Capítulo#8 De regreso.

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Dominick se quedó de piedra. Creo que hasta dejó de respirar. Estaba inamovible como el tronco de un árbol pero aún así no me aparté. Era como si hubiera perdido la voluntad de actuar libremente. Seguramente era una marioneta de Leila. Mis labios succionaron los de él atrevidos y para mí sorpresa Dominick rompió el hielo y correspondió a mi beso.

Me besó con intensa pasión, con desesperación. Su cuerpo esbelto temblaba ligeramente. Este era mi primer beso de verdad porque lo que pasó en el garaje no se podía llamar así. Era tan increíble, se sentía tan placentero que no quería que su boca me abandonara. Estábamos tan pegaditos y sobre la cama que sentía calor. Era ilógico que algo así estubiera pasando entre nosotros. La lógica no tenía sentido para mí en este momento. Solo importaba él y yo, nuestras bocas unidas y lo pegado que estaban nuestros cuerpos. Era perfecto y extremadamente placentero. Definitivamente había perdido la razón.

Me fui, poco a poco, inclinando hacía atrás atrayendo a Dominick junto conmigo, hasta quedar tendida sobre la cama y él encima mío. Continuó besándome extasiado en la nueva posición. Mis dedos estaban entre su cabello. Su lengua dentro de mi boca me robaba el aliento pero no me importaba. Acariciaba con desespero mi rostro y mi cabello suelto, no se atrevía a descender sus manos. De pronto se retiró. El frío que sentí en mi piel me hizo abrir los ojos de golpe. El estaba mirándome con horror. No me gustó para nada su mirada.

—¡Qué he hecho pequeña! ¡¿Cómo pude besarte como si fueras una mujer?! ¡No tenía que haber regresado nunca! Creí que lo había superado pero mira lo que acabo de hacer. ¡Soy un maldito bastardo!

Dominick estaba roto. Parecía haber envejecido algunos años de pronto.

—Dile que no pasó nada, que fue tu culpa.

—¡Ahora te dignas a hablar! ¡Claro que no fue mi culpa! ¡Fué toda tuya! Tomas mi cuerpo a tu antojo y me metes en problema con mi tío. Mira como está sufriendo por tu culpa. ¿Estás satisfecha?—estaba muy furiosa.

—Sabes, aunque sea en lo más profundo de tí, que yo no puedo disponer de tu cuerpo. Ni siquiera pude hacerlo cuánto tenías mi forma. Los sentimientos que sientes por él te llevaron a esto, ¡no quieras sentirte bien echándome la culpa a mí! Yo no puedo apoderarme de tu cuerpo. ¡No soy una posesión!—por lo visto no era la única alterada aquí.

Miré a Dominick, su semblante extremadamente abatido me desgarró el corazón. ¿Había sido yo y no Leila quién lo besó? ¡Fuí yo! No quería creerlo, me negaba rotundamente. Yo no podía actuar así con mi tío. Teníamos la misma sangre... ¿O quizás no? Recordé la voz del bosque. Tenía que averiguar si de verdad éramos parientes consanguíneos. Lo que pasó fue producto de la confusión originada por lo que siente Leila por él. Yo lo amo pero como familia. Me consolé.

—Lo siento mi rayito de Luna. No volverá a suceder. Seré un buen tío.

Prometió desconsolado.

—Tú no hiciste nada, fuí yo la que empezó todo, también eres un hombre y yo actúe como una ofrecida.—decidí seguir el consejo de Leila.

—¡No digas eso! Mi deber como adulto era detenerte... No eres ninguna ofrecida. No vuelvas a hablar de ti de ese modo. No me gusta.

—Hagamos borrón y cuenta nueva. Olvidemos lo que pasó. Yo ya lo olvidé. —aseguré y reí lo mejor que pude para tratar de relajar el ambiente. La tensión que nos rodeaba era demaciado fuerte.

—Tengo que decirle a tus padres que no puedo hacerme cargo de ti. No puedo quedarme más a tu lado...

Oh No,No,No. Eso no puedo permitirlo. ¿Qué hago Leila? ¡Ayúdame!

Un cuerpo para dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora