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Akutagawa agradeció que su hermana menor estuviera trabajando esa noche. Si lo viera con la apariencia que tenía, probablemente se quedaría muy preocupada y podría incluso llegar a hacer preguntas inconvenientes. Ciertamente, no parecía probable que su hermano fuera capaz de reultar así de herido por un pequeño grupo criminal, así que eso traería muchas dudas sobre qué clase de armas y nivel de ataque tenía el enemigo. Sin embargo, las heridas del joven mafioso no eran debido a ese puñado de insectos, eran el resultado de su más reciente pelea con Atsushi. Podría sólo decirle eso y ya, pero en aquel momento realmente deseaba estar solo.

Tras su encuentro, todavía no acababa de asentarse en su mente la idea del milagroso desenlace que aquella había tenido. Fue a trabajar como siempre, y poco a poco, mientras pensaba más sobre ello, la cosa se volvió más real. Terminó el trabajo con rapidez, e incluso hizo tres más que estaban programados para después esa misma tarde. Estaba extrañamente enérgico, a pesar de que todo su cuerpo dolía por las heridas del hombre tigre.

Era un cosquilleo cálido. Akutagawa no recordaba la última vez que había estado de tan buen humor.

Cuando el día terminó, regresó a su hogar y se dispuso a tratar sus heridas. Se había lastimado incontables veces por las garras de Atsushi, pero esta vez, dichas heridas  lucían diferentes. Parecían más...personales. Valiosas, incluso. Akutagawa pasó unos dedos por su mejilla donde casi le dan un zarpazo, y el dolor le recordó que, efectivamente, todo era real. Sin darse cuenta sonrió. Menos mal. Era real. Los mismo que la determinación que Atushi le había mostrado sobre querer intentar estar juntos.

Bien. No dudaría más. Si Atsushi estaba dispuesto a dar un salto de fe al vacío por él, por supuesto que él haría lo mismo.

Terminó de parcharse a sí mismo y recordó que le había prometido que lo llamaría. Tomó su teléfono y se dispuso a marcar, pero, por alguna razón, sus dedos se detuvieron antes de presionar el botón. ¿Qué le diría? Akutagawa lo repasó en su mente. Atsushi también estaba muy herido y, con o sin la regeneración del tigre, necesitaba descansar (honestamente, él necesitaba el descanso mucho más, pero jamás lo aceptaría). Sería corto y preciso. Respiró hondo una vez, y presionó el botón.

- ¡¿Hola?! 

La voz de Atsushi casi le rompe el tímpano.

- Hola - respondió. Creyó que sonaba normal.

- Hola - repitió Atsushi. Akutagawa se relajó. Sonaba a que estaba bien, por lo que sus heridas probablemente estaban casi del todo curadas. Además, había pasado mucho tiempo desde la última vez que hablaron por teléfono, y no se había dado cuenta de cuánto lo había estado deseando hasta ahora.

- Um... tus heridas, ¿cómo están? - habló Atsushi de nuevo.

- Estoy bien - respondió, aunque inmediatamente después tosió. Antes de que Atsushi preguntara, continuó - ¿Y tú?

- Yosano-san me curó, así que no tengo nada.

Fue la primera vez que agradeció la existencia de una mujer (aparte de su propia hermana). Akutagawa recordaba a Atsushi hablar de esa doctora y también por el incidente en el tren con Kyouka. Pero se estaba desviando del tema. Recuerda, simple y directo.

- Sobre lo de hoy... - dijo entonces.

- ¿Sí? 

- Voy en serio con todo lo que dije. Así que, si de verdad estás seguro sobre esto... quiero intentarlo.

Ya lo había decidido. A menos que Atsushi hubiera cambiado de parecer en cuestión de horas, no daría marcha atrás.
 
- Yo también quiero intentarlo.

La respuesta de Atsushi provocó un ligero rubor en su rostro. La calidez en su pecho se había mantenido todo el día, y durante toda la llamada.

- Entonces está decidido. Eso era todo por lo que llamé. No vemo-

- ¡Espera! 

- ¿Qué?

- Ah... - Akutagawa percibió cierta duda en su voz. ¿Había algo que había olvidado decirle? Se preguntó qué sería.

- Eh... Bueno... Um... ¿Te... Te veré en el sitio de siempre?

Entendió de inmediato que se refería al restaurante donde cenaban con regularidad.

- Sí - contestó. Iría.

- ¿Y... Y puedo... volver a llamarte?

- Sí - sonrió nuevamente y su voz se suavizó -. Cuando quieras. 

- Bien... - respondió Atsushi. Akutagawa trató de imaginárselo: las mejillas rojas, la cara ligeramente hacia abajo. Sus ojos de moverían de aquí a allá, o tal vez jugueteaba en su mano con su algo por los nervios. Fue fácil de imaginar que ni necesitó cerrar los ojos. Atsushi continuó - Ah, tú también puedes hacerlo... si quieres, claro.

- Lo haré - respondió sin pensar - Entonces... te veré luego.

- Sí. Buenas noches.

- Buenas noches.

Colgó. De pronto, el dolor de sus heridas regresó, aunque no notó cuándo habían dejado de doler. Sostuvo el teléfono en su mano y lo observó. Todo aquello parecía demasiado bueno para ser real pero... Pero lo era. No tendría que despertar del sueño porque no estaba soñando. No tenía que renunciar a nada, ni aceptar el fin de nada, porque apenas estaban comenzando. La próxima vez que lo viera...

Con rapidez, se acercó al sitio donde había guardado el regalo de Navidad que no le había dado a Atsushi, y agradeció que siguiera ahí. Tal vez debería conseguir una bolsa mejor, o al menos una cajita, algo aparte de la bolsa de papel arrugada que tenía ahora. Se dijo que podría sólo dárselo y ya, podría ir ahora mismo a verlo, usando Rashomon, atravesando la ciudad hasta llegar a donde estaba, pero se detuvo. Alguien de su agencia podía notarlo si se descuidaba, y podría comenzar una batalla. No sólo no estaba en condiciones de pelear con toda la maldita agencia (aunque en un buen día...), por primera vez, no quería encontrarse con Dazai. Su antiguo superior era demasiado agudo, demasiado perceptivo y definitivamente no lo quería involucrado en este asunto. Sólo el diablo sabría qué planes haría para sacarle provecho a eso.

Así que sería la próxima vez que se vieran en el restaurante, como acababan de prometer. Akutagawa tomó entre sus manos el regalo, cerró los ojos y pensó en Atsushi.

- La próxima vez... Te lo daré - dijo, y deseó que esa próxima vez fuera justo el momento siguiente.

Guardó de nuevo el pequeño paquete y no mucho después se fue a dormir. La calidez en su pecho lo acompañó toda la noche.

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Felices fiestas y año nuevo!!!

El Perro Rabioso y el Hombre Tigre ( Ship AkuAtsu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora