Capítulo 4

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Me bajé de la camioneta y comencé a caminar cuando llegué a mi casa, está todo como lo dejé.
Me bañé y llamé al hospital para pedir retomar el trabajo, dije que el curso fue más de lo mismo y que por eso decidí regresar. De inmediato me permitieron regresar y el día lunes comencé a trabajar.
Han pasado dos meses desde que volví a mi vida y con ella a la rutina.
En este tiempo no puedo dejar de pensar en él, no debo permitirlo así que decidí, en un fin de semana largo, viajar a Chile para visitar a mi familia y así poder distraerme un poco.
Lo que llamó mi atención fue que nadie se dió cuenta de mi inactividad en las redes, cuando fui a la casa de mi hermano no me hicieron preguntas de por qué, de pronto, dejé de llamar a mi mamá, en ese momento fuí conciente que cuando salí de la ducha tomé el celular que estaba en la mesita de luz, no había llamadas ni mensajes de ellos. Me dí cuenta que nunca sintieron mi ausencia y eso hizo que mi viaje fuera más corto y regresé al otro día de haber llegado inventando una excusa, que tampoco se molestaron en descubrir mi repentino cambio de planes.
Al llegar a casa enciendo la luz del living cierro la puerta y me siento en el sofá, sentí un gran vacío y como siempre pensé en Guillermo.
-¿Te habrás olvidado de mí? Porque yo no puedo hacerlo.

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Estoy terminando la jornada, me llaman de clínica médica mujer para decirme que necesitan que vaya a la habitación 347 que le debo hacer masajes para que eliminé la flema, voy al sector de mujeres y me encuentro que hay un grupo de hombres en la puerta del pasillo.
-Voy a la habitación 347. -Digo y ellos de inmediato me dejaron ingresar, llego y abro la puerta, me encuentro a la familia De La Fuente, bueno casi todos, Cecilia y Roberto están sentados al lado de la cama y del otro lado Guillermo con un bebé no han notado mi presencia, en ese momento se abre la puerta del baño y salen Analía acompañando a la mujer de Guillermo.
Me dolió verlo con el bebé, porque ahora soy conciente que me enamoré de este hombre y que me hubiera gustado ser yo la madre de su hijo.
-Buenas tardes, disculpen vine por una paciente y creo que me indicaron mal. -Digo mirando a Guillermo, él me mira a los ojos sin moverse, tengo un nudo en la garganta producto de las lágrimas, resulta que me siento muy sola más que nunca.
-¡Mariana! Que bueno es volver a verte. -Dice Cecilia.
-Lo mismo digo. -Logro reaccionar. -Bueno me tengo que ir. -Y me fuí al office de las enfermeras.
-¿Dónde está la paciente de la habitación 347?
-Trasladamos a todas las pacientes a quemado por orden del director.
-Gracias por avisar. -Dije luego me dirijo al área que me indicó.
Luego que terminé con la paciente regresé a mi consultorio guardé todo y me fuí a mi casa, esta noche siento que alguien me sigue, miro para todos lados y no veo a nadie. Entro casi corriendo a mi casa y cierro con llaves.

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Al llegar al hospital veo más movimiento de lo normal, personas que entran y salen, periodistas hablando todos a la vez. No logro entender nada.
Llegó hasta mi consultorio y ya me está esperando mi primer paciente y lo hago pasar. Refugiarme en el trabajo es lo mejor, desde que llegué de Chile tengo mi mundo de cabeza, no he vuelto a llamar a mi mamá y ni escribir en el grupo de la familia nadie pregunta si estoy bien, y ahora no me puedo quitar de la cabeza la imagen de Guillermo con el bebé.
Estoy despidiendo al paciente cuando viene una enfermera, y me dice.
-¿Te has enterado del último chisme?
-No, ¿qué sucedió?
-¿Señorita Vera? -Me giro, veo un policía. -¿Puedo hablar con usted?
-Si claro. -Lo hago pasar a mi consultorio. Se sienta frente a mi y dice.
-¿Tengo entendido que usted ayer fue a la habitación 347?
-Si, ahí estaba la paciente Pérez, y me llamaron que hiciera mi trabajo pero no me avisaron que estaba ocupada por otra paciente.
-Ayer intentaron robarse ese bebé.
-¿Cómo dice? -No me quiero imaginar la furia de Guillermo.
-Y hubo un enfrentamiento de narcos y resultó muerto el líder de unos de ellos.
-¿Todo pasó aquí?
-Si, y resulta que... -Le suena el celular y al ver quién es, atiende. Escucha a su interlocutor unos segundos, sin dejar de mirarme. Luego corta y me dice. -Queda detenida por posesión de estupefacientes...
-¿Estupefacientes? ¿de qué habla?
-Lo que se encontró en su casa...
-¿Mi casa? ¿con qué permiso entraron?
-Con la orden de un juez.
-¿Y eso por qué? Eso no es mío...
-Y no solo eso, sino que también deberá explicar dónde estuvo esos meses que dijo que estuvo en Europa porque no hay registro alguno de su salida y entrada al país. -Yo sentí que me moría, no tenía como explicar todo lo vivido.
-Por favor no me detenga.
-Debe acompañarme, cómo hay muchos periodistas, la llevaré en carácter de testigo como hice con todos los que estuvieron contacto con la familia.
Así fue, caminé a su lado, al salir se nos acercaron todos los periodistas preguntando a la vez, yo trato de seguir tranquila y pensando que diría sin delatarlos y salir lo más aliviada. En eso se acercó una mujer y me dice.
-Esto es por la muerte de mi hermano. -En ese momento siento un dolor fuerte en la parte baja izquierda de mi abdomen, y grito. El policía que está a mi lado me sujeta, miro hacia el lugar que me duele y tengo clavada una navaja muy profundo y sale mucha sangre.
-Testigo herida, sospechosa camuflado cómo periodista. -Dice en su intercomunicador. Comienzo a sentirme débil y pierdo la conciencia.

La kinesiología de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora