Se han preguntado alguna vez...¿cuántos malentendidos existen en el mundo?
Desde los más grandes que pueden llevar a conflictos bélicos,los más tontos que pueden determinar un suceso,los más grotescos precursores de rumores,hasta los más frecuentes que son capaces de destruir algún tipo de relacionamiento social.
Un malentendido normalmente se da por emisión o recepción incorrecta de un mensaje,ya sea verbal o escrito. Pero con el complejo sistema de comunicación del ser humano,puede ocurrir por diversos motivos. Con una palabra,un signo de puntuación,el tono,la gesticulación o incluso una simple mirada basta para que un mensaje pueda ser malinterpretado ya sea a conveniencia o dependiendo de la percepción de los demás. Aunque también una simple acción sería suficiente.
Han Jisung había nacido en el seno de una familia de la cual ni siquiera tiene ni un solo recuerdo. Las primeras imágenes grabadas en su mente,son situaciones aleatorias de cuando tenía unos cinco o seis años de edad y veía a los demás niños del orfanato jugar en los alrededores.
En esa época,era muy despistado. Números importantes como su edad,el día de su cumpleaños u otras fechas de índole similar,eran casi irrelevantes para él. Sin embargo,una mañana,en la que cierto chico mayor se había presentado en el lugar,fue que empezó a cambiar.
Había llegado detrás de una de las encargadas del orfanato,se veía tímido y constantemente mantenía la mirada hacia el piso. Su pálida piel había llamado su atención y también el hecho de que lucía más grande que el resto de los niños. Cuando lo habían presentado,su nombre lo sorprendió,era poco común de escuchar,le había parecido bonito y lo consideró único.
Su curiosidad iba en aumento,quería presentarse y hacerse su amigo,mas se sintió cohibido cuando de repente todos los demás habían ido a la sala de juegos y habían quedado solo ellos dos.
Si le llegaran a preguntar,cómo se sintió ese día,tal vez no sabría como describirlo. Conoció a una persona,que desde el primer momento,consideró genial,había hecho un amigo,alguien con conocimiento amplio y de personalidad diferente a los demás. Sin embargo,ese mismo día,como un balde de agua fría en invierno,le había caído el peso de la realidad al saber que el lugar en el que se encontraba,era un orfanato y sus padres no precisamente estaban de viaje.
Y aunque hacerle frente a la verdad le afectó bastante,para su suerte,durante el transcurso de las semanas,aquella noticia había quedado atrás. Su total atención era captada por Chris y nadie más que Chris.
"Las mañanas eran para desayunar y jugar con Chris".
"Las tardes eran para almorzar y leer con Chris".
"Las noches eran para dibujar y dormir junto a Chris".
Era una especie de hermano mayor,alguien de confianza que le brindaba calor y seguridad. Sus ratos junto a él,siempre resultaban divertidos,se sentía especialmente cómodo y su pequeña pancita de infante de siete años,regocijada de sensaciones de alegría ante la presencia del otro.
Tiempo después,su estado de ánimo cayó en picada,debido a la no tan agradable noticia de que iba a ser separado de Chris. Cuando llegó el día,estaba molesto y temeroso a la vez. El ambiente en el que se encontraba con aquella pareja no era usual para él,mucho menos al enterarse de que no sería el único,sino que había más en la familia.
Las primeras mañanas eran levantarse a la hora que quisiese y no levantarse a las siete para desayunar,eran vagar por la cocina observando a la abuela mientras cocinaba. Las tardes,eran almorzar todos juntos con la televisión prendida y no con el barullo de los treinta y cinco niños del orfanato,eran observar las plantas del jardín con la abuela hasta que Felix decidiera salir a socializar. Las noches,se resumían en cenar nuevamente todos juntos y luego escuchar historias interesantes relatadas por sus padres.