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El hombre lo dejo ahí, desnudo y arrodillado en el frio suelo del baño, Louis era incapaz de levantarse aun cuando por fin escuchó como la puerta se cerraba.

Se dejo caer completamente, permitiéndose llorar, había olvidado la ultima vez que había llorando con tanta fuerza, su mente no lo dejaba tranquilo, reprochándole como pudo ser tan ingenuo, por un momento había pensado que su destino estaba sellado desde el momento en que cruzó las puertas de ese hospital, conocer a Ash fue esa pequeña brisa de esperanza que le había ayudado por tanto tiempo y había logrado escapar, Ash posiblemente se sacrifico para ayudarlo ¿y para qué? Estaba en otro sitio, pero continuaba atrapado y las cosas no parecía que cambiarían.

¿Quién lo salvaría esta vez de caer al vacío y de entregar su voluntad completamente?

Louis perdió la noción de cuanto tiempo estuvo recostado, había llorado hasta secarse y solo emitía pequeños hipidos, inconscientemente caminó hasta la ducha, tenía todos los artículos disponibles de higiene, cuando el agua empezó a caer sintió un deseo inexplicable por limpiarse, se sentía tan sucio, por más que se restregaba el sentimiento no desaparecía, se tallaba frenéticamente, la debilidad que sentía estaba siendo remplazada por su ira, desquitándose en el mismo. Sus manos dolían por la fuerza empleada, pero no tenia intensiones de detenerse, su piel había adquirido un tono rojizo, ardiendo con cada nuevo movimiento.

Había hecho tantas cosas para sobrevivir en los últimos años, cosas de las cuales no se enorgullecía, pero la idea de convertirse en un "muñeco" superaba todo, sintió nauseas con solo pensarlo, sabía que aquel hombre no se conformaría con simples mamadas, lo había dejado en claro y estaba consciente que poco le importaría su opinión de descuerdo.

Al terminar se quedo parado frente al espejo, obligándose a si mismo a ver su reflejo, tragó pesado, no podía evitar sentirse asqueado, tampoco recordaba cuando fue la ultima vez que se vio tan detenidamente, había ciertos cambios en él, su cabello estaba más largo, las bolsas debajo de sus ojos parecían haber llegado para nunca irse, sus ojos y labios hinchados, su nuevo accesorio era el golpe que aquel hombre le había proporcionado hace un rato de un color entre azul oscuro y purpura, estaba demasiado delgado y pálido, podían verse en su torso cicatrices de los castigos que había recibido, temblorosamente con la punta de sus dedos recorrió aquel relieve, respiró profundamente.

Se miro a los ojos, no había pasado por tanto para rendirse, no dejaría de luchar, no se lo debía permitir, se lo debía a Ash, estaba en una casa, debería ser más fácil escapar ¿verdad?

Camino hacia el armario, su cuerpo aun temblando, a pesar de que la ventana se encontraba cerrada el clima era demasiado frio, el invierno en esta época no tiene piedad y no hay señales de que haya algún tipo de calefacción en la habitación. Su irritación creció al no ver nada más que shorts de colores pálidos y suéteres del mismo tono, él no usaría eso, de ninguna manera, siguió revolviendo entre la ropa y cajones, no había nada que realmente pudiera usar, no había ningún pantalón, ni siquiera bóxer o calzoncillos, se quedo perplejo al abrir los cajones y encontrar solo medias, bragas y lencería, este hombre realmente esperaba que él se vistiera de esa forma, pues estaba con el chico equivocado, no se dejaría convertir en la mierda de sus retorcidos sueños. Estaba decidido, no usaría ninguna de esas prendas, exigiría ropa normal, se sentó en la cama, cruzando sus brazos intentando darse calor, había sido una mala decisión ducharse, un conjunto de ropa reposaba en su cama, recordó como el hombre dijo que le ayudaría a combinar sus atuendos hasta que él lo pudiera hacer por si mismo, se rio internamente, perdería su tiempo, sintió como su estómago se revolvía a ver el estúpido suéter rosa, ni siquiera podía distinguir que clase de dibujitos tenía, unas medias blancas y un short ¿blanco? ¿rosa?, parecía ser un rosa pastel llegando casi a blanco, no se complicaría, tomo todas las prendas y las lanzó por toda la habitación.

Madhouse | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora