Almas Gemelas Parte 1

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El panorama no fue alentador en los próximas meses, aunque tampoco guardaban muchas expectativas con la única pista de algún rasgo distintivo en los ojos.

Todavía no hallaban ninguna mujer descendiente del clan Zhan. Fen Xin los acompañaba para aplicar la acupuntura, y de buena gana, pues necesitaba un reposo luego de convivir tanto con ancianos.

Cierto día llegaron a un pueblo común, y resolvieron un caso simple de espíritus agitados atormentadores de los sueños de niños, dándoles angustiosas pesadillas que les impedían comer adecuadamente traumados. Las grandes sectas sólo se encargaban de asuntos grandes que ya hubiera dejado víctimas mortales, entonces no pudieron evitar detener su búsqueda por enésima vez.

Los niños se despidieron vivaces, rodeando a los tres cultivadores pidiendo se queden casi con lágrimas en los ojos. Una niña en particular se aferró a la túnica oscura de Wei Ying, formando un puchero infantil.

—Si el hermano taoísta se queda, juro cuando tenga edad me caso con usted– Prometió la pequeña, pataleando.

Le recordaba a Lan Mia.

—No está libre– Intervino Wangji, rodeando la cintura de su prometido.

—Es verdad– Concordó el oji gris, dibujando círculos con el pulgar en la mano sobre su cintura.

—¡Buahh! ¡Papá, el hermano taoísta no se puede casar conmigo!– Lloriqueo la niña.

Sus ojitos se llenaron de lágrimas, y corrió a los brazos de un hombre que miraba al grupo fijamente, casi transmitiendo algo en sus ojos indescifrables.

—¡Cuando crezca, quiero ser como Hanguang-jun!– Afirmó un niño, atando una soga en su frente.

—Hnm.

Una mujer jaló al niño, recelosa. Ese gesto desconcertó al grupo, debido a que todos usaban al Lan como el ejemplo de un hombre recto y caballero digno que todos quisieran tener de hijo; no le prestaron tanta atención, dando la espalda listos para continuar su búsqueda en el siguiente lugar marcado por Wen Xu.

—Es nada más la apariencia... ¡¿Ya oyeron que tiene una aventura con el hijo del desgraciado de Wen Rouhan?!– Susurró la mujer apenas se alejaron unos treinta metros.

—¡Deja ya de repetir el mismo cuento! Mi señora, ese chico está comprometido y todos afirman se nota cuánto ama a su pareja. ¡Yo mismo lo acabo de comprobar!– Negó el mismo hombre de antes.

—¡¿Por qué lo defiendes?! Le veo sentido ahora que ella lo dice... ¡O sino, ¿Por qué los Lan se esforzaron tanto en obtener la custodia del maldito segundo hijo de Wen Rouhan?! ¡¿Y las cartas que los dos intercambiaban antes del incendio en Gusu?!– Protestó otro adulto, seguido de varios asentimientos.

La sangre del oji gris ardió, juntó las cejas resistiendo el impulso de repartir puños a los estúpidos que se atrevían creer esos rumores. Una de sus manos fue apretada, y volteó topándose con los brillantes orbes dorados mirándolo preocupado.

—No me importa qué hablen.

—¡Por mí, aplicamos la de Mu Qing y los golpeamos a todos!– Terció Fen Xin, indignado– ¡Al menos deberían estar agradecidos que les salvamos a sus niños!

—¡Yo estoy contigo!– Concordó Wei Ying, apretando la flauta en su cintura.

—Está prohibido agredir gente común– Negó Wangji, manteniendo la serenidad.

Aunque Wuxian y Fen Xin tuvieran tantas ganas de dejar irreconocibles a los pueblerinos del lugar, decidieron abstenerse por la moral del Lan y evitarle pasar un mal rato. Ya bastante tenía con los rumores en sí sobre la aventura inexistente, no debían también darle a la gente común más material para hablar tonterías.

Escarcha y Loto (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora