Capítulo Final

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-¡Dios mío la maté, maté a una persona! -Dije a punto de entrar en pánico.
-No es para tanto. -Dice Ailina.
-¡¿Cómo dices eso?! -Le grito nerviosa
-Hija velo de esta manera, nos salvaste la vida. -Dice Cecilia. Al oírla, la miré y comprendí que era ella o nosotras.
-¿Qué hago?
-Toma mi arma del piso, acércate a ella, no dejes de apuntarla y toma las llaves de las esposas. Al mínimo movimiento le vuelves a disparar.
-¡¿Qué?!
-No te olvides que es ella o nosotras. -Asiento, tomo el arma y me acerco al cuerpo lentamente.
Le hago caso, una vez que tengo en mi poder el arma y mis pasos son lentos y como ví miles de veces en las películas, pateo el arma de ella alejándola lo más que pude, la registro hasta encontrar las llaves. Al encontrarla corro hacia Cecilia y la libero, ella me quita su arma y se va hacia la mesa y saca otras armas. Mientras libero a Ailina digo.
-¿Siempre comen con esas cosas ahí?
-Siempre que hay una amenaza como esta. -Responde mientras corre hacia su hijo.
Yo me acerco a Analía, sigue inconsciente, la reviso y tiene un gran golpe en la cabeza.
Entran un grupo de hombres corriendo y otros caminando con los traidores entre ellos la cocinera, Cecilia le apuntó y disparó con una gran precisión en la cabeza de la mujer.
Unos de ellos les indicó que está todo controlado afuera y que ya habían informado a Roberto de la situación y venían en camino.
-Disculpen, ¿me podrían ayudar para llevar a Analía a su dormitorio, para curar el corte que tiene en la cabeza? -Digo llamando la atención de todos.
Cecilia se gira junto a Ailina, ambas apuntan en mi dirección, yo me quedo paralizada del miedo, esta última dispara varias veces. Yo cerré los ojos y me tapé los oídos, no siento dolor, abro lentamente los ojos, sigo la mirada de todos y veo al hermano de Raúl muerto detrás de mi. Vuelvo a mirar a las mujeres que siguen apuntando.
-Les debo mi vida y de verdad que se los agradezco, pero podrían apuntar a otro lugar.
-No me digas que pensaste que te... -Dice Ailina, comienzan a reír seguida de todos los presentes.
-Por favor necesito atender a Analia, en su estado es necesario que la revise mientras llega Guillermo.
-Ya escucharon a la señora. -Dijo Cecilia uno de los hombres se acercó y la alzó y subió las escaleras. -¿Sucede algo? -Me pregunta al ver que me quedé sorprendida.
-Has dicho...
-¿Señora? -Asiento. -Eres la mujer de mi hijo y por ende eres una de las señoras de la familia De La Fuente.
-Gracias.
-Te lo has ganado, por no denunciarnos cuando has tenido la oportunidad, y lo que hoy has hecho, te has convertido en una hija como lo es Ailina y Analía.
-Muchas gracias. -La abracé y luego me fuí atender a Analía.
Al entrar, me acerqué y la coloqué de costado con ayuda del hombre que la trajo, le pedí que me trajera un botiquín de primeros auxilios, fue al baño y lo trajo luego se retiró.
Yo le limpié la herida lo mejor que pude y le puse un apósito hasta que venga Guillermo, luego mojé algodón con alcohol y se lo acerqué a la nariz, comenzó a reaccionar lentamente, se queja por el dolor de cabeza, debe ser insoportable.
-Esta despertando. -Dice ansiosa Ailina.
-Corre las cortinas, cuánto menos luz entre mejor para poder soportar el dolor de cabeza que seguro tiene.
Nos quedamos las dos sentadas observando a Analía en silencio hasta que es ella llama mi intención.
-Dime una cosa, ¿por qué te sentaste y comenzaste a disparar? -Pregunta confundida Ailina.
-No tengo experiencia con las armas y según he leído dice que se siente un simbronazo en todo el cuerpo al disparar y no podía darme el lujo de fallar.
-Que ocurrente eres. -Dice Cecilia, que está en la puerta. -¿Por qué sigue inconciente? -Esta muy preocupada.
-Porque...?
Comienza a despertar y todas nos acercamos. Cecilia es quien le pregunta.
-¿Además del dolor de cabeza te duele o tienes alguna molestia en el cuerpo?
-Estoy mareada pero estoy bien, voy a matar a esa perra por atreverse a golpearme. -Que fuerza tiene esa mujer, no se encuentra bien y quiere vengarse.
-Lo siento pero alguien se te adelantó. -Dice Ailina, mientras cierra la puerta para que no le moleste los ruidos de abajo.
-¡¿QUIÉN FUE?! ¡AY! -Sé queja de dolor.
-Quedate quieta que tienes un corte y necesitas puntos.
-Hazle caso a la kinesióloga que es de armas tomar, nunca mejor dicho. -Ailina se acerca a la cama, Analia me mira y dice.
-¿Tu me quitaste la oportunidad de matar a esa perra? -Está entre sorprendida y enojada.
-Lo siento no era mi intención, solo... -Me interrumpió el golpe que hizo al abrirse la puerta, entran corriendo Samuel, Guillermo y Leonardo.
-¿Cómo están? -Pregunta preocupado Samuel.
-Estamos bien, Analia necesita unos cuantos puntos. -Indica Ailina, abrazada de su marido, Guillermo al escuchar eso pidió a su hermana que le traiga el botiquín, mientras él revisó el corte, Samuel se sentó frente a Analía para sostenerla y así facilitar el trabajo a su hermano.
-¿Es grave?
-Tranquilo, solo necesita un par de puntos. -Ailina le trajo el botiquín y se fue con su marido a organizar todo. Media hora después Guillermo terminó y le coloco un calmante intravenoso, para que descanse, sin dañar al bebé, Samuel se quedó con ella.
Guillermo y yo los dejamos solos, al bajar las escaleras veo que se han llevando los cuerpos y que los ruidos que sentía era que están limpiando.
-¿Cómo sigue Analía? -Preguntó Cecilia.
-Está bien, le dolerá la cabeza porque por su estado no puedo suministrarle un calmante más fuerte.
-¿Sé le pasó el coraje? -Pregunta divertida Ailina.
-Si, lo que le importa es que ya no nos dé más problema. -Explica Guillermo.
-Ay cuñada cuando pienso que no puedes sorprenderme, haces algo... es que te superas a ti misma. -Dice riendo.
-¿Por qué? - Pregunta Roberto confundido por no saber de lo que habla su hija. Ailina contó mi técnica de disparo. Todos ríen y como no puedo quedarme en silencio me defiendo.
-Nunca tuve un arma hasta ese momento, y no me podía dar el lujo de errar los disparos, ni mucho menos a un enfrentamiento con ella. -Me defendí.
-No tuve tiempo de enseñarte, por eso en cuanto lleguemos a casa comenzaremos las lecciones. -Dice Guillermo abrazándome.
-No sé si es buena idea, sin saber logró matar a Ágata, una discusión y eres hombre muerto. -Dice Leonardo.
-Cuñado esconderé las armas antes de discutir.
-Y los tenedores también. -Interviene Ailina. Todos se quedaron mirándola sin entender lo que dice, luego me miran todos sin poder creerlo.
-Era la única arma que me pudo facilitar Analía, además fue ella quien me dijo que utilizará mi ingenio. -Me defendí otra vez.
-Definitivamente, tendré que pensarlo seriamente lo de entrenarte. -Dice dándome un beso. Y todos ríen.

