Aquellas viejas calles de Madrid...

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Camino sin saber que buscar:

Quiero correr hacia el lugar más lejano para poder alejarme de ti y de lo que me haces sentir. Quiero cerrar los ojos e ignorar que cada vez que sonríes puedes poner mi mundo de cabeza, que con solo mirarme puedo darme cuenta de que el amor del que llevaba tantos años huyendo me rodea como la niebla en un día de invierno. 

Sé que me equivoqué y te hice daño al no saber corresponderte, al no saber como abrir mi corazón y sobre todo, sé que no quieres verme aunque estoy segura de que estás a punto de coger tu móvil, y llamarme rogando por que te perdone algo que no tengo y ni debo perdonarte. No puedo perdonar algo que no has hecho, más bien debo disculparme contigo por haberte enamorado de un corazón que casi está hecho de piedra. Quiero romper el muro, de verdad que quiero, pero si lo hago ¿Cuánto duraremos? ¿Cuánto tiempo tardaremos hasta darnos cuenta de que no somos almas gemelas? 

Quizás en otro momento, en otra vida o quizás en otro mundo fuimos algo más que palabras vacías y lágrimas de cristal. Quizás en algún momento podamos separarnos y volver a encontrarnos o quizás nos convirtamos en simples desconocidos que no serán capaces de saludarse si se encuentran por las antiguas calles de Madrid. Te quiero, y sabes que no lo digo en vano pero sé que aunque escriba esto y trate de ser lo más sincera posible, no creo ser capaz de darte esta carta porque nos dañaría más de lo que estamos y no nos podemos permitir eso. 

Te quiero, te quiero y te quiero pero me siento tan jodidamente asfixiada por no ser capaz de decírtelo a la cara. ¿Por qué estuviste a mi lado si  sabes que no puedo amar más allá de una amistad? Sé que aprenderé en algún momento a hacerlo pero también sé que ambos debemos crecer y crear nuestros caminos pensando si por alguna casualidad, estos se cruzarán. 

Gracias por haber hecho sentirme la persona más especial en tu mundo y gracias por enseñarme que el amor existe y que puede ser y sentirse de maneras tan distintas. Gracias por hacerme ver que para querer una persona, debes quererla con todas sus facetas y matices porque ni el blanco es el más blanco, ni el negro es el más negro. Y por último, gracias por haber sido el único capaz de mirarme a los ojos y hablarme desde la más pura sinceridad del corazón, gracias. 


Para cuando nos volvamos a encontrar por aquellas viejas calles de Madrid...

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