Carta XI

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Yuuri se separó de repente y miró hacia los lados, buscaba los ojos desaprobatorios de las demás personas, afortunadamente para el no había nadie.

Pero no estaba avergonzado de que ambos fueran hombres, era mas bien timidez propio de su cultura.

—¿Quieres cenar en mi casa? —Preguntó el japonés con un notorio sonrojo.

—Me encantaría —Dijo Viktor sonriendo, pues le era sumamente tierno la actitud de Yuuri.

El sabía lo reservados que podían ser en la cultura asiática con sus parejas.

—Podemos ir en mi auto y asi pasaré a recogerte mañana ¿Qué te parece?

Yuuri asintió al mismo tiempo que Viktor le tomaba la mano para comenzar a caminar.

—¿Esta bien si hacemos esto en público?

— ¿Qué importa lo que digan los demás? Nos estamos amando, no es delito.

Estando en casa de Yuuri

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Estando en casa de Yuuri. ambos comenzaron a cocinar, para el japonés era divertido y para el ruso era como vivir uno de sus sueños, quería y estaba totalmente enamorado del nipón y tal vez Yuuri no lo estaba como él, pero lo lograría, también haría que Yuuri olvidara ese trago amargo que le hizo pasar su antigua pareja. También tenía y quería aprender de Yuuri y su cultura, ya que su primer choque cultural fue el de quitarse los zapatos al momento de entrar a la casa del japonés.

Viktor no lo entendió en el momento, pero tampoco le preguntó a su nuevo amante, simplemente se quitó los zapatos y se puso las pantuflas en forma de bolillo que Yuuri le ofreció.

— No tengo mucho en la alacena, olvide ir al supermercado.

El ruso se acercó hasta Yuuri, este al verlo venir sus mejillas se volvieron a encender, Viktor sonrió, estando ya lo bastante cerca tomó de la barbilla a su novio y le dio un beso.

Al principio Yuuri se tensó, cerró lentamente sus ojos, ser besado por Viktor era como comer algodones de azúcar, son dulces y cuando las pruebas se derriten en tu boca, dejando un sabor dulce.

Yuuri suspiró.

Cuando abrió sus ojos Viktor lo miraba con una sonrisa, sus ojos azules resplandecían, dejó a Yuuri dándole un beso en la mejilla. De nuevo el japonés se sintió avergonzado y bajo su mirada.

Pensó "¿A dónde se fue toda mi experiencia? "

Luego sintió también miedo, cuando estaba con Viktor, sentía tantas sensaciones nuevas, le gustaba. Y aun si aquello terminara, lo aceptaría.

Al terminar de comer ambos se acomodaron en el sofá para ver una película.

A la mañana siguiente, lo primero que Yuuri vio al abrir la puerta de su casa fue a Viktor sostener un sobre de color blanco

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A la mañana siguiente, lo primero que Yuuri vio al abrir la puerta de su casa fue a Viktor sostener un sobre de color blanco.

—Buenos días... encontré esto en tu puerta.

Yuuri lo tomó con rapidez, se disculpó con Viktor alegando que quería ir al baño antes de ir al trabajo. Estando dentro abrió el sobre y extrajo la carta, esta decía:

¿Se puede morir de felicidad?

Eres como un día de primavera, brillante, fresco y lleno de colores agradables a la vista.

A veces me asusta querer tanto a una persona, sin embargo, creo que no me dañaras.

¿Qué sientes tu mi amado Yuuri?

Con amor V.

Yuuri miró la carta e hizo una mueca de desagrado ¿Quién era esta persona? Antes querría conocerla, pero ahora el tan solo pensarlo le causaba cierta indecisión, porque le gustaba recibirlas, todo lo escrito en ellas era melifluo.

Volvió a leer.

Por un instante, pensó en Viktor como el remitente ¿o era algo que el deseaba que así fuera? Ciertamente esta persona se expresa como si estuviera muy cerca de 

Cartas a Yuuri.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora