-Sabes, la mayoría de la gente que conozco suele alegrarse cuando su madre dice que viene de visita- comenzó James tras varios momentos de silencio pasajero en los que ni él ni Adelmo dijeron nada -pero tú no pareces nada emocionado.
Renata seguía descansando en el sofá y si uno no hubiera estado al tanto de los sucesos que habían tenido lugar antes nunca habría sospechado que algo andaba mal, ya que en ese momento parecía que sólo estaba durmiendo una siesta. Sin embargo, cuando Sirius se fue a recoger a Harry, James tuvo la oportunidad de hablar con Adelmo uno a uno y quería respuestas. Vio la expresión en el rostro de Adelmo, la mirada preocupada, junto con la fuerza con la que el hombre agarraba la carta entre sus manos.
-Hace tiempo que no hablo con mi madre- admitió Adelmo en voz baja -y si Renata está lo suficientemente estresada como para desencadenar terrores nocturnos y lo que sea este estado con su fobia, no creo que una visita de nuestra madre sea lo mejor a partir de ahora.
-¿Por qué?
James no pretendía ser grosero, no quería invadir la privacidad de la familia Abate y todos sus problemas, pero al mismo tiempo, estaba tan increíblemente preocupado por Renata que, sinceramente, no le importaba parecer grosero o insensible en ese momento. Quería saber lo que tenía que saber para poder ayudar en todo lo posible.
Era una lástima que Renata hubiera estado bien hasta el momento en que habían empezado a salir y ahora todos los problemas parecían deshacerse solos. La vida era cruel en muchos sentidos, James tenía experiencia de primera mano en eso, sin embargo, ¿no había sufrido lo suficiente? Había perdido tanto en tan poco tiempo, pero estaba en el camino de vuelta a la felicidad, pero había un desvío bastante desagradable en el que la mujer que le había ayudado a descubrir el camino de vuelta se enfrentaba de repente a sus propios problemas.
No era justo, ni para James, ni para Renata ni para todas las posibles personas que estaban involucradas en lo que fuera que estaba ocurriendo. James no quería pensar que se había topado con una secta o con sus víctimas, pero había mucho que suponer con sólo un poco de información.
-Creo que no entiendes muy bien a nuestra familia, James- le dijo Adelmo mientras dejaba la carta a un lado por un momento -No sé cuánto te ha contado Renata, pero no me llevo muy bien con mis padres. No apoyan lo que soy y por eso me fui de casa.
-Creí que te habías ido para aceptar el trabajo en San Mungo- dijo James -eras un sanador de renombre, uno de los más jóvenes.
-Sí, San Mungo había buscado mi empleo cuando estaba en Italia, pero originalmente no iba a aceptar el trabajo. Iba a trabajar en mi país, pero nunca me sentí cómodo sabiendo que lo que sentía por dentro estaba mal. No podía enfrentarme a mis padres con esos sentimientos. Me quedé por el bien de Renata, me quedé hasta que entró en su formación de auror y entonces acepté el trabajo.
-Así que te fuiste de Italia y viniste aquí- James se dirigió a sentarse en el brazo del sofá, cerca de la cabeza de Renata, colocando una de sus manos para que se apoyara en la parte superior de su cabello -¿Entonces qué?