Carta VII

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Yuuri miró el papel molesto ¿ahora era su culpa? Río quedamente, es como si él hubiera rechazado a su destinatario y la verdad era que no había hecho nada, es decir, no lo conocía ¿entonces porque estaba molesto con él?

― ¿Sucede algo jefe Yuuri?

― No Mila, Minami Y Victor ayuden a Mila a llevar los paquetes a la bodega, después de eso pueden irse.

Todos se miraron entre sí, no se suponía que terminara así, se suponía, que todos ayudarían a hacer el inventario de todo lo que había llegado, el trio sabía que su jefe no estaba bien, el tono de voz y las cejas fruncidas les decía todo, Yuuri no solía mostrar su enojo o algún malestar.

― ¿Creen que fue culpa del repartidor?

― Tal vez... como sea metamos esto a la bodega y vámonos –dijo Mila.

Pasados unos cuantos minutos habían terminado de llevar los paquetes, en ningún momento Yuuri volvió a aparecer, todos se fueron excepto Victor. Cuando Yuuri bajó llevaba consigo la carpeta azul donde estaban las cartas.

― Sigues aquí –mencionó Yuuri.

― No te veías muy bien... ¿quieres hablar?

― Tal vez, no lo sé...

― Conozco un lugar cerca de aquí, tiene una vista hermosa y servirá para tomar algo de aire fresco ¿Qué dices?

Yuuri miró a Victor, se sentía nervioso por la repentina propuesta, sin embargo, se sentía bien, suspiró recordando la reciente carta, le estaba tomando más importancia de la que debía, pero no podía evitarlo.

Antes de salir del auto, Victor colocó un gorro azul en la cabeza de Yuuri.

― Hace frio

Ambos salieron del auto, sintiendo el frio golpear sus pulmones, Victor camino delante de Yuuri para mostrarle el pequeño recorrido, cuando la escena estuvo en el campo de visión de Yuuri, este corrió un tanto emocionado al ver una parte de san Petersburgo, estaba asombrado, era inverno así que la nieve tapizaba los techos y los calles, estaba atardeciendo... era una escena magnifica. Se agarró del barandal aun admirando la escena, tomando una fotografía mental. volvió su cuerpo mirando a Victor, este se había sentado en una de las bancas construidos para precisamente admirar la belleza del lugar. Yuuri fue hasta él, sentándose a un lado, el albino le entregó un vaso lleno de café caliente.

― ¿Qué sucede Yuuri?

El japonés se sentía inquieto, luego brotó de si un sentimiento que creyó muerto al mirar a el rostro de Victor.

Tuvo miedo.

― Sabes que puedes confiar en mi Yuuri.

― Lo se... es solo que es difícil para mi hablar de esto, me siento enojado con una persona que no conozco, creo conocerlo por todas las cartas que me envía, pero... al sentirme enojado pienso que no debería sentir nada, después de todo solo son simples cartas.

― ¿Estás seguro que solo son simples cartas? ¿Qué tipo de cartas son? ¿No es peligroso?

Yuuri suspiró.

― Es seguro y si tal vez ya no son simples cartas como al inicio... es difícil admitirlo.

El japonés colocó su cabeza en el hombro de Victor, este se ruborizó por la cercanía de su jefe.

― El punto es... que tengo curiosidad de saber cómo es... de conocer a la persona que se esconde detrás de hojas y tinta –dijo Yuuri.

― ¿De verdad quisieras conocerlo o conocerla?

Yuuri asintió lentamente. De la nada ambos se miraron, estaban lo bastante cerca como para sentir la tensión, sin poder evitarlo, Yuuri miró los labios del albino, ambos de igual forma se fueron acercando a un más. Pero, Yuuri se levantó de golpe dejando a Victor totalmente confundido, este permaneció sentado admirando la silueta de su compañero mezclarse con la hermosa vista del lugar.

Si, dolía querer a Yuuri.

Terminando la estadía en el lugar, subieron al auto, la situación estaba un tanto tensa, Victor se sentía confundido y un poco rechazado y Yuuri lo notó.

― Victor... lo que pasó hace un momento, lo siento.

― Que te disculpes, lo hace más miserable.

― Podrías solo dejarme en la clínica, dejé mi auto ahí –dijo Yuuri.

― Es tarde, lo más sensato es que vaya a dejarte a casa, podría pasar por ti mañana.

― Eso es demasiado, además nosotros...

Victor puso en marcha el auto ignorando lo que el japonés decía.

Cuando el ruso aparcó su auto en frente de la casa de Yuuri este solo le regaló una sonrisa incomoda además le agradeció y bajó del auto. Victor simplemente arrancó.

Yuuri se maldijo ¿Qué le sucedía? ¿le atraía Victor? Suspiro resistiendo contestar las preguntas, porque en el fondo sabia la respuesta y eso le causa temor y angustia. Como un acto de esperanza miró el buzón y con algo de anhelo pintado en su corazón lo revisó... estaba vacío, era algo de esperarse, ya había recibido la carta del día de hoy. De mala gana fue hasta su puerta, buscó dentro su mochila las llaves para abrir la puerta.

Lo acontecido con Victor y el saber que nadie lo estaba esperando en casa lo hizo sentir más triste de lo normal de inmediato pensó ¿Qué hubiera pasado si Victor y él se hubieran besado? Fue curioso porque el hecho de sentirse solo en casa fue una sensación que comenzó a sentir cuando las cartas y Victor llegaron.

Cerró la puerta y fue directo a su baño, abrió el grifo del agua caliente para llenar la tina de baño, esta noche y las venideras, tenia tanto porque pensar.

Yuuri abrió los ojos de golpe, cuando miró el reloj eran las siete de la mañana, se levantó de prisa, Victor llegaría por el a las ocho así que si quería estar lo suficientemente listo debía apurarse ¿suficiente? Si, por alguna razón quería verse bien.

Suspiro con pesar, recordando la cercanía y el casi beso que estuvo a punto de darle al albino, lo había pensado la mayor parte de la noche y la razón número uno por la cual se había acobardado fue por miedo, había sentido una sensación amarga que dé podría arruinarlo todo.

Hoy tenía ganas de leer el periódico, fue hasta la puerta principal, la abrió y en cuanto lo hizo y miró hacia abajo, su mirada voló hasta el sobre de color rojo vino, olvidando el periódico, tomó el sobre y cerró la puerta para comenzar a leer.

Lo siento mi Yuuri, siento mi anterior carta.

Discúlpame por favor, no tienes nada de culpa, el culpable soy yo, yo decidí acercarme a ti de esta forma.

Soy cobarde.

Pero quiero contarte un poco sobre mí, me gusta adornar mi cabello con diademas, broches y flores... ahora no puedo adornarlo como antes, porque me lo he cortado... para encajar.

Tengo un caniche marrón llamado Makkacchin, es travieso y adorable, ha estado conmigo desde que era un cachorro.

Y me gusta un chico llamado Yuuri Katsuki, a veces duele, a veces me sorprende, pero por sobre todo me enseña.

Con amor V

Cartas a Yuuri.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora