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Aunque los días siguieron, para Atsushi era como si el tiempo estuviese detenido. Volvió a su carácter habitual y siguió trabajando como siempre, pero sentía que estaba en un extraño trance, como si todo lo que pasaba ante sus ojos de pronto se viera menos real de lo que era. No tenía forma de explicarlo, salvo que estaba deprimido, y no había manera de sacarlo de ahí, a menos que fuese dándole las respuestas que esperaba, o dejando que el tiempo hiciera lo suyo. Atsushi todavía no había aceptado la respuesta de Akutagawa, ni la explicación de Dazai. Si las cosas eran como éste último decía, entonces quería escucharlo directamente del primero, o mejor aún, quería la oportunidad de hablar largo y tendido sobre su decisión. Y si, al final, no lograba convencer a Akutagawa de que, tal vez, valía la pena intentar lo suyo, entonces finalmente se rendiría. Sin embargo, para que eso sucediera tenía que hablar con él, y Akutagawa había sido muy claro en que no quería volver a verle la cara nunca.

Con estos pensamientos, Atsushi comenzó a buscar a Akutagawa durante su tiempo libre. Solamente quería una charla más, pero era más fácil decirlo que hacerlo. Si bien conocía algunos puntos clave de la mafia, como su edificio principal, la zona portuaria que dominaban o ciertos callejones, era imposible para él simplemente entrar de pronto y preguntar por uno de sus agentes. No recibiría nada más que disparos. Además, Akutagawa era bien conocido por la policía como un integrante de la mafia, por lo que tampoco podía ir preguntando a quien fuese si habían visto a alguien como él, pues levantaría sospechas y podría meterse en líos. Supuso que los primeros que se enterarían, después de la policía, serían la mafia o la propia Agencia de Detectives. Y para rematar, lo peor de todo era que no tenía una buena excusa de por qué lo estaba buscando si eso llegaba a suceder. Se le ocurrió que podría decir que lo estaba buscando para enfrentarlo, pero le sonó poco creíble y muy alejado a su personaje.

- Suena más como algo que él diría – se dijo, luego, suspiró. No tenía pistas para encontrarlo ni un medio para contactarlo. Solamente podía buscarlo con la mirada mientras caminaba por las calles y se adentraba en las callejuelas de la ciudad. Varias veces abrió su teléfono con la intención de llamarlo, pero terminó cerrándolo en cada ocasión. No tenía caso, él no le contestaría - ¿Dónde estás?

Atsushi tuvo todas las precauciones posibles para evitar que sus compañeros de trabajo se enterasen de lo que estaba haciendo, lo que supuso que consiguió, pues nadie le mencionó nada al respecto. Pensó que los únicos de quien debía cuidarse seriamente eran Dazai y Ranpo, pero si éstos se dieron cuenta lo ocultaron muy bien, pues tampoco le dijeron nada. Nadie sabía de la relación que había estado llevando con Akutagawa de cenas, regalos y cosas prestadas; todos creían que, en el mejor de los casos, eran rivales que sólo se encontraban a propósito cuando iban a luchar a muerte cada seis meses. Atsushi había logrado guardar el secreto incluso de Kyoka, quien a veces lo seguía como un cachorrito. Sabía que, si se enteraban de que se encontraba usualmente con Akutagawa, ella sería la primera en estar en contra, seguida del resto de la agencia, por lo que había decidido no decir nada. Atsushi se sentía responsable de ella, así que no quería que desconfiara de él.

- ¿Qué diría si me viera ahora? Probablemente creería que estoy loco. Seguro que todos los de la agencia también – Atsushi se recargó contra un edificio, alejándose de la multitud que transitaba por las calles.

"Si lo nuestro se diera a conocer, muchas personas estarían en contra" pensó "y sólamente cenábamos juntos. Si tuviéramos algo más que eso, tal vez sería peor... probablemente incluso llegarían a utilizarme como carnada para atrapar a Akutagawa, o viceversa. Me pregunto si a esto es a lo que se refería con que nos causaría demasiados problemas a ambos. Pero entonces ¿tenemos que detenernos por los demás?" Atsushi intentó recordar la mirada de Akutagawa de la última vez que lo había visto "No es propio de ti. ¿Acaso no quieres lo mismo? ¿No queremos lo mismo...?" Atsushi quería una respuesta, pero no consiguió nada más que el eco de los sonidos de la ciudad en su mente. Apretó los puños con fuerza cuando un dolor punzante demasiado familiar lo atacó en el pecho "¿Puede que sea...?"

El Perro Rabioso y el Hombre Tigre ( Ship AkuAtsu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora