Capitulo#11 Confundida.

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Estaba completamente asustada, el corazón se me quería salir por la boca, salí de la escuela no se ni cómo. Me encontraba vagando sin rumbo fijo por las calles, del susto olvidé hasta mi bicicleta.

No sé dieron cuenta de nada, no pudieron ver nada extraño en mí o de lo contrario me hubiesen llamado monstruo.

—Por poco y nos descubren.

Leyla, Leyla, Leyla. No me deja ni siquiera meditar.

—Ya lo sé, no hace falta q me lo recuerdes.

—Ya no importa, salimos ilesas.

!Que molesta eres! Si pudiera callarte!

—¡Rayilunsel!

Escuché q me llamaban y me giré en dirección de la voz. Estaba tan aturdida que no supe distinguir a quien pertenecía, pero me era familiar.

—¡Tío!— me paralicé al verlo.

—¿Qué haces aquí?, deberías estar en la escuela.

—Er... síp... pero..., lo siento. No me siento bien.

Se acercó a mí preocupado alzó su mano derecha y yo retrocedí por instinto, pero aún así me alcanzó con sus pasos largos y tocó mi frente con delicadeza.

—No tienes fiebre—suspiró aliviado.

—Es solo un ligero malestar, nada de que preocuparse.

Traté de restar importancia a mis palabras, era un error fingir enfermedad. Dominic se preocupa demasiado por mí. Era capaz de llevarme directo a un hospital.

—Tú me preocupas mucho últimamente, te noto extraña. Siempre has sido una antisocial pero ahora es mucho más grave, hasta hablas sola...

Así que me escuchó...

—Lo siento mucho por preocuparte...

—Si te dijera para ver un especialista...¿Irías?—vaciló un poco.

—¡No estoy loca tío!, solo un poco estresada.

A decir verdad no puedo asegurar que no estoy loca pero tampoco es una opción ir...

—Aún eres muy joven para estar tan estresada. Ven, sube al auto, te llevaré a casa.

Obedecí en silencio y me subí al asiento del copiloto.

—¿Podrías llevarme a otro lugar?, no tengo ganas de ir para la casa.

—¿A dónde quieres ir?

—No lo sé, a un lugar solitario.

A la selva, quince decir.

—De acuerdo.

Aumentó la velocidad al entrar en la carretera principal. Yo me entretuve observado por la ventanilla. No tenía ganas de hablar.

—Dominick, es muy atento, simpre lo ha sido...

—Lo sé.

—¿Qué sabes?

Otra vez hablaba en voz alta.

—Nada, olvídalo.

—Sabes que puedes confiar en mí, si te pasa algo solo dímelo, quizás pueda ayudarte...

Jamás podría contarle a nadie lo que me estaba pasando. Suspiré frustrada.

—No me pasa nada, concéntrate en la carretera.

Dije cortante.

Por el rabillo del ojo ví como su expresión se endureció y mordió su labio inferior. Creo que se lastimó. Estaba causándole dolor, no era esa mi intención.

Un cuerpo para dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora