y descubriendo

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—Ahora vuelvo, no tardó nada —anunció Xiao Zhan a Gu Jiacheng y Song Nanxi.

Bajó del auto con una cajita de cartón pequeña y caminó a la puerta de la casa Wang. Después de llamar al timbre, la señora Yao abrió.

—¡A-Zhan! ¡Mi niño!

—Hola, tía. ¿Está la señora Wang?

—Está en el jardín. Pasa.

El menor se adentró por la casa y la cruzó hasta llegar al jardín.

Wang Li se encontraba sentada en una silla de ruedas y veía jugar al gato de su nieto con una bolita de estambre. Como buen animal, en cuanto sintió el olor de uno de sus dueños, Gu'er comenzó a maullar y caminó hacia Xiao Zhan.

—Hola, corazoncito peludo —dijo éste, cogiendo al gato —también te extraño, pero no he venido por ti.

—A-Zhan —habló finalmente Wang Li —¿Qué te trae por aquí?

Zhan caminó hacia donde su suegra y dejó a Gu'er sobre el pasto.

—Quería saber cómo estaba y traerle esto —extendió la cajita. Era pastel —sé que es su favorito, y yo, mejor que nadie, sabe que el pastel es una de las mejores curas.

Wang Li, en cuanto lo vio, se saboreó el postre. Alzó su mirada de nueva cuenta a Xiao Zhan, él estaba ahora entregándole al gato un nuevo juguete.

—Gracias, A-Zhan. Por lo del hospital y por esto.

Xiao Zhan se puso en cuclillas y miró a la mujer. Notó de pronto en ella un parecido a Mao Kuan cuando se ponía chipil.

—No me agradezcan, de verdad. De echo, si necesitáis algo, usted o el señor Wang, pedidlo con confianza a la señora Yao, ella sabrá qué hacer. Y por el sueldo de ellos no se preocupen, por favor, sólo siga las indicaciones del doctor y recuperese, que el próximo mes es la boda de Didi y Yue, y no querrá ir a una ceremonia así, ¿Verdad? —Wang Li sonrió y negó con la cabeza —entonces, recuperese.

Xiao Zhan se puso de pie y buscó al felino debajo de la silla de ruedas.

—Debo irme, bebé, pero al regresar, iremos al veterinario, ¿Eh?

—¿No te quedas a cenar? —preguntó la mujer en la silla.

—Oh, no. No puedo. Ahora mismo me voy de viaje, de echo, me están esperando. Regresaré en una semana.

—Entonces viaja con cuidado, ¿Si? —Zhan asintió —por cierto, ¿Qué sabes de mis hijos? El muy condenado de Yibo no me ha escrito nada.

—Ellos están muy bien. Hoy es su último día en Roma y esta noche ellos viajan a Venecia.

—Te suplico que no les digas...

—...Nada. No se preocupe, ¿Si? Ya les contaré cuando regresen. Me tengo que ir. Que proveche.

Xiao Zhan salió del jardín y se despidió también de la señora Yao.  En cuanto puso un pie en la acera de la calle, Jiacheng encendió su coche, y sólo esperó a que Zhan subiera para arrancar.

Mientras tanto, Wang Li miró el pastel de fresas que Xiao Zhan le había entregado. Nadie, salvo su esposo, sabían que el pastel de fresas con crema era su favorito. Dudaba mucho que hubiera sido el señor Wang quién se lo haya dicho.

Dio el primer bocado al pastel y, como si lo hubiera invocado, el recuerdo llegó a su cabeza en un dos por tres:

Hacia casi siete años, Xiao Zhan, Choi Siu Fan y Wang Li estaban en el centro comercial. Faltaban todavía dos meses para que Mao Kuan naciera y mientras tanto, entre él, su mamá y su suegra, harían algunas compras para el bebé.

Sonrisa Sincera | YiZhan [MPreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora