Capítulo 1: ¿Cuento de hadas?

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     —Buenos días bonita—Kai entró a la habitación y subió la persiana, haciendo que la habitación se inundase de luz.

     Fruncí el ceño sin abrir los ojos y me cubrí la cabeza con la manta.

     No sé qué hora es, pero seguro que demasiado temprano para levantarme. Además, ayer trasnoché un poco con Emma y Naila, que acaba de llegar a la ciudad con Nelly. ¡Estoy tan emocionada! Es cuestión de días que mis hermanos también vengan a pasar las vacaciones conmigo, ya los echaba de menos, no los veo desde navidad, y aunque algunos piensen que seis meses no es gran cosa, para mí es una eternidad.

     Aaron me llamó hace una semana y lo noté algo preocupado, a lo mejor es que tiene problemas con Naila, pero eso no tendría mucho sentido porque a ella la veo realmente bien. Tal vez debería preguntarle a la morena cómo van las cosas porque, hasta lo que yo sé, aún no están saliendo, llevan casi un año siendo amigos con derecho a roce. Eso no me parece muy normal, pero si es lo que consideran conveniente…

     Lo que tengo muy claro, es que llevar una “relación” así conlleva mucha fuerza de voluntad porque nunca faltan las desconfianzas entre la pareja y más si viven lejos el uno del otro.

     —Abre los ojos, si no te gusta lo que ves, te dejo seguir durmiendo.

     Sentí los pasos de Kai acercarse y la cama hundirse a mi lado.

     Me destapé poco a poco y pestañeé varias veces, cegada por la luz. Lo miré y luego no pude evitar mirar sus manos, sostenía una bandeja llena de todo tipo de manjares. Bueno, tal vez eso sea exagerado, pero amo el café, los croissants y las fresas por la mañana. No hay mejor despertar que ese.

     Me incorporé de inmediato y salté literalmente encima de mi novio, rodeé su cuello con mis brazos y posé varios picos sobre sus labios, sin poder borrar una enorme sonrisa de mi rostro.

     —¡Es mi desayuno favorito!—le arrebaté la bandeja de las manos y admiré mi comida mientras la boca se me hacía agua—¡Gracias, gracias, gracias!

     Kai se echó a reír y sonrió.

     —Qué efusiva.

     Le pegué un bocado a mi croissant  y lo mastiqué rápidamente, para luego tomar un poco de café.

     Sentí la mirada de Kai sobre mí y comí más rápido, un tanto nerviosa. Es incómodo que te miren mientras comes si la otra persona no está comiendo contigo. No sé, es cómo si los demás también quisiesen comer y por eso te miran.

     Evité conectar con sus ojos y seguí desayunando.

     El silencio inundaba la habitación y eso, me hizo recordar que ayer, Kai llegó a casa casi a las cinco de la mañana, eso es raro, siempre suele llegar a las cuatro. No es propio de él.

     No vivimos juntos, pero por un motivo que desconozco, siempre vengo a pasar el fin de semana a su casa. Es evidente que no nos quedamos aquí todo el tiempo, pero dormimos juntos. Entre semana ya es más complicado, tengo las clases y mi trabajo por la tarde así que no nos queda mucho tiempo para estar juntos. De todos modos, me gusta cómo distribuimos el tiempo. Por la semana, mis ratos libres los paso con Emma y los fines de semana con él, así no descuido mi a mi mejor amiga ni a él.

     También distribuimos las noches de fiesta. Un fin de semana yo salgo el viernes y él el sábado y a la semana siguiente él el viernes y yo el sábado. Nunca salimos juntos a no ser en cumpleaños o festividades. Creo que las fiestas son algo para compartir con los amigos y pasarla bien, no para estar pendiente de tu pareja, eso a veces puede ser agobiante porque no te puedes soltar del todo.

Lynn, te necesito (#HM2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora