso. O quizá sólo el odio hacía mi padre se dirigió a ella. No lo sé...

Debía ser el licor encima que le hacía confesar cosas así, o no tener quien pudiera escuchar. Sea cual sea la razón se lo contó, Lan Zhan entendió.

—Impotencia. Confusión.

—Sí... No sé qué pasó entre mi padre y ella, cuando era pequeño siempre pensaba que él en verdad nos quería. Me reconoció como su primogénito, y jamás ví sufriendo a mamá, hasta que vi su cadáver...- Wen Xu ya no miraba el suelo, sino algo ya dejado en el pasado, y llorado tantas veces que sus lágrimas se habían secado.

Llevaron varios minutos en silencio.

—Mi mamá asesinó a un maestro de mi padre– De pronto habló Wangji, dejando estupefacto al otro- Para protegerla, mi padre se casó con ella. Vivieron separados todo el tiempo, y sólo mi padre la visitaba algunas noches para cumplir su deber de procrear.

—Ya veo– Wen Xu no sabía qué decir, pero al menos no miró lastimosamente al oji dorado– Tampoco sabes qué pasó, ¿No?

Nunca nadie explicó. Todos siempre decían que lo olvidara, sobre todo su tío Qiren. Nada más podía imaginarse y suponer.

—Te los regalo. Dicen que la azúcar sana la tristeza– El mayor estiró en dirección del Lan el pañuelo lleno de chucherías– Lo he comprobado.

Escarcha y Loto (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora