Antes de la Tormenta

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Si Wei Wuxian no pareciera un maldito erizo con tantas agujas impidiendo realice movimientos bruscos, le habría roto la cara a Fen Xin mientras no paraba de reírse sentado frente a él en posición de loto.

—¡Jajaja, serás Wei Wurizo ahora! ¡Jajajaja!– Reía el amigo vacilando en el aire una fina aguja.

—¡Le diré a Manzanita que te patee si te equivocas en una sola aguja!– Protestó el menor, formando un puchero.

—¡Jajajaja...! ¿quién es Manzanita?

—Mi nuevo burro– Explicó Wei Ying, rodando los ojos.

En su apuro por llegar a la base cuando se enteró lo de Wen Xu hace unos días, no le importó tomar el primer transporte que vio para llegar más rápido: un burro. Y en la mañana, Mingyang envió a un discípulo con el animal a Gusu creyendo le pertenecía. Ni siquiera recordaba de dónde lo sacó, entonces si técnicamente ya no tenía dueño, estaba bien conservarlo.

—¿El que se anda metiendo todo el tiempo con los árboles de manzanas?– Inquirió Fen Xin, clavando otra aguja.

—¡Ése mismo!

Fen Xin soltó otra risita, preguntándose si debía comunicar últimamente el Consejo andaba planeando cómo deshacerse del ruidoso asno.

—¡No aguanto este lugar! ¡Dile a Lan Zhan no me importa que hable el resto! ¡Pero quiero salir de aquí!

—Hey, amigo, sólo es por unos días. Después puedes juguetear mientras estés de reposo ¡Hablas como si te tuvieran encadenado en una mazmorra!– Replicó Fen Xin, y tomó un sorbo de la Sonrisa del Emperador destapada– ¡Te atiende personalmente el mejor alumno de nuestra generación y hasta licor tienes aunque esté prohibido!

En realidad Wei Ying no le importaba estar confinado un día si podía mejorar su estado. ¡El problema era estar en ESA CASA, pues a Lan Zhan no se le ocurrió una mejor idea que llevarlo a la casa en medio de la nada donde se quedaba su madre hasta morir enferma! ¡¿Por qué diablos querría quedarse ahí luego de saber lo que sabía sobre la vieja?! ¡Y vaya a saber si le hacía algo en esa casa!

—¡¿Y qué importa el licor?! ¡No puedo beber teniendo estas cosas de todos modos!

—Nada más debes estar así media hora, y es por tu bien. Te permitirá dormir tranquilo– Negó Fen Xin.

Cuando Wuxian pasó varios días inconsciente por la energía resentida, aunque estaba claro era normal teniendo ese método de cultivo, todavía los jades y Lan Qiren entraron en pánico. Fen Xin era experto en acupuntura, entonces Lan Zhan creyó podría ayudar a controlar un poco el problema. No serviría de mucho, pero al menos presionar en los puntos permitirá duerma tranquilo sin que el oji dorado deba tocar las veinticuatro horas del día Claridad y calcular cuánto tiempo podría aguantar.

Desgraciadamente no creía pudiera pasar de los treinta años si seguía usando tanto el cultivo demoniaco. Era su amigo y no lo juzgaba, sin embargo...

—No soy de palo, verte así es duro.

Si no estuviera clavando otra aguja en la muñeca del oji gris, podría haber visto la expresión abatida.

—¡Me queda mucha vida por delante! ¿Sabes algo sobre Yummeng? ¿Xichen no tiene ningún problema?– Replicó desviando el tema.

Fen Xin apretó la nariz de su amigo, usando más fuerza de la necesaria a modo de regaño.

—¡Esta es la segunda vez que te diré, y la novena si contamos a Wangji, que debes tomar r-e-p-o-s-o! ¡Gracias a tí se recuperó Yummeng, y tenemos ventaja contra los Wen!– Dijo alzando la voz, ignorando los quejidos.

Escarcha y Loto (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora