3

3.7K 535 228
                                    

La Port Mafia era una organización que valoraba en gran medida la eficacia. Uno debía de ser capaz de cumplir sus órdenes en tiempo y forma para subir en la perfectamente establecida jerarquía laboral, o bien, para no ser aplastado por ella. Pocos son los que podían sobrevivir en semejante grupo sin ser  inmediatamente descartados después por su incompetencia. Así era la mafia: te recogen y te exprimen hasta la última gota que utilidad que puedas tener, para después escupirte en la basura como un chicle al que ya no le queda sabor. Así que, aquellos que pueden forjarse un camino propio en dicha organización son tan reconocidos como temidos, tanto por enemigos como por colegas. El respeto, el verdadero, era una cosa rara en la Port Mafia, ya que la mayoría del orden se mantenía gracias al miedo. 

Y de todos, el perro rabioso de la Port Mafia era uno de los más temidos. Conocido por su brutalidad y abrumadora fuerza, Akutagawa era un hombre que hacía lo que se tenía que hacer y listo. Era eficiente, frío y veloz. Con una habilidad tan aterradora como su mirada, imponía terror en sus enemigos con su sola presencia. Y aunque era común que se dejara llevar por sus emociones, siempre generaba resultados favorables para la Port Mafia, por lo que su jefe le dejaba hacer lo que quisiera siempre y cuando siguiera así. Akutagawa sabía perfectamente bien el método de trabajo de la mafia, y estaba más que convencido de que había pasado de ser un chicle que se tiraba fácilmente, a un pilar importante de la fuerza de la mafia que controlaba la ciudad. 

No era de sorprender que semejante personaje causara gran alboroto cuando el rumor de que había comenzado a dejar de matar se corrió en el bajo mundo. Nadie podía creerse que fuera posible tal cosa, sería como decir que un león se había convertido en vegetariano. Sin embargo, era cierto: Akutagawa ya tenía un par de años en su récord de tiempo sin asesinar a nadie. Por supuesto, esto no significaba que ya no era igual de brutal, pues seguía siendo casi tan violento como antes: rompiendo huesos, amenazando, torturando... pero sin mancharse las manos. El perro rabioso seguía siendo rabioso, sólo que ya no mordía tanto como antes. 

Sólo Akutagawa conocía la razón tras este cambio en su modo de actuar, y no le gustaba esa razón. Al principio sólo había sido una apuesta tonta, un acuerdo momentáneo... pero eso cambio con el tiempo. Había empezado a dejarlo ya que era la condición para poder enfrentarse al que en realidad quería matar, pero lo había dejado por completo como una manera de demostrarse algo a sí mismo.

Algo como que podía controlarse si lo intentaba, o que no era tan destructivo como creía. Era un intento por cambiar... ¿Cuándo había decidido que quería eso? También lo sabía. Fue cuando comenzó a pensar que quería seguir encontrándose con él. Cuando la persona de la que quería reconocimiento cambió. Pero esos pensamientos no duraron, porque tenía una misión que cumplir.

Y esa misión era serle útil a la Port Mafia. 

Después de su última reunión con Atsushi, Akutagawa seguía trabajando como siempre. Defendiendo territorios, atacando a mercenarios, cazando ratas. Los atrapaba con ayuda de Rashoumon, los retorcía, los sacudía y los golpeaba, hasta que terminaban con piernas y brazos rotos, capaces sólo de suplicar o de revelar información. Aquella noche había sido igual: un grupo de traficantes de drogas comenzaban a hacerse un nombre propio ignorando el territorio de la Port Mafia y haciendo tratos en los muelles en plena madrugada. Akutagawa había ido solo -no necesitaba ayuda, había dicho- a ponerlos en su lugar, y recordarles a quién pertenecía la noche en la ciudad de Yokohama. 

Hacía frío. Akutagawa caminaba lentamente por la oscuridad, sólamente dejando oír el ruido de sus zapatos al hacer eco. Conocía el camino de memoria, y hubiera podido llegar al sitio en menos de cinco minutos, pero quería tomarse su tiempo. Últimamente, buscaba demorarse de maneras tontas, como caminar en vez de usar su habilidad, con la intención de prolongar sus misiones aunque fuesen minutos. También había comenzado a trabajar más de lo habitual.

El Perro Rabioso y el Hombre Tigre ( Ship AkuAtsu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora