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Cuando llegó el sábado, Akutagwa fue el primero en llegar esta vez. Terminó por no conseguir una nueva bolsa para el regalo, pero supuso que no importaba. Era un regalo y ya. Tampoco era que ser detallista se le diera, de seguro a Atsushi ni le importaría. Y si le importaba , ya podría arreglarlo para la próxima. Pero seguía siendo el primer regalo que le daba, así que de verdad esperaba que no se molestase o sería incómodo.

Todavía traía vendas en la cara, pero cubrió las de su cuerpo lo mejor que pudo con la ropa. Por primera vez en su vida había luchado intentando decidir qué ponerse. Se rindió diciendo que era estúpido, que daba lo mismo qué se pusiera, que lo importante era que iba a ir y ya, por lo que tomó un conjunto al azar. Cuando llegó al restaurante casi se maldijo por esto y quiso estrangular a su yo del pasado por elegir al azar.

Estaba inmóvil en su asiento, tanto y con una cara tan tiesa (¿nervios? ¿Qué nervios?) que nadie del local se habia acercado a preguntarle qué iba a pedir todavía. Tampoco él se dio cuenta de aquello, pero sí que notó el ligero movimiento a su derecha, donde quedaba la ventana. Volteó, creyendo haber visto...

No, no lo había creído. Al otro lado de la ventana, Atsushi estaba ahí. Lo saludó con una sonrisa que le hizo sentir un ligero rubor en su cara. Luego, Atsushi se alejó de la ventana para apresurarse a entrar al restaurante. Akutagawa podía escuchar su propio corazón en sus oídos mientras el chico de cabello gris se acercaba y se sentaba frente a él.

- Hola - saludó, un poco tímido quizás, pero definitivamente más relajado que él.

- Hey - respondió Akutagawa. Se quedaron en silencio por un momento, pero apenas le pareció incómodo. Disfrutaba la presencia de Atsushi, y dejó que el sentimiento lo envolviera. Atsushi estaba pasando por algo similar, intentando comprender que aquello era real y que todo el drama de las últimas semanas por fin había terminado.

Ninguno sabía qué decir, y por un momento, Akutagawa pensó en simplemente arrojarle la bolsa con el regalo y dejar que concluyera lo que era por sí mismo, pero por suerte Atsushi habló primero.

- Esto... No pude dártelo antes. - levantó una bolsa y la colocó sobre la mesa. Akutagawa la reconoció: era la bolsa de regalo de navidad que Atsushi había dicho que había preparado para él - No sé si te servirá, pero al menos quería dártelo... Ahora que ya arreglamos las cosas.

Su voz tembló un poco y evitaba el contacto visual. Akutagawa observó la bolsa, como si se tratase de un ser de otro mundo, y finalmente la recibió.

- Gracias - dijo por lo bajo, pero Atsushi alcanzó a oír, y se relajó cuando aceptó el regalo. Sin esperar, Akutagawa lo abrió.

- Ah, eh, ¿lo abrirás a-aquí? - Atsushi estaba avergonzado, pero Akutagawa casi no le prestó atención al descubrir el contenido.

Era una bufanda. De tela gruesa, poseía un precioso color rojo profundo, con algunos pequeños cuadrados negros aquí y allá como decoración en la tela. Los días fríos estaban no muy lejos de terminar, así que ya no era probablemente tiempo de usar bufanda. Akutagawa pensó en el desperdicio que eso era, pues de haberla recibido en Navidad habría podido llevarla a todos lados.

- Bueno... - la voz de Atsushi lo sacó de sus pensamientos- No sabía qué regalarte, y supuse que algo práctico sería lo mejor. Siempre estás tosiendo, y el invierno en Yokohama es frío... así que pensé que una bufanda estaría bien. Y s-sueles vestir negro o colores oscuros, por lo que el rojo te quedaría... O algo así...

Akutagawa se puso la bufanda instantáneamente.

- ¡Qu- Oye! ¡No tienes que usarla justo ahora! El restaurante es cálido y...

Lo ignoró. Ciertamente, no hacía frío en el restaurante, pero no había forma de que no la usara cuando Atsushi ponía una cara y decía cosas así.

- Graciad. La usaré - respondió. No sabía si era por la bufanda, pero su cara se sentía caliente. Atsushi sonrió al verlo. Menos mal que le había gustado. Menos mal que no se había desecho del regalo. Qué bueno, qué bueno.

Uno de los meseros por fin reunió el coraje y tomó su orden. Akutagawa aprovechó ese pequeño espacio para prepararse mentalmente. Cuando hubieron terminando de ordenar, Akutagawa colocó la bolsa que traía consigo sobre la mesa.

- ¿Qué es eso? - preguntó Atsushi al verlo.

-... Yo también fallé en dártelo antes - le dijo.

- Eh... ¿Es para mí?

- Sí.

- ¡¿De verdad?! - Atsushi prácticamente se abalanzó sobre la bolsa - ¿P-Puedo abrirlo? - preguntó. Sus ojos brillaban.

- Sí - Akutagawa guardó esa imagen en su mente.

Lentamente, como no queriendo romper ni la bolsa, Atsushi abrió el paquete. El contenido era pequeño y lo tomó con una mano: de color plateado y en conjunto de dos, eran broches para cuello de camisa en forma de la cabeza de un tigre. Atsushi los observó como si tuviera dos joyas en sus manos.

- Son baratos - dijo Akutagawa al ver la emoción en la cara de Atsushi. ¿Estaría pensando que eran de plata pura?

- ¡No importa! - respondió feliz - ¡Son geniales!

- ¿Te gustan?

- ¡Sí! ¡Gracias!

Eran perfectos. Igual que Akutagawa, Atsushi se apresuró en usar su regalo, uno en cada pliegue del cuello. El color de éstos combinaban perfectamente con su cabello, mientras que el regalo de Akutagawa contrastaba de gran forma con el suyo.

- Como dijiste, intenté buscar algo de uso cotidiano - explicó Akutagawa

- ¿En serio?

- Pensé en billeteras, ropa, zapatos, relojes, comida, aparatos de cocina, agendas, sábanas y hasta un termo de agua...

- A-Ah, ¿en serio?

- Pero fue bueno que me decidiera por esos.

Akutagawa lo observó entero, y sonrió. Le quedaban bien. Atsushi le devolvió la sonrisa, que lo tomó desprevenido.

- Me alegra.

Los broches reflejaron la luz exterior, y por un momento, a Akutgawa le pareció que Atsushi brillaba. No se dio cuenta de cuándo sus órdenes habían llegado hasta que Atsushi le dijo que su comida se iba a enfriar. Tampoco le importaba mucho. Entre más tardara en comer, más tiempo podría pasar con él ahí.

El Perro Rabioso y el Hombre Tigre ( Ship AkuAtsu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora