INSOMNIO

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19 de agosto 1996

Ya hace varios días que no puedo dormir y no puedo decirle a nadie como me siento. He tenido la suerte de no estar en un hogar de niños pero soy desdichada por la madrastra que la vida puso en mi camino.

Desde que mi padre murió hace ya tres años está mujer no ha hecho más que culparme de todo lo malo que sucede en esta casa... bueno creo que estoy hecha para que me sucedan cosas malas al parecer.

Ya desde ayer escucho un extraño ruido en mi ático, como si alguien caminara allá arriba y estuviera en busca de algo.

En la madrugada de hoy luego de que intentara dormir acomodándome en infinitas posturas, me invade la certeza que alguien sobre mi techo, en el ático, se recuesta y comienza a murmurar mi nombre, Nahra, ¡Nahra! Cada vez más fuerte. Cuando esto sucedió me sentí tan sola... como si no existiera nada dentro de mi y tampoco fuera de mi. Sentía que si respondía a su llamado caería en la más profunda soledad y vacío que pueda existir, ese vacío de oscuridad plena. Voy a responder pensé ¿que me queda ya por perder? si esta vida no me ha dado nada más que sufrimiento.

Hoy durante el desayuno si es que se le puede llamar así, mi madrastra me golpeó con un sartén en la cara, la excusa fue que tenía los ojos muy morados por las ojeras del nulo descanso que he tenido. Me hubiese gustado desmayarme por el golpe pero ni así pude descansar y mientras estaba en el suelo escuchaba nuevamente mi nombre, otra vez... pensé, sumergida en esa voz tan suave que murmuraba sobre mi, quisiera descansar en sus brazos.

Ahora durante esta semana por condición y regla de mi madrastra, no iré a la escuela ya que el golpe que me dio en el rostro está muy inflamado y no puedo disimularlo con nada.

Por otro lado, los murmullos que pronuncian mi nombre ya no se escuchan tan solo en el ático, ahora los escucho también por toda la casa y a veces tan cerca mío que pareciera que yo misma los pronunciara, es una voz muy dulce, es la voz de un niño quizás de mi edad, quizás menor, es tan dulce y me hace sentir tan sola, levitando en la nada como si no tuviera ya algo al interior de mi cuerpo, como si estuviera en caída libre.

27 de agosto de 1996

Ha pasado una semana y hoy tampoco puedo dormir, escucho nuevamente aquellos murmullos pero estoy tan cansada que ya ni sorprenderme puedo. Desde un costado de mi cama veo aparecer de pronto una cabeza... solo veo el cabello negro y rostro hasta un poco antes de terminar la nariz, es un niño, quizás de mi edad, quizás un poco menor. Sus ojos azules y fríos me miran bien abiertos y directo a mi alma, como un depredador acechando a su presa. Sus manitas se asoman también sobre mi cama  y a pesar de poseer una pálida piel me doy cuenta de que están manchadas con una especie de líquido negro como el petróleo y de textura viscosa como la sangre. El niño levanta su mano empuñada lentamente hacia el cielo de mi habitación y al abrirla repentinamente cae una lluvia torrencial sobre mi cuerpo, empapando rápidamente todo a mi alrededor. Nunca me había sentido más plena y más aceptada, la paz y la tranquilidad que sentí fue inexplicable y me hubiera gustado quedar en la eternidad así. Comprendí que el miedo y la soledad que había sentido antes, fue impuesto por mi misma, eran mis propios demonios.

28 de agosto de 1996

Al día siguiente mi cuerpo estaba completamente sano y había dormido como nunca en toda mi vida, sin terror, sin dolor y amada. Ahora solo quería volver a sentirme así, solo quería volver a verlo y preguntarle su nombre, reafirmar que soy parte de él y decirle que puede llevarse hasta mi alma.

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