Advertencia: Mención implícita de abuso sexual.
Se sentía liviano. Tanto que estaba seguro que en cualquier momento su cuerpo empezaría a flotar e inevitablemente terminaría estrellándose de lleno contra el techo del vehículo. Temeroso y mareado, Kirishima, encontró apoyo en la cálida mano que sostenía fuertemente la propia, una diminuta sonrisa se formó en sus labios al sentir el roce de aquella piel que tanto le era conocida. Ebrio y sonriente, se sintió seguro por vez primera desde hacía mucho tiempo, nada importaba en ese momento y por ello se dejó llevar por el adormecimiento causado por el alcohol.
Por su parte, Tomo de forma lenta y cuidadosa acarició los tenues bordes de las pequeñas cicatrices que decoraban la muñeca de Kirishima, frunció el ceño ante los incómodos recuerdos que las tortuosas marcas trajeron consigo. Miró a través de los empañados vidrios del taxi en el que viajaban y centró toda su atención en las fugaces luminarias que poco a poco iban dejando atrás. Todo aquello le resultaba terriblemente molesto. Suspiró pesadamente al sentir la cálida cabeza de Kirishima acunarse en su cuello, quien dormitaba de forma pacífica ajeno al caos mental que reinaba dentro de la cabeza de su pareja.
Resignado recargó su mejilla de forma sutil en el suave y desteñido cabello del contrario y sonrió con ironía, simplemente ya no encontraba forma alguna de resolver lo que sea que estaba mal entre ellos dos. Su ser amado estaba roto y descolorido, y no sabía qué hacer al respecto. Simplemente no podía lidiar con el amargo sabor de los celos que aparecían cada que el otro se iba y mucho menos había forma alguna de explicar la ira injustificada que nacía al solo pensar que Ei escaparía a los brazos de alguien más.
— ¿Piensas que soy un idiota y no me daría cuenta de lo que estaba pasando? Ei, cariño, para tu mala suerte te conozco más que nadie, obviamente me di cuenta que ocultabas algo y por ello decidí venir por ti. Dime, ¿Tenías planeado volver solo a casa en este estado?... ¿Te hubiesen traído de regreso? ¿O simplemente querías pasar la noche en ese lugar? — Tomo susurro a la nada, plenamente consciente que Kirishima no escucharía. — Toda la noche estuve bastante preocupado, no podía dormir. ¿Está mal que me preocupe por ti? Porque es todo lo que he hecho todos estos años. ¿Sabes? Y tú simplemente no lo reconoces. Eres egoísta, Ei. Yo te necesito y tú te vas. Siempre encuentras la forma de alejarte de mí. Te extraño. Mira, ahora estás conmigo y todo está bien. ¿Tan difícil es permanecer así?
Se sintió patético, y en medio de la oscuridad sintió la pesada mirada del conductor a través del espejo retrovisor, pero no le dio importancia alguna.
— Aunque lo admito, el chico rubio ¿Denki? parece ser bastante divertido, al igual que el chico pelinegro, creo que ambos son buenas personas... muy diferentes al bartender. ¿Es un buen jefe? ¿Te agrada pasar tiempo con él? Admitiré que estoy un poco celoso, siempre hablas de lo "genial" que es. Te apuesto a que el maldito bastardo es un alcohólico de mierda, por eso siempre está de mal humor.
Antes de poder decir algo más, el automóvil se detuvo justo frente a su hogar. Sin decir palabra alguna tendió algunos billetes al conductor y se las ingenió para arrastrar a un somnoliento y ebrio Kirishima fuera de este. Tomo, en ese momento agradeció la diferencia de altura entre ellos dos, la cual le daba ventaja para poder cargar con el casi inconsciente cuerpo de su novio. Con dificultad, logró abrir la puerta y arrastrarlo hasta la habitación, dejándolo caer pesadamente sobre la cama. Kirishima dormía profundamente y ningún estímulo le hacía le hacía recuperar el sentido.
El cansancio sumando al desvelo comenzaban a hacer mella en el humor de Tomo, quién irritado, comenzó a despojar del cuerpo inerte de su pareja las prendas húmedas y sucias que aún vestía. La pálida luz emitida por la lámpara de la mesita de noche le permitió admirar la tersa piel de su compañero, dubitativo, acarició tiernamente el cálido cuello de su pareja, mientras descendía y recorría lentamente las clavículas de Ei, una pícara sonrisa escapó de sus labios. En un arrebato plagado de impulsividad, Tomo subió a la cama, sus manos y piernas se posicionaron en los costados de un inconsciente Kirishima.
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Granate (Hiatus)
Fiksi PenggemarKirishima Eijirou, de 24 años, se encuentra varado en una relación que no funciona; Bakugo Katuski, de 26 años, lidia con la constante frustración de ver cómo sus sueños son absorbidos por los errores del pasado. "Granate", el viejo y anticuado ba...