Miraba con ironía el humeante cigarrillo que sostenía torpemente entre sus dedos, se recordó a sí mismo, más joven e inexperto, huyendo de la cercanía de los adultos que solían congregarse a fumar en la entrada del bar mientras esperaban su turno para poder tomar un trago después de una agotadora jornada laboral. En ese entonces, un pequeño y cínico Bakugo de catorce años, quién solía vivir junto a sus padres en el pequeño e insípido departamento situado en la segunda planta del bar, debía sortear la mayor parte del tiempo la entrada principal ya que detestaba el asfixiante y fétido olor que el tabaco desprendía al ser quemado y, sobre todas las cosas, odiaba cuando por accidente terminaba inhalando el molesto y escurridizo humo blanquecino que salía de la boca y nariz de completos desconocidos.
Un repentino escalofrío recorrió su espalda, provocando que regresara a la realidad; Bakugo, resignado, apagó el cigarro en el pequeño cenicero de vidrio que tenía a costado de su computadora, mientras trataba de contener la ansiedad provocada por la melancolía. Se concentró en poner atención en el montículo de hojas y libros que se habían acumulado en su escritorio, se arrepintió al instante porque fue consciente respecto a que había desperdiciado más de medio día tecleando palabras y oraciones sin sentido, y para ser sincero, no se sentía capaz de escribir una sola mierda lo suficientemente buena como para estar satisfecho con su trabajo.
Respiró profundamente y tomó el grueso folder manila que reposaba sobre el teclado de su computadora portátil, volvió a leer el contenido de las hojas, pese a que ya se lo sabía de memoria; se trataba de la transcripción de una entrevista que se le había hecho a la cliente del caso en el cual estaba trabajando junto a Midoriya, en las hojas se plasmaba el relato visceral de la mujer, quién había sido víctima de fraude por parte de su pareja sentimental, sin embargo, para molestia de Bakugo, mucha de la información dada por la mujer era de poca utilidad y en el fondo sentía una enorme necesidad de golpear al psicólogo responsable de llevar a cabo la entrevista, el idiota había hecho todo mal.
Bakugo sintió la bilis quemar su garganta, y de ser otra su situación, él mismo habría hecho esa entrevista y habría reunido información relevante para ganar el juicio, sin embargo, su realidad era otra y para ser jodidamente realista, él carecía de las facultades necesarias para realizar trabajos de ese tipo, y su necedad seguía poniendo en riesgo la ética laboral de su "mejor amigo". Maldijo el día en que la universidad le había expulsado y con ello revocado cualquier derecho a poseer un título. Casi seis años de preparación académica se habían ido a la mierda, junto a la reputación que tanto se había esforzado en crear.
Abrió frenéticamente una de las ventanas para conseguir un poco de ventilación, ya que el olor a cigarro prevalecía por toda la sala y le estaba provocando dolor de cabeza y náuseas; permaneció inmóvil mientras el ruido del exterior corrompía lentamente el silencio del interior. Bakugo, lleno de frustración, dejó caer el folder sobre el teclado de su computadora, le importó poco que algunas de las hojas del interior cayeran en picada al suelo.
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— Y bien ¿Qué opinas sobre esa persona? — la voz apenas audible de su profesor le tomó por sorpresa, solo un poco.
Bakugo siguió la mirada del docente hasta reparar en la espalda del hombre que había estado hablando con ellos hacía unos momentos y el cuál se alejaba cada vez más por el angosto y solitario pasillo del edificio, había algo en él que le causaba náuseas y lo ponía de mal humor, pero obviamente no era algo que debía decir en voz alta y mucho menos en un lugar como ese.
— Esa persona miente, no me diga que... Profesor Hakamada ¿aceptará su propuesta? A decir verdad, no lo veo conveniente. Usted mismo ha manifestado su desagrado por casos mediáticos como el de ese hombre. — se limitó a responder mientras miraba la sonrisa socarrona que su profesor intentaba ocultar.
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Granate (Hiatus)
FanfictionKirishima Eijirou, de 24 años, se encuentra varado en una relación que no funciona; Bakugo Katuski, de 26 años, lidia con la constante frustración de ver cómo sus sueños son absorbidos por los errores del pasado. "Granate", el viejo y anticuado ba...