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Fueron unos días de revuelos hasta que lograron capturar a todos los cómplices de Ágata, trabajaron sin parar Roberto, Guillermo y Leonardo solucionaran algunos pendientes que no quise ser informada. Nos quedamos más tiempo para dejar todo en orden y sobre todo esperamos a que se recupere Analía para emprender el viaje al que sería mi nuevo hogar. Es una tranquilidad no tener esa loca.


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Han pasado un año desde que llegamos a la gran mansión de la familia De La Fuente, una vez instalada tuve que ir a terapia no logro superar las muertes de esos delincuentes, me llevó tiempo, no fui criada para matar, aunque esa es mi realidad de ahora en más.
Luego Guillermo me enseñó a disparar y con práctica adquirí puntería, él me enseñó reducir a la persona sin tener que matarlo, y eso me tranquilizó saber que puedo protegerlos sin tener que matar o al menos que sea tengo otras alternativas antes que eso.
Ya recuperada le pedí a Guillermo que me condicionara una habitación, y armara un consultorio para seguir ejerciendo mi profesión, y desde entonces tengo mucho trabajo, un consultorio con todo lo que necesito para las rehabilitaciones de los que resultaron heridos en el enfrentamiento con los hombres de Ágata.

Estoy comiendo en una manzana, como todas las mañanas, en mi consultorio, cuando toca la puerta.

Estoy comiendo en una manzana, como todas las mañanas, en mi consultorio, cuando toca la puerta

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-Adelante. -Se abre la puerta entra Guillermo.
-Amor, ¿has terminado? -Lo noto extraño.
-Si, ¿por qué?
-Necesito hablar contigo... -Al verlo nervioso me preocupo.
-¿Le ha sucedido algo a mis padres o a mi hermano? -Hace tiempo que le pedí que averiguara sobre ellos. Cuando los encontró me llevó hasta donde viven, y estuve una semana viéndolos de lejos y son felices, no hay tristeza o la ocultan muy bien, y decidí volver y desde ese día no lo nombré más ni él tampoco.
Él se tenso como cada vez que sacaba el tema, antes del viaje.
-¿Por qué quieres saber de ellos? ¿deseas regresar con ellos? ¿te arrepientes ser mi novia o...? -Esta angustiado
-Respondiendo a tu primera pregunta, solo quiero saber de ellos, con respecto a la segunda no deseo regresar con quienes me dieron la espalda cuando más los necesité, en cuanto a la última a veces sí.
-¿Te arrepientes de ser mi novia? -Se acerca y me abraza rodeando sus brazos en mi cintura. -Asentí. -¿Cuándo es el momento en que te arrepientes? -Me Besa.
-Cuando te pones de testarudo y no reconoces que siempre tengo la razón. -Lo beso.
-¿A si que siempre? -Asiento. Le doy otro beso. -Se podría decir que casi siempre. -Lo beso.
-¿Qué es lo que quieres hablar? -En ese momento comienza a sonar una hermosa canción, es "¿Cómo pagarte? de Carlos Rivera, sabe que es muy especial esa canción para mí, porque me siento reflejada, estoy tan agradecida a Guillermo y todo lo que hizo y hace por mí que no sé cómo puedo devolverle tanto amor. Cómo siempre hago comienzo a cantar.

-"Tanta bondad, cuánta verdad, tantos abrazos fueron mi paz
Pintas el cielo, eres el tiempo, la tempestad
Que vino a cambiar mi sequía
¿Y cómo he de pagarte por tanto amarme? Perdón, quisiera bajar las..."

Dejó de cantar cuando veo que saca de su bolsillo una caja pequeña y me dice.
-¿Quieres casarte conmigo? -Sin dudarlo acepto. Nos abrazamos y nos besamos, se separa apenas unos centímetros para decirme lo que tanto esperé, aunque reconozco que me lo ha demostrado con acciones.
-Te amo, me tienes loco
-Gracias por secuestrarme, por rescatarme, gracias por darme una familia, un hogar y sobre todo por cuidarme por amarme, Guillermo te amo con mi vida. -Nos besamos.

Desde que regresé a su lado me sentí protegida, amada y sobretodo fuerte, gracias a su amor, compresión me convertí en la kinesióloga de la mafia.

Fin.

La kinesiología de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora